Carazamba
Enviado por asivuy • 25 de Febrero de 2015 • 2.803 Palabras (12 Páginas) • 615 Visitas
minombre y lo mas extraño y que me preocupo fue también el de Carazamba. ¡De Pedro no se decía nada! ¿Yde que me acusan? Pregunte, dicen que de homicidio doble, y la muchacha, ¿Qué quieren con ella?. Dicen que ya ha hecho muchas y que siempre por onde se mete, hay lio y que el presidente, dispuso tenerla bien guardadita para que la gente no se ande matando por ella ¿y quien sabe huyo conmigo? No tiene la seguridad, pero lo sospechan, las noticias no pudieron haber sido peores ¿Qué opinas, voz Pedro? .. ¿Qué crees que hagamos? Ya no tendrá intenciones de mandar de güelta a la mujer ya ve; a ella la buscan más que a usted. ¿Pero, a donde vamos ahora? ¡No hay mas remedio que seguir pa adelante! Siempre al noroeste, hasta llegar al rio machaquilá ¿y en el machaquilá qué? Salimos más directos al pasión.
XII CAPITULO
Logramos comprar dos mulas en la aldea Tzuncal, no tuvimos dificultad alguna para atravesar el rio. En una de las mulas cargamos toda, la impedimenta y en la otra montó la muchacha. Ande con cuidado y conla vista alerta nos dijo Pedro. Por aquí se encuentran de repente unos catilones que dan miedo. Como a las cinco llegamos a la laguna, alli tendimos nuestras hamacas, pues no habia cerca un solo árbol. Carazamba extendió su hamaca lejos de nosotros, Carazamba estaba maravillada. Nunca creí que el Petén fuera tan bello, dijo con el rostro soñador hacia los cielos. Así que comimos y nos preparamos a dar un paseo en las sabanas peteneras, ello me causaba viva emoción, yo iba adelante. Seguiamente la muchacha caminando casi junto a mí. Pedro cerraba la marcha. Avanzamos paso a paso alumbrando el camino. Paso a paso me fui acercando le vi los cachos y el pecho blanquecino, me detuve y le apunté.
XIII CAPITULO
Dos días despues con gran nostalgia contemplamos por última vez la extensión de llano que se perdería por el horizonte. Dimos con la lejanía el estampido de un tiro ese fue tiro de Mauser nacional dijo mi capataz. Otros dos disparos llegaron a nuestros oídos en rápida sucesión. Esos deben ser soldados-dijo Pedro con desconsuelo Pedro se adelantaría e iría a investigar. ¡Me quede de nuevo solo con la muchacha! Estábamos preocupados con tanta ilusión contemplábamos la llegada de un nuevo rio. Significaba el fin de
nuestra angustiosa peregrinación. ¡Buscamos un lugar adecuado quise encender fuego pero ella me contuvo! Carazamba estaba tendida a mi lado con los ojos fijos en la oscuridad del follaje. “venga” me dijo suavemente… Acérquese que quiero hablarle no tenga miedo. Me sentéa su lado ¿Qué se le ofrece? Le dije enciendendo un cigarro usted me cree una asesina sin alma y sin sentimientos… puede ser que tenga razón en muchas cosas, pero si tengo sentimientos. Usted parece un muchachito amistoso que le tiene miedo a las mujeres. Ya lo se que usted no me querránunca, pero no me importa, yo lo seguiré siempre. Su voz se quebró en un sollozo y todo giro a míalrededor. Busque sus labios rabiosamente la mordí y la estrujé, y ella devolvió mis caricias entre risas y sollozos, y ya no quise irme de allí por nada del mundo.
Noche inolvidable aquella en que apuré hasta la últimagota en la copa del placer, la luna se fue rumbeando y yo seguía abrazando a la muchacha. Me dijo que le llamará María. A la mañana siguiente comenzó nuestra fatalidad. Pedro llegó cansado u silencioso, supe que trai malas noticias. Habia llegado a la orilla del Machaquilá, Pedro se acerco tranquilamente y todos los readearon eran diez en total, despues loes saco el objetivo de su viaje, estaban alli destacados para atalayar a unos fujitivos que resultamos ser nosotros.
XV CAPITULO
Al día siguiente mientras almorzábamos, Pedro se ponía nervioso, no quise preguntarle nada temeroso de su respuesta. De pronto empecé a percibir un sonido como de ronroneo, lancha grito Pedro tierra sobre la hoguera. Tomamos las armas y nos fuimos a ocultar entre los altos camalotes donde podíamos ver, largo rato esperamos. Era una lancha de regular tamaño, vimos mucha gente no pudimos contarlos pero si distinguimos uniformes azules y mal trechos kepis. Con toda claridad oímos sus voces… ¡no descuiden las arias mucha! Grito alguien desde la lancha. Si ven cualquier novedad avisen luego pa parar. No cavia duda que era el propio presidente quien lo habia ordenado. Como si Carazamba hubiera adivinado mis pensamientos. No hay duda
que quieren cogerte vivo o muerto-me dijo amargamente. ¡Pero no te cogerán! Seguiremos escapando ¡pobre María! Di gracias a mi idea de no enterarla de que a ella la buscaban con tanto o mas empeño que a mi. Decidimos aprovechar ese mismo instante para cruzar el rio y así cruzamos por fin el Santa Amelia sin mayor dificultad. Pedro desvió su rumbo ligeramente al norte evitemos el Arrollo Maculis- me dijo. Un día amaneció lloviendo y la selva se puso más tétrica. Las noches eran húmedas y tristes. Era entonces cuando yo buscaba cobijo en los brazos de la muchacha. Carazamba sentiase culpable de mis desgracia. Yo tengo la culpa de todas tus desgracias amor mio ¡Ah! ¡pero no me arrepiento! ¡Ahora eres mio! Creí que Carazamba la terrible Carazamba de antes había muerto y ya quedaba tan solo María, la dulce y atormentada María.
CAPITULO XVI
Por fin llegamos a otra fuente del paraíso, esta vez era el San Juan. La ultima noche en el San Juan, tuvimos una visita. Buenas noches caballeros –dijo la voz mas aflautada que he oído, soy un solitario viajero en busca de un lugar donde hay gente arma en todo significativo y a guisa de saludo. Perdonaran ustedes mi nombre es Hermenegildo S. Fuentes Ramírez para servirle a usted y a estos señores. Nos explico que era de la ciudad de Flores en el Santa Mónica mis criados se pusieron de acuerdo para hacerme golpe de estado y robarme llevándose mi lancha de motor y una suma regular de
dinero. Los muy indios se dirigieron para estos rumbos y decidí seguirlos de atrasito ¿Dice que usted que vino de Santa Mónica? Pregunte interrumpiéndole, en el Santa Mónica debió usted encontrar una fuerte escolta patrullando el rio no me encontré un ser humano de que patrulla me hablan? ¿Cuánto hace que dejo el Santa Mónica? ¡Seis días señor!. Apartado con Pedro cerca de las hamacas. No creímos nada de cuanto nos dijo excepto que se había entrado por el Santa Mónica, también era verdad que no había escolta allí donde el pasó. Le tengo miedo al tipo ese me dijo Carazamba, comprendí cual era su miedo y no pude evitar una sensación molesta de repugnancia y decepción.
XVII CAPITULO
La pura verdad es que le decía a Pedro que vamos de mal en peor. En el Santa Mónica nos tiramos al pasión, aunque nos tengamos que abrir paso a punta de rifle! La muchacha iba hecha una lastima de lodo y su faz exangüe con las fiebres
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