Colegio De San Ildefonso

Con la expulsión de los jesuitas en 1767 del antiguo colegio San Ildefonso, estos decidieron refugiarse en la Casa Profesa por 4 años, en 17 de julio de 1771 Juan de Soria entrego las instalaciones y certifico la salida de colegiales. Después de la expulsión, se reabrió el colegio, haciendo un acto ritual en la que asistieron personajes importantes de esa época, decidieron dejarle el nombre que tuvo en su primitivo origen y del específico real patronato. Una vez reabierto el colegio sus bienes no fueron restituidos, debido a que decidieron hacer una relación de hacienda con la que contaba el Colegio en 1771 ya que las fincas no pertenecían al Colegio. Durante 1771-1777 apareció uno de los primeros documentos en los que nos mencionan es que los catedráticos no podían mantener a los niños de este colegio, debido a que fue una regularización de la vida de los estudiantes. El documento presenta que la institución era apto para “niños ricos”, marcando una diferenciación social, fue hasta en 1796 el rector presento un documento al virrey que hay un monto de dinero, este es el sobrante a favor del Colegio, debido a que se necesita una ración alimenticia y se gastaba en los sirvientes indios de los colegiales. Instituyó una especie de ayudantía hacia las labores académicas, en la los estudiantes auxilian a los maestros. Cabe mencionar los festejos y las prohibiciones que desataban en el Colegio, uno de los ejemplos fue en 1778 San Juan, encontró una carta que dirigida al juez argumentando que había cumplido la orden de no festejar, pero al mismo tiempo manifestándole que se le hacía injusto quitar esa costumbre tan arraigada. Con el paso del tiempo fueron siendo cada vez más cerradas las posibilidades de libertad, a partir de 1779 la libertad fue prohibida, debido a que esto tenía los colegiales. Este documento de 1779 la importancia del antiguo colegio, el que menciona la necesidad de promover ministros útiles a la religión y al estado. Poco después incluyeron el reglamento festivo, en el que permite celebrar de forma religiosa y profana, también que fuera privilegiado. Las celebraciones se realizaran cuando hubiera dinero sobrante del Colegio, poco después la vida cotidiana del colegio era básicamente acatar estas reglas en las que tenían restricciones, estas marcaron fuera y dentro por ejemplo marcaron nuevamente la diferencia social marcada por la ropa, divididos en reales y seminaristas, estos tenían la misma beca pero con diferentes vestuario, aunque tenía que ser del mismo color que exigía. Básicamente la vida privada tenía que ser protegida de la influencia del exterior.

...