EL JARDÍN DE NIÑOS, DESDE LOS ORÍGENES DE LA EDUCACIÓN PREESCOLAR HASTA 1917: CRECIMIENTO Y RETOS ENFRENTADOS.

Remontándonos años atrás encontramos que la educación preescolar, así como hoy, ha tenido desde siempre gran importancia para la formación del ser humano considerando como etapa elemental el inicio de su desarrollo, no sólo en lo educacional, sino también en lo moral. La aparición de la educación preescolar tiene su sentido en la búsqueda de la solución para las necesidades de los pueblos, puesto que se considera que “El hombre, el niño, es un miembro de la sociedad humana y debe ser tratado como tal: se necesita que aprenda a conocer como parte de un conjunto y que se habitué a obrar en bien de dicho conjunto”

Se percibía la falta de un organismo cuya función fuera complementar la educación, no sustituirla, así mismo que brindara un nuevo ambiente apropiado para los más pequeños no como en la imagen de escuela que en la época se concebía. Con base en estas expectativas de vida en la constitución de 1857 se postula la libertad de enseñanza y es por eso que el dos de diciembre del mismo año se le establece el carácter obligatorio para la enseñanza de primeras letras y a partir de entonces la educación ya no sería organizada ni controlada por la iglesia sino por el estado.

Teniendo en consideración que la escuela, como en la actualidad, es una institución indispensable en toda la sociedad, sea está de carácter general o especial y con el objetivo de preparar al hombre para la vida sin importar la religión que se profese preparándonos desde entonces para la llegada del laicismo, es hasta cuatro años después, el 15 de abril de 1861 que se ratificó la libertad de enseñanza y de educación impartida por el estado y se hizo gratuita antes que laica a pesar de no ser regida por el clero.

Cabe mencionar que la educación de la cual hablamos seria impartida únicamente para niños de seis años en adelante mas no se contemplaba a los más pequeños quienes oscilan desde nuestro punto de vista en el rango de edad preescolar.

Durante esta etapa en la que nos encontrábamos – el porfiriato- Gabino Barreda con la corriente positivista propugnaba por una formación educativa inspirada en la razón y en la ciencia, paralelamente como parte del movimiento de reforma y entre disputas por la administración del país el gobierno de Juárez acepto la nueva concepción educativa propuesta por el mismo Barreda, redactando a favor de la educación la Ley Orgánica de Instrucción Pública, en el año de 1869, estableciendo la instrucción primaria como gratuita y obligatoria; manteniendo el mismo enfoque de brindar educación solamente para quienes hasta en nuestra época comprenden la educación primaria.

Años después durante la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada se incorporaron las leyes de reforma de la constitución, siendo así que el 10 de diciembre de 1874, -cinco años después de haberse establecido la instrucción primaria como gratuita y obligatoria- se establece el laicismo para la educación en el país, habiendo pasado casi un lustro hacia los años de 1878-1879, surge una serie de reglamentos para las escuelas que intentaban renovar la enseñanza, mostrando preocupación por una mejor preparación de los maestros. Es por esto que el 15 de septiembre de 1879 se expide un reglamento con bases para el establecimiento de la Academia de Profesores de Instrucción Primaria, donde hasta ese momento no se contemplaba la educación para párvulos, y que fue hasta el año de 1880 que el ayuntamiento constitucional aprobó la apertura de una escuela para niños de ambos sexos en beneficio de la clase obrera cuya tarea sería a cargo de la Comisión de Instrucción Pública con la finalidad de prestar atención a niños comprendientes de edad entre tres y seis años.

Sin embargo, durante la administración de Joaquín Baranda –quien en 1882 fue nombrado Secretario de Justicia e Instrucción Pública- es que empieza a surgir la idea de escuelas para párvulos a pesar de que el ayuntamiento constitucional, ya había aprobado la apertura de una escuela para éstos desde 1880; iniciando con esto la fuerza que impulsaría la modernización en la familia y en la educación, legitimando la educación extra familiar

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