COMUNICAION CRONICA

Rebelde

Actualmente vivimos en un mundo de indiferencia, en donde lo que le pasa al otro no es nuestro problema, donde cada uno vela por sus propios intereses sin tomarse un momento para reflexionar sobre las consecuencias de sus actos. Tal vez por esto, por malas influencias por parte de los “amigos” y los medios de comunicación, y por el carente sentido de la familia que se vive, ha aumentado la delincuencia en los últimos años.

Salir sin temor por las calles ya no es tan común hoy en día. Uno ya no puede caminar por las calles con objetos de valor porque cuando menos lo esperas podrías convertirte en víctima de un robo.

Hace unos días mi madre me pidió que la acompañara al mercado a comprar alimentos para el almuerzo. Llegamos al lugar y pudimos realizar nuestras compras, pero en ese trazo de hacerlo, un hombre se acercó a un puesto y cogió el canguro del dueño y salió corriendo.

Ese día vinieron muchas preguntas a mí. Cómo fue que empezó todo esto, en qué momento nuestro país se volvió un peligro y nuestro vecino un enemigo.

A veces trato de entender el porqué de esta situación, lo pienso lo pienso y no le encuentro respuesta alguna.

Hay que poner un alto, sé que aún no es tarde. Y si queremos vivir en un mundo de paz sin violencia ni temor primero debería empezar por uno mismo. Aceptando nuestros errores, faltas. Somos conscientes de que toda acción tare una reacción; queremos prevenir esta acción negativa de los delincuentes, ya que tenemos fe en nuestros semejantes, obra y creación de Dios. Conozcamos las causas y actuemos en sociedad para prevenirla, de manera que esta sea nuestra herencia.

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