EL CULTO A LA PERSONALIDAD
Enviado por • 25 de Octubre de 2014 • Informe • 5.135 Palabras (21 Páginas) • 195 Visitas
ALVARO URIBE VELEZ: EL CULTO A LA PERSONALIDAD
UN FENOMENO SOCIO-POLITICO
El Uribismo, no es ni un partido, ni un movimiento político. Sino que es un fenómeno social, con importancia política, sustentado en el culto a la personalidad o al a persona. Es así que por Uribismo se entiendo en Colombia al apoyo popular a las políticas y programas de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) .
De manera que por culto a la personalidad entendemos la:
Ciega inclinación ante la autoridad de algún personaje, ponderación excesiva de sus méritos reales, conversión del nombre de una personalidad histórica en un fetiche. La base teórica del culto a la personalidad radica en la concepción idealista de la historia, según la cual el curso de esta última no es determinado por la acción de las masas del pueblo, sino por los deseos y la voluntad de los grandes hombres (caudillos militares, héroes, ideólogos destacados, &c.). Es propio de diversas escuelas idealistas atribuir un valor absoluto al papel de las personalidades eminentes de la historia (Voluntarismo, Carlyle, Jóvenes hegelianos, Populismo) .
Es por esta razón, que para realizar un trabajo completo sobre el Uribismo es necesario analizar las características del ex presidente Uribe y las del pueblo colombiano. Así, como las causas de la divergencia tan marcada entre la popularidad de Uribe y los análisis y evaluaciones de su gobierno despiertan interrogantes de interés. ¿Será que la gran mayoría de electores no entienden la realidad del país y votan equivocadamente? ¿Será que los analistas no entienden al país y a los electores? ¿Será que los intereses de los electores y los de los analistas son divergentes y cada cual promueve el suyo?
Primero, Colombia es un país diverso donde no existe un acuerdo sobre puntos fundamentales como qué es el Estado o cuál es su papel y cuál debería ser la relación entre él y los individuos que lo conforman.
En una organización política moderna los ciudadanos tienen derechos independientemente del Estado, y la Constitución es un instrumento para limitar el poder de los gobernantes de manera que no violen los derechos individuales o abusen del poder. En Colombia la mayoría de las personas no son ciudadanos en el sentido moderno sino siervos que dependen de la benevolencia del gobernante, líder o gamonal de turno. Para ellos el Estado es algo distante al cual no pertenecen. En este contexto, el Estado está controlado por un grupo político o élite que lo maneja de acuerdo con sus intereses, creencias y veleidades. En un Estado moderno, los ciudadanos ejercen sus derechos de manera independiente del gobernante y ellos son parte del Estado. Esto no sorprende en un país donde la mayoría de personas ha padecido violencia, tiene temor de ser robada, asaltada o extorsionada y siente que tiene que protegerse de los demás porque el Estado no la protege. Los colombianos temen tomar un taxi en la calle y los taxistas temen tomar ciertos pasajeros; la gran mayoría ha conocido a alguien que ha sido asesinado o que ha sufrido un “paseo millonario”, secuestro o extorsión.
La inseguridad generalizada genera una búsqueda de tranquilidad y un conservadurismo muy fuerte. Por ejemplo, muchos colombianos que han logrado tener una pequeña vivienda o ser dueños de un taxi quieren proteger sus pequeñas pertenencias y tienen gran desconfianza de quienes proponen cambios radicales en la sociedad. El colombiano en particular y la sociedad colombiana en general son hoy profundamente conservadores.
Para tener un Estado moderno se requiere que los individuos se sientan ciudadanos, con derechos y deberes independientes del gobernante de turno. Se requiere tener confianza en los demás, que también son ciudadanos. Esta confianza genera un sentido de pertenencia que se expresa en sentimientos de solidaridad, reciprocidad y respeto. Cuando no hay confianza en los demás, es imposible tener un Estado y una ciudadanía moderna, porque ser ciudadano requiere identificarse con la sociedad, con todos los demás miembros de ella
Álvaro Uribe fue elegido Presidente en 2002 en un momento en el que la gente tenía temores y sentimientos profundos de inseguridad después de un período en el que se consolidó el narcoterrorismo y se sucedieron gobiernos aparentemente débiles bajo los cuales se fortaleció la guerrilla. La situación era tal que la movilidad en el país se vio disminuida por el temor al secuestro y se llegó a hablar en serio de que las FARC se iban a tomar a Bogotá. Uribe capitalizó esos sentimientos de temor y elaboró una agenda basada en la búsqueda de la seguridad que llamó democrática.
El nuevo Presidente no fue un oportunista. Es cierto que identificó sentimientos profundos de los colombianos y adaptó para ellos su campaña y discurso. Sin embargo, si se buscaba capitalizarlos políticamente se requería tener cualidades de liderazgo, las que mostró con amplitud. Uribe ha sido lo más cercano a un caudillo que ha tenido Colombia en los últimos 50 años de historia.
Como todos los seres humanos, Uribe es producto del entorno de su niñez y primera juventud. Y al igual que la mayoría de los colombianos, es una persona con raíces profundas en la Colombia tradicional del campo, la religión católica y la familia extensa. Además, como tantos otros colombianos, fue marcado por la violencia, especialmente por el asesinato de su padre atribuido a las FARC.
Por eso es posible enumerar cinco cualidades que lo han hecho profundamente popular:
1. Es paternalista. En un país con muchos ciudadanos pre modernos en cuyo imaginario las conexiones personales (las “palancas”, amistades con poderosos, etc.) determinan el acceso a los servicios o al presupuesto del Estado, Álvaro Uribe se conectó con muchos colombianos a quienes los políticos solamente visitaban buscando votos. Los Consejos Comunitarios de los sábados fueron una expresión del paternalismo sincero del ex presidente.
2. Es autoritario. En un país donde los gobiernos anteriores se percibían como débiles, al fin hubo un presidente que “se amarró los pantalones”. Al fin la gente sintió que el presidente quería hacer cosas y exigía que se hicieran. Un corolario de su autoritarismo fue infortunadamente la concentración de poder en la Presidencia y el debilitamiento de muchos ministerios.
3. Es mesiánico. Sin duda el tiene un compromiso para salvar a Colombia y parecería que a lo menos en ocasiones, se ha sentido imprescindible. Pero su sentido de salvación está determinado por su posición frente a las FARC, no por un análisis de los problemas estructurales, institucionales y culturales del país. Por eso, su programa de seguridad democrática se concentró
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