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Dioses y heroes


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2017  •  Monografía  •  5.983 Palabras (24 Páginas)  •  303 Visitas

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El león de Nemea: Heracles se enfrenta contra una bestia que tiene la forma física de un león pero de piel impenetrable por sus flechas, así que el único modo de vencerlo fue metiendo su brazo con todas sus fuerzas en la boca de la bestia quien murió asfixiada por la falta de oxígeno.

La Hidra de Lerna: Heracles se enfrenta a una poderosa Hidra de muchas cabezas y aliento ponzoñoso, criada desde pequeña por la mismísima Hera para acabar con el héroe, esta vez para matar a la bestia hizo uso de un pañuelo que lo uso tapando su nariz y boca, para evitar los vapores venenosos que emanaba la criatura y necesito la ayuda de su sobrino Yolao quien cada que Heracles cortaba una cabeza, él las cicatrizaba con fuego.

El Jabalí de Erimanto: El valiente Heracles ahora tiene que atrapar a un Jabalí que es de un tamaño gigantesco y así de ese modo logra cansarlo hasta atraparlo con una cadena y lo lleva cargando en sus hombros.

La Cierva de Cerinia: Heracles logro atrapar a la cierva sin hacer uso de su fuerza contra la cierva ni herirla, solo uso una flecha que no la hirió gravemente, solo impidió que corriera con toda su velocidad, logrando así atraparla.

Los Establos de Augias: Heracles llega a este establo hace uso de sus habilidades para ayudar en este lugar donde tiene muchas tareas, como hacer canales para los ríos, hacer limpieza, etc.

El toro de Creta: Existía un toro tan poderoso que solo pudo ser dominado por el héroe para desviarlo del camino y llevarlo hasta Grecia donde sería dominado por otro héroe comparable.

Las yeguas de Diomedes: Heracles esta vez tenía que atrapar a unas salvajes yeguas hambrientas de carne humana y un poco salvajes, no fue que se calmaron hasta que se devoraron al rey que las custodiaba celosamente, luego se hicieron más dóciles y dejaron ser atrapadas por el héroe quien las llevó hasta el monte del olimpo donde fueron liberadas y devoradas por las bestias que allí habitaban.

El cinturón de Hipólita: Esta vez Heracles fue hasta donde vivían las amazonas, allí se enamoró de la reina de ellas y esta lo dejo ir entregándole el cinturón, pero la diosa Hera se disfrazó de una amazona y logro engañar al resto para atacar a los hombres de Heracles quienes reaccionaron contra atacando iniciando así una batalla que terminó con la muerta de la reina en manos del propio Heracles quien luego se enteró que era otro engaño de Hera.

Los bueyes de Gerión: Su siguiente trabajo le llevó aún más lejos de casa, hasta la mítica isla de Eritea, en el punto más occidental pasada la península Ibérica. Los bueyes de Gerión, rey de Tarteso, en España, pastaban en aquella isla. Gerión era descendiente de Medusa, según algunas versiones, aunque otras afirmaban que venía del titán Océano. Se trataba de un gigante con tres cabezas, tres troncos y seis brazos. Su fuerza era extraordinaria y su ganado estaba atendido por su pastor Euritión y su perro de dos cabezas Orto.

Las manzanas de Oro de las Hespérides: Heracles le pidió ayuda a Atlas, que gustosamente fue a por las manzanas mientras el héroe sostenía momentáneamente la bóveda celeste. Pronto regresó con las manzanas de sus hijas y, como no le gustaba sostener el firmamento sobre sus hombros, se ofreció a regresar a Micenas y entregar personalmente las manzanas a Euristeo tras el fatigoso viaje. Pero Heracles no perdió la cabeza y alabó la iniciativa de Atlas, tras lo cual le pidió que le pusiese bien la bóveda sobre los hombros con un cojín para no hacerse daño. Atlas accedió a su deseo y sujetó la bóveda, momento que aprovechó Heracles para coger las manzanas y despedirse del gigante iniciando el camino de regreso a Micenas, donde le presentó las manzanas al rey.

El Can Cerbero, el perro de los muertos: Heracles se encontró con muchas almas, como la de Teseo, cuya salida de este mundo negoció él mismo, la repulsiva Medusa y Meleagro, uno de los Argonautas y asesino del jabalí Calidonio (ver Atalanta y Moiras, Las). Heracles quedó tan impresionado con la historia de su muerte que le prometió casarse con su hermana Deianeira. Después siguió su viaje por el mundo de la oscuridad y, tras degollar el ganado de Hades para que las almas pudiesen probar la sangre, Perséfone le pidió que tuviese más cuidado en adelante. Movido por la furia, llenaba el aire con sus ladridos, derramando espuma por su boca que contaminaba los verdes campos. Sobre la espuma se sentaron y allí se alimentaron recibiendo poderes dañinos; inmediatamente después brotó una planta venenosa sobre el suelo pedregoso a la que los agricultores llamaron “acónito”. A la llegada a Micenas, Euristeo se escondió en su jarra, muerto de miedo tras ver al animal. Finalmente tuvo que liberar a Heracles y así pudo llevar a Cerbero de vuelta al Averno.

