COMENTARIO DE ARTE: PALACIO DE LOS LEONES LA ALHAMBRA

COMENTARIO DE ARTE: PALACIO DE LOS LEONES

LA ALHAMBRA

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Palacio de los Leones, la Alhambra, Granada Arquitectura civil palaciega, hispanomusulmana nazarí (1232-1492), anterior a 1362.

En su construcción se observa una clara selección de los materiales al emplearse de forma diferenciada, pues mientras se utiliza el mármol para los elementos constructivos, en el resto dominan los materiales denominados pobres, como los estucos de revestimientos con un importante valor decorativo.

El espacio desarrolla una planta rectangular organizada en torno a un patio descubierto que responde al tipo de patio cruciforme o crucero, recorrido por cuatro canalillos que confluyen en la fuente que da nombre al palacio, por los 12 felinos que decoran su taza. En los lados menores del patio, es decir en el eje longitudinal, avanzan dos pabellones de planta cuadrangular. El alzado tiene un cuerpo formado por una sugestiva galería porticada que recorre el perímetro. De ahí que los elementos sustentantes principales, además de los muros, sean las esbeltas y elegantes columnas que responden al tipo nazarí. Se trata por tanto de soportes de fuste cilíndrico liso sobre base ática que en su extremo superior desarrolla collarinos. El capitel se distingue por componerse de dos partes diferenciadas, la inferior, cilíndrica, animada por una banda ondulada, y la superior es un potente ábaco. Las columnas se distribuyen siguiendo un variado esquema, pudiendo estar aisladas o disponerse en grupos de dos o tres. Sobre las columnas descansan diversos tipos de arcos, de medio punto peraltado y arcos apuntados con mocárabes en el intradós. Por lo que se refiere a las cubiertas solo podemos apreciar los tejados a dos aguas de las galerías y los de cuatro aguas de los pabellones del patio. Todas las superficies se revisten de una profusa decoración adaptada los espacios que crean los alfices. De este modo, las

albanegas se aprovechan para desarrollar tupidos paños de sebka. Frente a esta decoración de concepción geométrica, en los capiteles se opta por los atauriques, estilización antinaturalista del acanto clásico, mientras que los ábacos se cubren con epigrafía en su variante nasjí.

Lo comentado hasta el momento permite considerar que nos encontramos ante una obra paradigmática del arte hispanomusulmán nazarí. Responde, así, a las características que definen el arte islámico como su visión de la naturaleza en la que, dada su concepción de que solo Dios es creador, se niega el realismo de las formas a las que somete a un proceso de estilización y simplificación a través de su dominio de la geometría. Frente a la eternidad de la creación divina, la humana es fruto de su condición efímera y cambiante. A ello contribuía, igualmente, la tradición nómada de los pueblos islámicos y su estrecha vinculación con un medio natural muy específico.

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