Efecto Pigmalion

Según relata la mitología griega existió un rey llamado Pigmalión, que gobernó en Chipre, siendo además de rey, sacerdote y escultor. Este rey con dotes de artista, tras buscar afanosa pero vanamente la mujer perfecta con la cual casarse, se dedicó a esculpir esa mujer soñada a la que llamó Galatea, y de la cual se enamoró. Soñó con ella como un ser humano, y gracias a su entusiasmo y a la ayuda de la diosa Afrodita, la estatua cobró vida, cumpliendo su más preciado deseo.

El efecto Pigmalión es la extensión de ese deseo a todos los ámbitos de la vida. Cuando alguien cree afanosamente en algo, es casi seguro que se convierta en realidad. Este efecto puede ser aplicado en lo social y en la educación.

Cuando alguien anticipa un hecho, existen muchas probabilidades de que se cumpla.

“El Efecto Pigmalión” requiere de tres aspectos: creer firmemente en un hecho, tener la expectativa de que se va a cumplir y acompañar con mensajes que animen su consecución.

Este fenómeno se da cuando hay relaciones de dependencia entre las personas: padres e hijos, profesores y alumnos… El por qué sucede, estaría relacionado con una energía sutil que las personas somos capaces de enviar a otras; también interviene la que pone en marcha el chico para adaptarse a lo que se espera de él y, así sentirse tenido en cuenta, positiva o negativamente.

Resumiendo todos deberíamos aplicar el Efecto Pigmalión positivo y a partir de ahí formular expectativas positivas alrededor nuestro en especial en nuestros alumnos, aunque cuando entremos al salón veamos indicios de que no son tan buenos, parecen vagos, desmotivados, que les cuesta aprender; pero debemos apertura la confianza, el aprecio, ser positivos, motivarlos y sobre todo confiar en ellos y asegurarles que lograrán los objetivos propuestos para tener una vida de calidad; seguro que mejorará considerablemente con este planteamiento.

...