Heracles y Deyanira: Un centauro salvaje llamado Neso intentó violar a Deyanira mientras la ayudaba a cruzar el río Eveno. Heracles vio lo que ocurría desde la otra orilla y disparó una flecha envenenada al pecho de Neso. Agonizando, el centauro mintió a Deyanira contándole que la sangre de su corazón aseguraría que Heracles la amase para siempre. Deyanira creyó las palabras del centauro y guardó un poco del veneno. Cuando su confianza en él empezó a menguar, Deyanira untó con la sangre de Neso la famosa túnica de cuero de Heracles. Mandado por ella, Licas, siervo de Heracles, le llevó la túnica, el héroe se la puso y murió lenta y dolorosamente al quemarle la piel la prenda (con llamas reales o por el calor del veneno). Por lo que el héroe fue recibido por los dioses, hasta se reconcilio con Hera y como prenda le entregó como esposa a Hebe, su hija, diosa de la juventud.

Jason, los argonautas y el vellocino de oro: el conflicto que habría de enfrentar a griegos y asiáticos por el control de las rutas comerciales que traían cereales desde los ricos campos de las costas meridionales del Mar Negro. La conquista del vellocino de Oro se refiere a hechos y personajes que preceden en una generación a los involucrados en la Guerra de Troya, envolviendo en la trama a gran cantidad de célebres guerreros y héroes: los gemelos Cástor y Pólux, Hércules, Peleo (padre de Aquiles), el músico Orfeo,... La trama de este mito se inicia con un rey griego, Atamante, que repudió a su esposa Nefele (con la que tenía dos hijos, Frixo y Hele) para casarse con la princesa Ino. Era Ino una mujer malvada, y al casarse con Atamante planeó la muerte de sus herederos para que fueran sus propios hijos los que aspiraran al trono. Para llevar a cabo su plan, se apoderó de todo el grano reservado para ser utilizado para simiente del reino de Atamante y lo tostó, con lo que obviamente ese año ninguna cosecha fue obtenida. Espantados, los campesinos acudieron al rey, que consultó con el oráculo del reino, previamente seducido por la maquiavélica Ino, quien sentenció que ninguna cosecha germinaría a menos que los hijos de Nefele fueran asesinados. Nefele, horrorizada frente al altar del sacrificio, imploró ayuda a los dioses, que respondieron enviando un carnero mágico, con el pelaje de oro y la capacidad de volar. Los niños escaparon a lomos del animal, que los condujo por los aires fuera de los territorios griegos. Al cruzar el estrecho que separa la Grecia continental del Asia Menor, la hija de Nefele, Hele, cayó al mar y se ahogó: desde entonces, aquel estrecho es denominado Helesponto o Mar de Hele. El carnero llevó al afligido Frixo hasta el país de la Cólquida, situado al sur del Mar Negro, donde sus habitantes acogieron al niño, que en señal de agradecimiento, sacrificó al carnero y les entregó su dorado vellocino. Tiempo después, en la ciudad griega de Tesalia, reinaba Pelias, hombre cruel que había usurpado el reino a su legítimo propietario, Esón. Un oráculo predijo a Pelias que moriría a manos de un hombre calzado con una sola sandalia. El hijo de Esón se llamaba Jasón, y desde el exilio se dirigió a Tesalia para recuperar su reino. Fue llevado ante Pelias, que al verlo entrar en el salón del trono no pudo reprimir su miedo al comprobar que tan sólo estaba calzado con una sandalia. Las intenciones de Jasón, a pesar de todo, no eran matar a Pelias: le dio que podía conservar todos los bienes malversados durante su reinado, los ganados, el oro... todo excepto el trono, que debía ser devuelto inmediatamente al linaje de Esón. Pelias accedió, pero imponiendo una condición: Jasón debía traer a Tesalia la piel del Carnero de Oro, el vellocino de aquel mítico animal que se hallaba en la Cólquida. Y es que Pelias sabía muy bien que aquella era una empresa imposible, y que mandaba a Jasón a una muerte segura. Pero ante los ojos espantados de los súbditos del reino, Jasón aceptó el encargo, ordenando a los mensajeros de Pelias que difundieran la noticia de una gran expedición por mar a la desconocida Cólquida, en busca del Vellocino de Oro. Al mensaje respondieron los más grandes héroes griegos: el poderoso Hércules, hijo de Zeus, Orfeo el músico, capaz de encantar a las bestias con su lira, los gemelos Cástor y Pólux, hijos también de Zeus y grandes guerreros, Peleo, que llegaría a ser rey de Egina y padre de Aquiles... todos ansiaban embarcarse en el Argos, el buque destinado a llevarlos a través del Mediterráneo hasta alcanzar el Mar Negro, conocido entonces como el Mar Enemigo. 
Zarparon de las costas griegas, y el primer escollo que encontraron fue al repostar en una pequeña isla: el escudero de Hércules, un joven llamado Hilas, fue raptado por una ninfa, que lo sumergió en las aguas de un estanque del que ya no saldría. Hércules emprendió una búsqueda desesperada de su amigo, pidiendo a los Argonautas que zarparan sin él. 

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