El Caso Watergate

EL CASO WATERGATE:

Todo empezó el 17 de junio de 1972 (véase SUPLEMENTO 1971-172), cuando siete hombres equipados con material electrónico descubierto y arrestados en las oficinas nacionales del Partido Democrático situados en Washington, en el complejo de oficinas y apartamentos del hotel Watergate. Se les acuso de espionaje y salvo taje con el fin de favorecer la campaña reelectoral de Nixon. En un principio, la opinión pública no presto excesivo interés al principio, la opinión pública no presto excesivo interés la de este escándalo.

A medida que fueron surgiendo la investigación, llevadas a cabo por un comité especial designado por el senado, se vio que el asunto era extremadamente complejo y que en el mismo estaban comprometidos varios oficiales de la casa blanca algunas compañías financieras ; la administración Nixon y finalmente el mismo presidente. El escándalo comenzó a tomar mayores proporciones el 23 de marzo de 1973, cuando John J. Sirica, juez del distrito y encargado del caso, leyó ante el tribunal una carta de uno de los detenidos-James Sirica leyó Mc cord en la que manifestaba que bajo presión política a él y a los otros seis arrestados se les había obligado a guardar silencio, que durante los juicios se había cometido perjuicios y que había varias personas más, algunos pocos días después de la “alta jerarquía “ que estaban implicados en el caso, pocos días después, a través de un mensaje televisivo, el presidente Nixon anuncio que el personalmente tomaba plena responsabilidad sobre cualquier actividad impropia que se hubiera llevado a cabo durante su campaña al mismo tiempo quien notificaba la dimensión de 4 destacados miembros de su gavinete. H.R Haldeman, secretario de la casa blanca.

Ehrlichman, consejero de asuntos interiores, Jhon W. Dean consejero presidencial, y el fiscal general. Richard Klein Dients, a quien sustituyo Elliot Richardson, con plenos poderes para la investigación del asunto Watergate. De todas formas, este mensaje y las subsiguientes dimensiones no disminuyeron la inquietud de la opinión pública, la cual, según un sondeo llevado a cabo por la agencia Gallup, no creía en la sinceridad del discurso de Nixon pues la mayoría pensaba que el primer presidente había participado, asimismo en negocio tan turbio.

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