El Jardín Del Castillo De Vaux-le-Vicomte

situado en el pueblo de Seine-et-Marne, cerca de Melun. fue construido entre 1658 y 1661 por el superintendente de finanzas de Luis XIV, Nicolas Fouquet.

 El conjunto se divide en tres partes: La primera incluye un patio y una estación de servicio, un segundo desde el castillo para unirse a los pequeños canales y la tercera se extiende más allá del canal. El sur de los jardines del castillo son las más notables. Ellos ofrecen tamaño compacto y su estilo elegante en la más pura tradición de los jardines a la francesa, con estanques, estatuas y caminos cortados en líneas rectas.El jardín de Vaux le Vicomte se estructura en torno a una perspectiva de más de tres kilómetros. Este eje principal refleja la voluntad innovadora de FOUQUET y de LE NÔTRE.En este amplio espacio acompasado por sucesivas terrazas, Le Nôtre, desde esta primera creación, dispone los elementos de sus jardines: follajes de boj que imitan los motivos de alfombras turcas, bosquecillos, grutas, céspedes, aguas durmientes, plantaciones de delimitación. Este nuevo diseño refleja el orden, el rigor y la nobleza de esta época. Si sólo hubiera subsistido el jardín de Vaux, sería suficiente para comprender las reglas del arte de los jardines del Gran Siglo.

En este espacio que se extiende sobre 1.500 metros de largo, desde la verja de entrada hasta la lejana estatua de Hércules, y en un ancho como promedio seis veces menor, el castillo domina la inmensidad de verdor sea cual sea el punto desde el que se observe. Esta impresión de posición “reinante” en un espacio tan extenso es simbólica del ascenso del señor de la casa.

Debido a la excepcional utilización de las leyes de la perspectiva y de la óptica, el jardín da la agradable sensación de ser abrazado en su totalidad desde el primer vistazo; pero esta sensación es una ilusión, voluntariamente mantenida por el talento de LE NÔTRE. Así, a unos cuantos minutos del castillo, las grutas que parecen elevadas sobre el borde del estanque cuadrado, se alejan cuanto más nos acercamos a ellas. De pronto, a los pies del paseante la cinta de luz de un gran canal emerge de un valle transversal hasta entonces invisible, y revela la verdad al espectador engañado: en realidad, las grutas están construidas al otro lado de este valle insospechado.

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