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Demagogia


Enviado por   •  5 de Mayo de 2013  •  1.524 Palabras (7 Páginas)  •  516 Visitas

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CONSECUENCIA SOCIAL DE LA DEMAGOGIA POLITICA PARTIDISTA EN LA EDUCACION Y LA SEGURIDAD SOCIAL

El tema de demagogia política partidista en Venezuela cobra, cada día, mayor repercusión en los medios de comunicación y en el debate educativo y en seguridad social, a tal punto que el término es de uso permanente en el espacio mediático venezolano. La participación política de actores de la sociedad civil, y su intervención en lo público, se hace desde lo mediático, pasando a ser los medios y estrategias de comunicación un espacio desde donde se construye la acción política, y no solamente un recurso para fortalecerla. Este fenómeno coloca en debate aspectos como representación y ciudadanía, asimismo interpela sobre la construcción del espacio público y el papel del Estado.

En fin, la palabra política ha recibido diferentes denominaciones lo cual dificulta explicar a la ciudadanía su finalidad. Pero hoy en nuestra sociedad la palabra política se asocia a política partidista, es decir el pertenecer o simpatizar con un Partido Político. manutencion

La política partidista en la educación es la forma en que se expresa la competencia política por acceder al gobierno. Mientras tanto podemos definir a los Partidos Políticos como los organismos que deben aglutinar intereses afines, los cuales deben expresar y comunicar a través de su concepción política sus planes de gobierno.

El distanciamiento de los Partidos Políticos de sus ideologías y el acercamiento al juego de intereses, trae como consecuencia el debilitamiento de nuestra democracia, porque da lugar al surgimiento de caudillos sin principios, quienes abusan de la ignorancia de nuestros ciudadanos inocentes y de sus necesidades sociales para obtener sus beneficios personales, estos supuestos líderes políticos hacen de la política un carnaval, creyendo que uniformando a todos sus seguidores con sus eslóganes a través de sombreros, gorras y suéteres, intimidarán a sus adversarios.

Hoy es necesario hacerle llegar a la ciudadanía y sobre todo a la juventud que clama por una mejor Republica, que todavía existen ciudadanos dispuestos a trabajar sin pensar en recompensas, el de trabajar de acuerdo a lo establecido en nuestra Constitución y las leyes, con virtud y sobre todo al servicio de los verdaderos intereses de la patria, buscando el bien común que es el buscar el respeto y promoción de los derechos fundamentales de toda persona.

Porque aquel político que derrocha su fortuna para ascender al poder y abre sus alcancías para comprar la conciencia de nuestros inocentes ciudadanos, será el mismo que venderá su voto a falsos inversionistas que muerden las arcas del Estado y se llevara los sueños y la esperanza de miles de panameños confiaron en aquel que prometió y no cumplió sus planes electorales. Es hora de saber distinguir quienes son verdaderos políticos y quienes son politiqueros, para fortalecer la democracia y nuestras instituciones públicasEl trato demagógico hacia el pueblo tiene en la historia política suramericana un número incontable de capítulos. Si colocáramos en libros las promesas hechas a la población por candidatos presidenciales, funcionarios ministeriales y cuánto personaje público esté cerca de las instancias del poder, no alcanzaría el espacio de las bibliotecas nacionales para almacenarlas, ni habría sistema de catalogación que pudiera darle orden, sentido y justificación.

En Venezuela, país que en promedio ha sostenido durante los últimos cincuenta años una de las mejores dimensiones económicas de la región, y una de las tradiciones democráticas más estables (ininterrumpida desde 1948), resulta inexplicable e ilícito la aplicación del discurso demagógico y menos aún la presencia de indicadores sociales y económicos negativos.

Sin embargo, la demagogia se tornó costumbre en nuestra política nacional, al punto de alcanzar efectos alarmantes, como el de cegar la voluntad del pueblo por años y producir la atrofia de su conciencia social, hasta

convertir al ciudadano venezolano en una especie de máquina robotizada, a la cual se programaba para entender la democracia fundamentada en tres aspectos bastante degradantes de su naturaleza perfectible:

1.- El cíclico ejercicio del voto electoral, impuesto además bajo patrones escasamente alternativos;

2.- La representación política bi-polar, manejada mediante cúpulas directivas, sin real participación de base; y

3.- La sumisión a una doctrina de mercado que imponía las reglas políticas de participación social y de ejercicio gubernamental; es decir, determinaba la relación pueblo-gobierno.

El instrumento o vehículo más eficaz para la programación de la conciencia de participación política de la población era el Partido, institución cuyos mecanismos de desvirtuación ideológica y control social llegaron incluso a penetrar y accionar dentro de los núcleos comunitarios, asociativos y gremiales más representativos para la sociedad venezolana –por lo menos durante las décadas de los 70 y 80-: las asociaciones de vecinos, los sindicatos laborales y el estudiantado.

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