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Conflicto armado Colombiano


Enviado por   •  29 de Octubre de 2018  •  Ensayo  •  1.428 Palabras (6 Páginas)  •  137 Visitas

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UNIVERSIDAD  COPERATIVA DE COLOMBIA

CIELO VANESSA ANDRADE BURGOS

HUMANIDADES III

TEMA GENERAL:

  • Conflicto armado Colombiano

DELIMITACION TEMA O TESIS

         

Colombia ha sido inundada de sangre y lágrimas. Inocentes, culpables; revolucionarios, militares; campesinos, ciudadanos; todos se han reunido en las cifras de violencia que decepcionan a cualquier humanista. El conflicto armado en Colombia tiene muchas fuentes originarias, y, aun así, no desacertamos cuando afirmamos que en la cuestión del campo es tal vez un símil al Florero de Llorente. En efecto, los negociadores de Paz en la Habana, Cuba, han reconocido que el mejor punto para dar inicio a un acuerdo honesto, es una Reforma Rural Integral  (RRI). De esta manera conduciríamos el país hacia un nuevo campo.

PREGUNTA PROBLEMA:

  • Realmente, ¿Existe la paz y la igualdad social en actualmente en nuestro país?

HIPOTESIS:

Tomamos este planteamiento para asemejar a la realidad colombiana: “el pez gordo cree que el mundo es justo, que cada uno tiene lo que se merece; el mediano  tendrá una concepción regulada por algunas condiciones, pero aceptará que gran parte de lo que  vive es porque así se lo ha ganado; por último, el pez pequeño dirá que el mundo es injusto; y no solo eso, posiblemente considere que no pude hacer nada para cambiarlo”

OBJETIVO GENERAL:

Informar argumentos precisos de la realidad social colombiana, la falsa paz que se vive día a día y la desigualdad social que existe en nuestro país.

Es necesario que nosotros como estudiantes empecemos con un nuevo pensamiento político diplomático, no solo es corrupción y llenar el bolsillo personal. Por ellos me motive a realizar este ensayo de forma crítica, con un poco de historia para poder basarme en hechos y realidades sociales.

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BORRADOR

LAS VENTANAS ROTAS DE MI PAIS

Son muchas las características de la cultura occidental lo que la hacen cada día más decadente. Podríamos emplear muchas energías en citarlas todas, pero eso no es lo que nos proponemos acá. Para comenzar, lo que sí es de nuestro especial interés es aquello que se tiende a pensar respecto a las condiciones económicas de una población. Nos explicamos: el pez gordo cree que el mundo es justo, que cada uno tiene lo que se merece; el mediano  tendrá una concepción regulada por algunas condiciones, pero aceptará que gran parte de lo que  vive es porque así se lo ha ganado; por último, el pez pequeño dirá que el mundo es injusto; y no solo eso, posiblemente considere que no pude hacer nada para cambiarlo.  Puede ser difícil situar con exactitud a un grupo de personas en una de esas categorías de actitudes y percepción social, pero algo es seguro: siguiendo esa plausible realidad, una nación como la nuestra se hace cada vez más desigual. Los ricos son más opulentos; los pobres cada día son más miserables.

     Lamentablemente, esto que acabamos de plantear no se aleja mucho de la realidad Colombiana. Tampoco dista demasiado de la historia de este país. En otras palabras, los peces gordos han tomado cuanto quieren, y actualmente continúan haciéndolo. En contraste, los peces pequeños del estanque parecen no ver más opción que resignarse a que su precaria condición es congénita, y nada puede hacer en contra de esta mala fortuna de venir de una cuna barata. Precisamente fue de esta forma como se inició la enorme brecha entre los campesinos y los citadinos. Hoy, esa separación no es una simple brecha, antes bien es un abismo inconmensurable que, en algún punto en el pasado, dio lugar a un intento de revolución armada: las FARC-EP

     Desde ese momento hasta este en el que hablamos, Colombia ha sido inundada de sangre y lágrimas. Inocentes, culpables; revolucionarios, militares; campesinos, ciudadanos; todos se han reunido en las cifras de violencia que decepcionan a cualquier humanista. El conflicto armado en Colombia tiene muchas fuentes originarias, y, aun así, no desacertamos cuando afirmamos que en la cuestión del campo es tal vez un símil al Florero de Llorente. En efecto, los negociadores de Paz en la Habana, Cuba, han reconocido que el mejor punto para dar inicio a un acuerdo honesto, es una Reforma Rural Integral  (RRI). De esta manera conduciríamos el país hacia un nuevo campo.

     Como ciudadanos de Colombia somos muchas cosas, buenas y malas, pero por encima de todo, somos muy indiferentes a lo que nos rodea, a ese flagelo de las poblaciones menos desarrolladas- -considere el desarrollo, en este caso, estrechamente relacionado con la educación y el sentido moral-, los psicólogos sociales le han dedicado varios estudios y experimentos, sus hallazgos pueden arrojar algo de luz al por qué y al cómo de nuestra situación.

     Imaginemos a una joven golpeada, violada y apuñalada afuera de su apartamento. Sus alaridos impregnan el aire del conjunto residencial.  Muchos oyen, nadie llama a la policía, otros incluso salen a la ventana y solo se quedan observando. Eso fue lo que le paso a la pobre Kitty Genovese hace algunos años en Nueva York. ¿Los vecinos son malos por no actuar frente a una evidente situación violenta? Para nada. Aunque muchos periódicos así vendieron la tragedia, los científicos sociales encontraron algo mucho más interesante: nuestra carga de responsabilidad es inversamente proporcional al número de personas presentes (Schwartz y Gottlieb, 1980). En otras palabras, por más inadmisible que sea la acción del criminal, si vemos que los demás no hacen nada al respecto probablemente nosotros tampoco actuemos, llegamos a percibir la ocasión como algo normal. Normalizamos –y, por lo tanto, banalizamos- el mal. Kitty Genovese, esa joven maltratada frente a numerosos testigos, me recuerda el Estado Colombiano, siendo masacrado sistemáticamente mientras la mayoría solo observa cómo se desangra lentamente hasta la muerte.

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