CARAZAMBA
Enviado por caffy • 4 de Mayo de 2014 • Ensayo • 1.972 Palabras (8 Páginas) • 7.863 Visitas
CARAZAMBA
CAPITILO I
Carazamba encarna en su alma femenina, toda la complejidad, una mujer tropical en donde los torrentes imprimen pasión y sentimientos antitéticos, porque el trópico es así, las flores sirenas, clima sirena, en donde asecha callada la muerte… ¡En medio de todo esto existió Carazamba! Hija espuria de razas que se encontraron en el trópico y se entrelazaron cual torsal de víboras en celo, Carazamba, engendro en el trópico para dar forma humana a sus pasiones… y su grandeza sublime
El historial de Carazamba dio principio cuando tenía catorce años. En un poblado ribereño del Motagua. La esbeltez de su cuerpo hacía santiguarse a las comadres pueblerinas que la veían pasar, con un rasgueo enloquecedor. La conocí por Carazamba, así la bautizo su pueblo. Probablemente solo yo supe su verdadero nombre: ¡María! pero eso fue ya al final de su trágico destino. El sobrenombre lo debió a su aspecto. Morenísima, pero de facciones perfectas. Este aspecto virginal terminaba a contemplar el mundo a través de dos ojos verdes y felinos, como el verde de la víbora arborícola.
Era de verse el efecto que producían, como si aquel contraste en su físico fuera seña con que la marco el destino, sus entrañas fueron un horno de pasiones encontradas, y la llamaron Carazamba, las lenguas malévolas de su pueblo. Pero su andar, hablaba vorazmente a los sentidos de los hombres de su pueblo, encendiéndoles el loco deseo de danzar con ella en el festín de su carne.
Hubo uno, el más audaz quizá, que la espero a la orilla del río, el pañuelo azogándole el pescuezo, el hombre atalayaba al pie del amate, rechoncho de rió y sombra.
Un ruidillo de arena que se desmembraba bajo unos pies desnudos, una tinaja vuela hecha pedazos, señalaron el ataque felino del macho… lucha silenciosa en que nada había que decir, allí entre los tiestos de la tinaja Carazamba conoció el dolor y después mordió con lujurioso anhelo hasta sangrar los labios del hombre que la rindió.
Y en un descuido de este, cuando tendido con langor a su lado daba por terminada la batalla, la hembra le arrebato su propia daga y de un solo golpe la hundió en su pecho hasta la cruz, dejándolo clavado al a arena, tendiéndose el rio, que se sonrojaba con la sangre del sol.
CAPITULO II
¿Cómo se libró la muchacha d la cárcel?, su relato fue corto y evasivo. ¡Ella se defendió… Y eso fue todo! Aquellos ojos hechizantes… Flaquearon a los jueces, pero más lo hizo el Jefe Político del Departamento. “¡El canalla hallo su merecido con esta patoja valiente”! Y salió libre, para el encierro en la querencia del Coronel Jefe Político”Si no es por mi te estarías pudriendo en la Casanueva”, ya sabes cómo es el señor presidente con los asesinatos… ¡Fue por tu honra, ya lo sé! Carazamba miraba y callaba, enloquecía y el Coronel enloqueció, se la llevo a su finca y la tuvo bajo mil custodios, ¡Ya la muchacha era mujer, y que mujer! Sus diecisiete años los llevaba en encantos de uno en uno, las mujeres de la finca decían” Que era la hechura del diablo pa perdición de los hombres”
Pero la respetaban todos. Era la querida del amo y Más la “adoraba”, el hombre rudo casi no se asomaba por la jefatura de la Cabecera a atender sus quehaceres y tenía abandonados mujer e hijos por no separarse un solo instante de la muchacha.
Decía arrodillado al lado de la hamaca donde ella, aventaba su mirada hasta los celajes ponientes “¿Por qué ya no me hablas?...¡no estas contenta?...¡Te queres ir a otra parte? ¡A Guatemala?... ¡Decime!.
Y el hombre apretaba la mano regordeta, ella le dirigía una mirada indefinible e iba a enredar sus dedos entre las crenchas del Coronel… y con aquella caricia ronroneaba como un gato regalón bajo la hamaca.
El Coronel prohibía que los hombres se acercaran a la hacienda. Solo las mujeres, y las viejas-porque las jóvenes podían mal aconsejar-rodeaban a Carazamba. Y los mozos jóvenes sabedores de allí había un tesoro mortal, tristemente tratando de “cachear” un a vislumbre de lo que lo hacía soñar.
Comenzaba la tarde de un día de calor en el horizonte, llegó un correo de la cabecera. Entro el Capitán Martínez, ayudante de confianza del amo. El Capitán se apeó y pregunto por el jefe a una de las sirvientas. “Ta asiendo la siesta”. El Capitán Martínez se fue a sombrear en el brocal de un pozo, abierto al pie de un frondoso injerto. El sabía la orden de no pisar la casa de la hacienda y sabía la razón… Era un militar joven y apuesto de “escuela”, y de brillante porvenir. En vez entrábale la curiosidad por ver el tesoro que su jefe guardaba como un Otelo, que era causa de que se rumoraba que el señor presidente se estaba incomodando por poca actividad que se desplegaba en su departamento. Como era disciplinado y obediente, adrede se había sentado de espaldas a la casa.
Carazamba salió al corredor, con aquel su eterno andar, se fue aproximando al pozo. El Capitán oyó sus pasos, permaneció quieto sin voltear la vista. ¡Sin saber por qué tembló!... ¡Presintió algo que no pudo definir!
Por vía suita, sáqueme un poco de agua…¡Quiere?, oyó una voz, el Capitán se volvió con presteza… Carazamba le sonreía y le miraba fijamente…El Capitán torpemente, comenzó a bajar la cubeta. Cuando el agua salió, ya él Capitán estaba perdido.
CAPITULO III
Bajo la fronda del madrecacao un asombra se movió y fue a recostarse en el tronco. Momentos después otra sombra se acercó, se movía presurosa y en silencio, como si sus pies fueran alados. Por fin llego al lado del hombre que esperaba en el madrecacao.
Cuanto has tardado en venir mi amor -dijo el hombre- saliéndole al paso y tomándola por el tallo febrilmente. ¡No! ¡Ahora no soltame!...después. Se desasió del ímpetu del hombre. Ha costado que se durmiera-dijo la voz de Carazamba-. El hombre inquieto. ¿Aun persistes en
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