Cipriano Castro
Enviado por 13815461 • 3 de Noviembre de 2013 • 3.838 Palabras (16 Páginas) • 298 Visitas
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INTRODUCCION
Cipriano Castro la invasión de Castro fue una reacción de los liberales contra el gobierno despótico y continuista de Andrade y sus seguidores. El movimiento encabezado por Castro se llamó "Revolución Liberal Restauradora".
El movimiento de oposición más destacado que se enfrentó a Castro fue el de la "Revolución Libertadora" conformada por banqueros, empresas extranjeras y caudillos nacionales, los cuales llegaron a reunir 14.000 hombres.
Cipriano Castro fue el penúltimo caudillo nacional de la Venezuela agropecuaria. Como todos los caudillos de su tiempo, Castro ejerció el poder en forma autócrata. Su palabra era ley, sus deseos hechos realidad, las mejores tierras suyas. Su estilo pueblerino era de gobernante nacional, y su título: "Benemérito General".
El primer gabinete del gobierno tenía la intención de unir las fracciones liberales en conflicto para ese momento. En él participaban los ex-presidentes Andueza Palacio, Villegas Pulido, Rojas Paúl, varios generales del liberalismo y el General José Manuel Hernández (El Mocho Hernández). |
Esta integración no duró mucho tiempo, pues pronto comenzaron las dificultades en el gobierno. José Manuel Hernández (El Mocho), Ministro de Fomento del primer gabinete de Castro, renunció al cargo en octubre de 1899 para hacerle la guerra al gobierno desde el interior.
Le siguieron los movimientos armados de Nicolás Rolando, en Guayana y el de Celestino Peraza en Los Llanos. En 1901 se alzaron en armas Pedro Julián Acosta en Oriente; Juan Pietri en Carabobo y Carlos Mendoza, presidente del Estado Aragua, en La Villa cerca de la Victoria. Estos movimientos fracasaron por la coherencia y dominio de combate del ejército del gobierno, el cual poseía un moderno arsenal, además de mejores estrategias militares que las tradicionales.
BIOGRAFIA
José Cipriano Castro Ruiz (Capacho Viejo, Táchira, 12 de octubre de 1858 - Santurce, Puerto Rico, 5 de diciembre de 1924) fue un militar y político venezolano, que se convirtió en Jefe de Estado entre 1899 y 1908, primero Presidente de facto tras el triunfo de una guerra civil, y desde 1901, como Presidente Constitucional de Venezuela.
Nacido en Venezuela, en una población cercana a la actual ciudad de Capacho Viejo, hijo de José del Carmen Castro, agricultor de mediana posición y de Pelagia Ruiz. Después de realizar sus primeros estudios en su pueblo natal y en la ciudad de San Cristóbal, prosigue su formación en el Colegio Seminario de Pamplona (Colombia) (1872-1873). No obstante, dada su inclinación hacia la política, desatiende la educación formal para iniciarse en el conocimiento de los postulados del movimiento liberal colombiano. En tal sentido, no sólo examina los escritos de sus dirigentes más progresistas, entre ellos el poeta y panfletario José María Vargas Vila, sino que asiste como espectador a las concentraciones masivas del partido liberal de ese país. Finalmente, abandona la carrera eclesiástica para retornar a San Cristóbal, donde empieza a trabajar como dependiente de la casa Van Dissel, Thies y Cía, empleo que dejará para incursionar de manera definitiva en el mundo de la política.
Falleció en Santurce, Puerto Rico, el 5 de diciembre de 1924. Sus restos fueron trasladados a Venezuela en 1975 y sepultados en su pueblo natal.
VIDA POLÍTICA
En 1876 se opone a la candidatura del general Francisco Alvarado a la presidencia del estado Táchira. En 1878 trabajaba como administrador del periódico El Álbum cuando participó en la toma de San Cristóbal junto con un grupo de autonomistas que rehusaban a someterse a la autoridad del nuevo presidente del estado. En 1884, como consecuencia de un incidente con el párroco de Capacho, el padre Juan Ramón Cárdenas, es encarcelado en el retén de San Cristóbal de donde se fuga, a los 6 meses, para refugiarse en Cúcuta. Allí conoce a su futura esposa, la joven Zoila Rosa Martínez, conocida posteriormente como doña Zoila.
Dos años después regresa al Táchira, acompañando las fuerzas invasoras de los generales Segundo Prato, Buenaventura Macabeo Maldonado y Carlos Rangel Garbiras, quienes, una vez más, enarbolan la bandera autonomista frente a los atropellos del gobernador de la sección del gran estado Los Andes, general Espíritu Santo Morales. Durante el desarrollo de esta invasión, Castro derrotó al coronel Evaristo Jaimes en Capacho Viejo y al propio gobernador Morales en la ciudad de Rubio, lo que le valió ser ascendido a general y convertirse en un importante figura política dentro del gran estado Los Andes. Según lo refiere la tradición histórica, fue en el entierro de Evaristo Jaimes - quien murió en combate - que Castro conoce a Juan Vicente Gómez, su futuro compadre y compañero de armas.
En 1888, cuando Carlos Rangel Garbiras es designado presidente del gran estado Los Andes, Castro accede a la gobernación de la sección Táchira, posición desde la cual comenzará a construir su propia base de poder regional.
En 1890 se encarga de la Comandancia de Armas y posteriormente es electo diputado por la sección Táchira al Congreso Nacional. La actuación de Castro en el Parlamento le permitió darse a conocer entre las esferas políticas caraqueñas, y en especial en el círculo del entonces presidente Raimundo Andueza Palacio, con quien comulga en sus planes continuistas. Con el objeto de apoyar de manera efectiva a Andueza regresa Castro al Táchira en marzo de 1892, donde recibe la colaboración de Juan Vicente Gómez, Emilio Fernández y Francisco Antonio Colmenares Pacheco, con quienes organiza un ejército para enfrentarse a la Revolución Legalista que se ha fomentado en todo el país, y que tiene entre sus principales jefes a Joaquín Crespo.
Sin embargo, Vargas Vila dijo de Castro en su obra Los Césares de la Decadencia: “muy joven fue nombrado Diputado al Congreso Nacional y, llegó a él ignorante como un sármata de Gabinus e impetuoso como el caballo de Atila. Tuvo la elocuencia de un bárbaro, unida a la audacia de un beduino. En aquel Parlamento, donde aún se conservaban las formas de la vieja austeridad tribunicia, que Fermín Toro había sabido hacer ilustre con su elocuencia, y Santos Michelena había querido hacer heroica con su martirio, Cipriano Castro entró como una ráfaga venida de la selva, llena de gritos bárbaros y confusos. Su verbo extraño, lleno de giros salvajes y de figuras desconcertantes, tomadas en plena naturaleza virgen, asombró al Congreso, que creyó loco
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