Critica Al Fascismo

En este ensayo, el autor Stanley G. Payne, se propone definir el fascismo a través del estudio comparado de los distintos movimientos que bajo este nombre han sido identificados a lo largo del siglo XX.

Payne expone al inicio del escrito una definición de fascismo mediante una serie de características comunes a los regímenes fascistas, acudiendo a los seis puntos postulados por Ernest Nolte: anti marxismo, antiliberalismo, anti conservadurismo, el principio de caudillaje, un ejército de partido y el objetivo del totalitarismo. Pero para llegar a una definición por criterios aplicable a todos los movimientos fascistas de entreguerras, el autor identifica: las negaciones fascistas, los puntos comunes en cuanto a ideología y objetivos y las características especiales comunes de estilo y organización.

Los puntos comunes en cuanto ideología y objetivos serían: la creación de un nuevo Estado nacionalista autoritario, no basado únicamente en principios tradicionales; organización de algún tipo de estructura económica nacional integrada, regulada y pluriclasista. Y las características comunes de estilo y organización: importancia de la estructura estética de los mítines, símbolos, con insistencia en los aspectos románticos y místicos.; tentativa de movilización de las masas y su militarización; uso de la violencia; tendencia específica a un estilo de mando personal, autoritario y carismático.

Payne destaca en primer lugar que el término fascismo como fenómeno es muy complejo; por ello lo subdivide entre derecha autoritaria y extrema derecha, dotando a ambas divisiones con unos rasgos propios que las caracterizan. Para él, todos los regímenes que son anticomunistas o antidemocráticos son fascistas.

Según la opinión del autor, el fascismo siempre se ha tratado como un fenómeno exclusivamente europeo. Para él como decía antes, el fascismo aparece después de la Primera Guerra Mundial después del derrumbamiento tanto cultural como moral y, según mi opinión, con la esperanza de crear una sociedad nueva, reordenada y más uniforme con la cual se dificultaría el surgimiento de una nueva guerra, aunque, como después sucedió, la Segunda Guerra Mundial fue propiciada por uno de estos fascismos, el más agresivo; el alemán.

Payne habla de la Italia fascista de Mussolini quien exaltaba la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprimía la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo. Utilizaba hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder, Benito Mussolini en el que se concentraba todo el poder. Aprovechaba los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la propaganda, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población. Cabe destacar que no hubo en ningún sistema fascista ni planes quinquenales al

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