Civilización micénica

Civilización micénica

Entre 1600 y 1000 a. C., en el nordeste de la región de la Argólida surge una cultura que muy pronto abarcaría casi todo el territorio griego: la civilización micénica, que se expandió por todo el Dodecaneso (las 12 islas principales del archipiélago de las Cícladas), llegó hasta Sicilia, al sur de Italia y estableció contactos con Egipto y con Ugarit, centro comercial Sirio.

Hay claros indicios de que, hacia el año 1250 a. C., los principales centros del mundo Micénicos (Micenas y Tirinto) fueron destruidos por el fuego, hecho que ocasionó el desplazamiento de las primeras fundaciones. Gran parte del actual conocimiento que se tiene sobre la Grecia Micénica se debe a la labor de Heinrich Schliemann y, desde luego, a las muy precisas descripciones topográficas y sus costumbres que abundan en la Iliada y la Odisea, de Homero.

A partir del hallazgo de Michael Ventris en 1952, de un gran grupo de tablillas en arcillas endurecidas por el fuego, y el posterior desciframiento de la lengua que estaban escritas (que se había nombrado línea B, al descubrirse que era griego), se han podido reconstruir los principales rasgos de la política, la economía y la vida micénica. En lo político se sabe que Micenas estaba organizada como una Monarquía Centralizada, muy burocratizada y con control efectivo sobre los territorios dominados; como prueba de esto, se aduce el contenido de las tablillas que, al parecer, es un inventario de los productos entregados al Palacio como pago de tributos. A la cabeza de la compleja administración política se encontraba un Rey (Wanax), asistido por un comandante en jefe (Lawagetas). Debajo de ellos se encontraba una serie de funcionarios, cuyas tareas están bastante claras: Telestais (concesionarios de tierras enfeudadas), basileus (reyes en las distintas provincias).

En cuanto a la economía, las tabillas permiten interpretar que la agricultura era intensiva, sobre todo la producción de cereales y de frutas de arbustivas (olivo); la ganadería también era floreciente; las tablillas hacen referencias a varios miles de cabezas de ganado mayor y menor. Pero, tal vez, lo que mas sobresale es la especialización de la industria: cerámica de exportación, textiles, metalurgia, armería, orfebrería y trabajos en marfil, entre otros.

La cultura Micénica aparece como resultado de la función de los elementos griegos (Aqueos) y Cretominoicos, como lo prueban las pinturas en cerámica, los frescos y la utilización en el continente de sellos y anillos de origen Cretense. Pese a esto, los Micénicos se diferenciaron por su vigor arquitectónico. Heredaron de sus antecesores Heládicos (griegos continentales) el Mégaron, amplia sala de planta cuadrada con antesala y vestíbulo.

A los Micénicos se debe, igualmente, el proceso en el sistema de tumbas, el cual pasó de uno sencillo de pozo a los tholoi o cámaras funerarias circulares con hiladas sobresalientes en piedras, rematadas en una cúspide donde se atestigua el virtuosismo artístico. Desde el siglo XIV a. C., en la cerámica micénica se desarrolla con plena libertad los moldes minoicos, en particular el “Recipiente Peregrino”, vasija de falso cuello y las crateras decoradas. Son muy comunes las figurillas de arcilla con representaciones femeninas, tal vez, de carácter votivo.

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