El Peloponeso
Enviado por ClaraLorena • 11 de Enero de 2014 • 15.280 Palabras (62 Páginas) • 242 Visitas
Gobierno del Estado de Durango
Secretaría de Educación
Instituto de Estudios Superiores
de Educación Normal
“Gral. Lázaro Cárdenas del Río”
Clave: 10DNL0002J
Cd. Lerdo, Dgo.
HISTORIA UNIVERSAL
INVESTIGACIÓN:
Grecia
ALUMNO:
Clara Lorena Hernández Orona
MAESTRO:
Profesor Salvador Sdir Méndez
V SEMESTRE
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN SECUNDARIA
ESPECIALIDAD EN HISTORIA
CICLO ESCOLAR:
2013 - 2014
Cd. Lerdo, Dgo.
ÍNDICE
LA GUERRA DEL PELOPONESO 3
EL FIN DE LA GUERRA DEL PELOPONESO 7
LA RECUPERACIÓN DE ATENAS 13
LA CAÍDA DE ESPARTA 17
EL ASCENSO DE MACEDONIA 20
FILIPO II DE MACEDONIA 23
ALEJANDRO MAGNO 28
EL FIN DE ALEJANDRO 34
LA GRECIA HELENÍSTICA 36
EL ASCENSO DE ROMA 41
PIRRO 43
LA GUERRA DEL PELOPONESO
En 430 a. C., surgió un reino poderoso en Épiro. Tras el declive de los Tespotas, la región había sido dominada por los Caonios, y ahora eran los Molosos los que se organizaron bajo una poderosa dinastía con capital en Fenice.
Pero los acontecimientos más dramáticos de la época tenían lugar más al sur, donde acababa de estallar una guerra mundial en miniatura. Atenas, apoyada por las islas de la Confederación, se enfrentaba a Esparta, apoyada por Beocia y todo el Peloponeso excepto Árgos (que se mantuvo neutral). Al mismo tiempo, Atenas tuvo que enfrentarse con una epidemia de peste. Fue llamado a la ciudad un joven médico, de hecho el primero que practicó la medicina como ciencia, sin mezclarla con la religión. Se llamaba Hipócrates y había nacido en la isla de Cos, frente a la costa de Asia Menor, cerca de la ciudad de Halicarnaso. No parece que Hipócrates hiciera muchas aportaciones científicas, pero lo importante es que recuperó la dignidad de la medicina, bastante desprestigiada a la sazón, pues hasta entonces estaba en manos de charlatanes y sacerdotes. Es posible que ayudó a combatir la peste recomendando normas de higiene. En 429 a. C., la peste acabó con el mismo Pericles.
A la muerte de Pericles, la figura más destacada del partido democrático era Cleón, que abogaba por continuar la guerra, mientras que a la cabeza de los conservadores estaba Nicias, partidario de firmar la paz con Esparta. En un primer momento triunfó Cleón, bajo cuyo gobierno Atenas siguió luchando con energía, pero sin la prudencia de Pericles. Por estas fechas destacaba en Atenas un autor cómico: Aristófanes. Era de familia aristocrática y en sus comedias se burlaba descaradamente de Cleón y los demócratas, hasta extremos que hoy en día serían inadmisibles por su mal gusto.
Por esta época había adquirido fama en Atenas un hombre singular. Se llamaba Sócrates. Parece ser que la guerra del Peloponeso le llevó a la conclusión de que el enemigo del hombre no es la naturaleza, sino el hombre, por lo que era más importante estudiar al hombre que al mundo. En lugar de desarrollar y predicar una teoría como todos los filósofos anteriores y posteriores, Sócrates paseaba por la ciudad preguntando a la gente cosas como qué es el bien, o la justicia, o la virtud, etc. Ante la respuesta fácil de "eso lo sabe todo el mundo", Sócrates alegaba ignorancia. Su frase más característica llegó a ser el famoso "sólo sé que no sé nada". Así, Sócrates forzaba a sus conciudadanos a explicarle lo aparentemente obvio y, con ello, les hacía caer en contradicciones y les obligaba a reconocer que sus preguntas no eran tan simples como a primera vista pudieran parecer.
En 427 a. C., murió el rey espartano Arquidamo II y fue sucedido por su hijo Agis II. Mientras tanto Esparta logró tomar la ciudad de Platea, tras un asedio de dos años. Atenas, por su parte, realizaba fructíferas incursiones navales. Es también el año de la muerte de Anaxágoras. Por otra parte, el rey desterrado Plistoanacte fue admitido de nuevo, y su hijo Pausanias fue cesado.
En 425 a. C., el almirante ateniense Demóstenes tomó y fortificó el promontorio de Pilos, sobre la costa occidental de Mesenia. Esparta envió un contingente que tomó posiciones en la isla de Esfacteria, situada frente al puerto de Pilos, y puso sitio a los atenienses, pero la flota ateniense, que se había retirado, volvió y puso sitio a los sitiadores. Allí había un número demasiado grande de espartanos para que Esparta pudiera permitirse el lujo de perderlos (la supremacía frente a las clases dominadas podía verse en peligro). Por ello Esparta pidió la paz. Si hubiera estado Pericles, sin duda Atenas habría sacado el máximo provecho a la situación, pero Cleón decidió imponer condiciones exageradas: la devolución de las regiones perdidas veinte años antes. La guerra continuó y los espartanos resistieron en Esfacteria. Cleón pronunció enérgicos discursos en los que afirmaba que los generales atenienses en Pilos eran unos cobardes y que si él estuviese allí sabría como actuar. Entonces Nicias tuvo una idea astuta: pidió rápidamente una votación y se acordó que Cleón fuera enviado a Pilos. Contra todo pronóstico, Cleón tuvo una suerte increíble: hubo un incendio en los bosques de Esfacteria, donde estaban refugiados los espartanos. El humo los obligó a salir y fueron capturados definitivamente por los atenienses. Cleón los llevó como rehenes a Atenas y así la ciudad estuvo varios años a salvo de las incursiones espartanas.
En 424 a. C., murió ese año el rey persa Artajerjes I. Dos de sus hijos fueron asesinados poco después, pero el tercero logró hacerse con el trono, con el nombre de Darío II. Persia veía con satisfacción la guerra del Peloponeso y confiaba en que tras ella Grecia quedaría suficientemente debilitada como para que dejara de ser una amenaza. Por ello el nuevo rey hizo cuanto pudo para avivar la contienda, financiando a las ciudades griegas sin intervenir directamente. Puesto que había sido Atenas la que tras las guerras médicas continuó arrebatando ciudades a Persia, el apoyo persa fue siempre a favor de Esparta.
Nicias tomó la ciudad espartana de Citera. Luego los atenienses capturaron Nisea, el puerto de Megara. La propia Megara estuvo a punto de caer si no hubiera sido porque ese mismo año Esparta encomendó la dirección de la guerra al que resultó ser un brillante general: Brásidas. En el primer año de la guerra había rechazado una incursión en Mesenia, y luego había combatido en Esfacteria, pero una herida lo apartó de la contienda. Ahora, con el ejército espartano
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