CUENTA, CUENTA LA LEYENDA...
Enviado por ambiet • 7 de Marzo de 2012 • 1.866 Palabras (8 Páginas) • 915 Visitas
"CUENTA, CUENTA LA LEYENDA..."
Eleazar Moreno Ortíz
¿Dónde se nos perdió Caracas, esa Caracas la ciudad que amábamos? ¿Se nos perdió realmente? ¿La amábamos, o a pesar de lo perdido la reencontramos en el odio, en el reverbero del calor cada vez más intenso, en la inseguridad, en la página roja de los periódicos amarillos, en el amanecer vivo, un día más, aquí en la cuna de la ultraviolencia?.
Creo firmemente que la amamos, no he oído de alguien que le sea indiferente Caracas. Caracas inspira pasiones polares, "ciudad de centro comerciales y superautopistas, donde a menudo se confunden el verbo ser con el verbo tener" hasta "¿dónde el sol amanece cantando? En Caracas ¿y la luna se duerme soñando? En Caracas".
No gordo, me haces el favor, de Billo si no me vas hablar, puedes hablar de la violencia y de lo que tu quieras, pero de Billo Frómeta ja...Si ese carajo era amigo mío.
Olvido imperdonable, queridos lectores, éste ensayo está escrito a 2 manos, al alimón como diría Neruda y García Lorca... Les presento a uno de los caraqueños por excelencia y coautor de este ensayo, al doctor Leopoldo Martínez Olavarría, "más doctor serás tu peazo e gordo, mira, Luis María Frómeta llegó flaquito que daba lástima con un saxofón que era tan grande que parecía que lo estaba soplando a él... por cierto, chico alcánzame la cajita de Negro Primero y siéntate aquí para contarte..."
¿Caraqueños los de antes? ¿Era más fácil hacer y mantener los amigos? Hablan de Caracas como una ciudad hostil anárquica, donde los ladrones viven libres y la gente decente encerrada. El hampa. El salir a la calle con el mínimo de dinero indispensable... Ja gordo esa fue la ciudad que te toco a ti, porque cuando yo era un mozalbete y trabajaba en la casa Boulton, como mensajero de confianza, dentro de mis responsabilidades figuraba llevar los depósitos semanales de la casa que quedaba en la esquina el chorro, hasta el banco de Venezuela, a unas dos cuadras. Un obrero, a quien yo acompañaba, llevaba el dinero, que llegaba a dos millones de bolívares; en morocotas y monedas de plata en una carretilla al descubierto, y en el trayecto había gran afluencia de personas que cargaban víveres y otras mercancías que llevaban a vender al Mercado de San Jacinto a media cuadra de lo que hoy tu le dices Plaza el Venezolano, donde los vendedores al verme gritaban entre chirigotas, "ahí viene el gordito con ese rialero" 10 y 30 de la mañana salgo del banco en Chacao histérico, el cajero tenía actitud sospechosa, retuvo mi cheque, eran cien mil bolívares, cruzo la calle, paro un taxi, rápido lléveme a la Urbina, me bajo, abro la reja, subo los escalones, un coco pelado intercepta la cerrada de la reja, pistola en mi cabeza, los cien que tienes en ese bolsillo gordito, todos o Te vuelo la cabeza.
¿Nunca te pasó nada así Polito? Nunca gordo, cuando era como tú, nunca.
"Cuenta, cuenta la leyenda, que antes todo era mejor, cuenta la leyenda que se podía caminar"... Caminar viejo, si algo todavía se puede hacer sabroso en Caracas es caminar, y Ud. querido lector, déjeme que lo lleve por Sabana Grande, o mejor, deje que lo lleve aquí mi compañero Polito. "¿Yo por sabana Grande? ¿Y, a tus lectores les gustan los caballos?" Ah polo, que disparate estás diciendo, déjame decirte gordito, que tu Sabana Grande (que el ridículo de Guzmán Blanco le puso Boulevard, por afición al Neoclásico Francés) era un Hipódromo. El Hipódromo de Sabana Grande.
Viejo, pero yo lo que quiero es caminar, caminar a paso de ruido por todas las esquinas dudosas llenas de edificios a medio terminar, olorosas a niños felices tomándose fotos con muñecos gigantes, tragarme un helado, oír a los peruanos tocando su música nostálgica y antiquísima al pie de una superestructura de concreto, "¿me compra esta libretica señor?. Señor señor tengo hambre, me da pa' comer?".
Vamos a darle al muchachito gordo, no viejo no lo haga, ya es muy tarde, mírelo como se aleja ahora mismo fue a llevarle el dinero a uno mayor que él que se lo quita y más tarde se lo cambia por droga. ¿Qué es lo que te gusta de caminar por aquí? Esto es muy triste gordo, mira hacia el cielo gordo, mira hacia el cerro. Gabriel de Avila le prestó su nombre peninsular pero el pobrecito estaba perdido entre tanto, macarao, mariche, caracas, caribe, hasta el propio cerro tenía un nombre extraño: Guaraira Repano.
Es extraño pero yo creo que esa manía de hablar en genéricos viene de esos tiempos. ¿Hablar en genéricos? Si chico, conchale, hablar en genéricos, la cosa, el coroto, la vaina: un palo es un pedazo de madera pero si llueve muy fuerte es un palo de agua, un palo es un trago pero muchos tragos dan como resultado una palamentazón que seguro resultara en una tronco de pea.
El caraqueño sigue hablando parecido, pero lo hace con palabras mezcladas del inglés, y con palabras del argot: convive, el pana: el compañero de fechorías o aventuras; cuál es, qué es lo que dice: saludo informal; muelear: mentir, y la mezcla es a tal punto abigarrada, que entre dos o más generaciones de diferencia las conversaciones no se entienden...
"Y de vez en cuando, mirar al cielo, y respirar"
Mirar al cielo y respirar. ¿Todavía se puede mirar al cielo? No se pierde la mirada entre tantos avisos, luces, afiches, y si por casualidad se consigue un punto que no esté cercado por tanta publicidad, afiches, pancartas... ¿Anuncios gordo? Escucha
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