EL ONCENIO DE AUGUSTO B. LEGUÍA

EL ONCENIO DE AUGUSTO B. LEGUÍA

Durante la transición de la República Aristocrática al Oncenio influyeron diferentes factores sociales, económicos y políticos. En la primera época en referencia, predominaba la clase oligárquica centrada en el poder, la cual estaba conformada por las 40 familias más poderosas y con renombre del Perú en ese entonces. Representada, principalmente, por el Partido Civil. Estas personas dueñas de grandes territorios dedicados a la agro exportación, gobernaban en función de sus propios intereses excluyendo así a la mayor parte de la población, los indígenas. Este escenario originó luchas de los sectores sociales explotados y excluidos en contra de los burgueses capitalistas en los enclaves mineros y agrarios, lo que debilitó la estructura política, económica y social de la República Aristocrática. Entonces, este periodo marcado por el injusto trato a los de mayor presencia nacional y la falta de protección por parte del capital inglés (golpeado por la Primera Guerra Mundial) a los oligarcas civilistas y a los burgueses causó la intervención del sector social de clase media emergente que buscaba participar en el escenario político. Estos, que eran originarios de la clase baja, eran universitarios y egresados de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que vieron en Augusto Bernandino Leguía y Salcedo su representante, a quien llamaron “Maestro de la Juventud”. Él, con habilidad, consiguió ganar la confianza de esa población para fungir de intermediario político y así alcanzar el poder. Esto sucedió mediante un golpe de Estado el 4 de julio de 1919, antes de la anulación de las elecciones presidenciales por el Congreso, mayormente conformado por civilistas. Leguía disuelve el Congreso, reforma la Constitución de 1860 y luego llamó a elecciones para formar la Asamblea Nacional que lo elija como Presidente Constitucional del Perú el 2 de octubre de 1919. Es así como se dio inicio a un régimen que él mismo denominó “Patria Nueva”, desligándose por completo del Partido Civil y mermando el impacto de esta clase oligarca en el poder del país. El Oncenio estuvo caracterizado por el predominante papel del capital norteamericano. Estados Unidos, luego de la Primera Guerra Mundial, tuvo bonanza económica que tuvo que invertir en el exterior con el fin de resolver la acumulación interna que sufría su economía. Esto atrajo la atención de Leguía que, con su discurso de modernización, quiso industrializar el Perú y vio en el capital norteamericano un financiamiento necesario. Por lo tanto, gestionó grandes préstamos (denominados también “empréstitos”) entregando como garantía riquezas, servicios y rentas del país. Convirtiéndose en el gobierno más entreguista que ha tenido el Perú. Con respecto al sector popular, si bien Leguía mostró interés al inicio de su régimen en incluirlos en la política nacional haciendo valer sus derechos como ciudadanos, implementó políticas con el fin de someterlos y prevenir futuros levantamientos. Por ejemplo, la declaración del Día del Indígena. Por otro lado, la existencia de la Ley de Conscripción Vial fue un mandato que consistía en que la clase baja (obreros y campesinos) trabajasen de forma gratuita durante un tiempo determinado según el rango de edad en el que se encuentren. Los campesinos de 18 a 21 años tenían que trabajar 6 días al año; los de 21 a 50 años, 12 días al año y los de 50 a 60 años, 8 días. El ambiente laboral en el que desempeñaban no era el adecuado ya que realizaban el trabajo obligatorio rememorando la etapa de explotación República Aristocrática. Con respecto a la clase media, con el fin de que no organice levantamientos o protestas en contra del gobierno, este les proveía de casas y trabajos estables dando inicio a la creación de nuevos distritos como San Borja y San Isidro. Estas medidas tomadas por Augusto B. Leguía reflejaron su carácter autoritario cuyo objeto era el de contar con los votos de la clase baja y media para así perdurar en el poder. Al ser este un régimen dictatorial, se hacía lo que el presidente decía, lo que, naturalmente, originó sublevaciones por parte de los sectores sociales que veían que no se solucionaban sus problemas de raíz.

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