El Peronismo
Enviado por micaa_013 • 22 de Mayo de 2014 • 13.748 Palabras (55 Páginas) • 164 Visitas
El postperonismo:
El derrocamiento del primer experimento nacionalista popular de Perón implicó el cierre de un ciclo histórico. A partir de entonces se sucedió una época que comúnmente se denomina como de "empate" entre fuerzas, alternativamente capaces de vetar los proyectos de las otras, pero sin recursos para imponer perdurablemente los propios.
El "empate político" se vio reflejado en los ciclos periódicos de crisis económica. El poder económico fue compartido entre la burguesía agraria pampeana (proveedora de divisas y por lo tanto dueña de la situación en los momentos de crisis externa) y la burguesía industrial, volcada totalmente hacia el mercado interior. Las alianzas se establecerían según cual fuera el momento del ciclo.
Hasta 1966 hubo una serie de esfuerzos destinados a destruir al peronismo para crear una alternativa civil de apoyo mayoritario, pero fueron en vano.
Algunos de los que derrocaron a Perón anhelaban un país "sin vencedores ni vencidos" (como dijera Lonardi al asumir), y creían que con tiempo y educación democrática se podría integrar a los peronistas a la sociedad. Desgraciadamente, los que predominaron fueron los más duros e intolerantes, los "gorilas", que condenaron a un ridículo silencio a la mayoría electoral, y que transformaron en delito cantar la marcha partidaria y mencionar los nombres de Perón y Evita.
La regla tácita operante durante esta época señalaba que el peronismo no debía gobernar ni podía ocupar espacios de poder relevantes. Quien, por táctica o principios republicanos, diera lugar a su retorno a posiciones de poder, aunque fueran parciales, sería desplazado por el método tradicional de los cambios críticos: el golpe de Estado. De esto se trataban los conflictos sociales planteados al comienzo del informe: gobiernos militares y civiles no peronistas se adueñaban del poder pero no podían mantenerlo por la presión peronista; estos a su vez podían derribar gobiernos pero no podían tomar el poder. Como factor de presión añadido para cualquier gobernante, constitucional o no, siempre estaba la eventualidad del arribo del General de su exilio - según la leyenda, en un avión negro - que con su amplia influencia y estrategia política podría prácticamente manejar la situación como se le antojara.
En 1966 el ejército, al mando del Tte. Gral. Juan Carlos Onganía, estableció una dominación autoritaria "necesaria" para suprimir la inflación y restablecer el crecimiento económico. La fuerte resistencia que la sociedad opuso a este programa obligó al gobierno militar a suavizar su situación y a acuciar una salida electoral. Aunque en las elecciones de 1973 el peronismo volvió al poder, la sociedad ya estaba fracturada y una seria inquietud política persistió durante los tres años siguientes, hasta que finalmente la Junta militar presidida por Jorge Rafael Videla tomó el poder mediante otro golpe de estado en junio de 1976.
Aramburu y la desperonización de la sociedad
El gobierno de Lonardi fue rápidamente reemplazado por las facciones más "gorilas" del poder, asumiendo el general Pedro Eugenio Aramburu la presidencia. Su régimen fue un intento de las clases dominantes de "poner orden en la casa", y recuperarse, principalmente la burguesía agraria, del deterioro que el peronismo le había causado.
Con Aramburu se terminaron las ambigüedades. Se intervino el Partido Peronista y la CGT, así como la mayoría de los sindicatos; se prohibió el uso de símbolos peronistas, se detuvo a muchos dirigentes políticos y gremiales y se anuló la Constitución de 1949. Después de más de cien años de que no se fusilaba por motivos políticos, un alzamiento militar-civil fue sometido de esta manera. Los peronistas pudieron sentir que habían sido profundamente derrotados.
Procurando desarmar lo más posible el aparato de la organización obrera peronista, el gobierno de Aramburu sentó la base institucional para el proceso que se abriría con Frondizi: el reemplazo de trabajo por capital en el desarrollo industrial, esto es, el despojo de los derechos sociales peronistas en función de la acumulación de capital y la eficiencia de la economía.
El gobierno desarrollista de Frondizi
En 1958, Perón desde Madrid, ordenó a sus seguidores votar por el radical disidente y desarrollista Arturo Frondizi, demostrando así su fuerza aún desde el exilio. Perón se vio obligado a tomar esta decisión, ya que era dudoso que los peronistas volvieran a votar en blanco (después de la Asamblea Constituyente de 1957 en la que el 24% de los votos fueron en blanco) en un momento en el que se elegiría a las autoridades que regirían por seis años los destinos de la nación. Por otro lado, Frondizi seducía a los peronistas con sus consignas progresistas y desarrollistas y su prédica en contra del gobierno militar.
Las FFAA, lideradas por entonces por los sectores más antiperonistas, sostuvieron que el candidato de la UCRI había ganado ilegítimamente, ya que los votos peronistas habían frustrado al candidato oficioso de los militares, el de la UCR del Pueblo. Desde la asunción del nuevo presidente, el golpe ya estaba dando vueltas en las cabezas de los opositores.
Después del período peronista, el sector industrial había quedado compuesto por pequeños capitalistas y talleres artesanales de baja eficiencia y competitividad, pero de gran capacidad de empleo. Las grandes corporaciones del país, que cubrían las áreas de industria y servicios públicos, eran propiedad del Estado.
El gobierno desarrollista de Frondizi implementó un plan destinado a modernizar las relaciones económicas nacionales e impulsar la investigación científica. En diciembre de 1958 se promulgó la Ley de inversiones extranjeras, que trajo como consecuencia la radicación de capitales, principalmente norteamericanos, por más de 500 millones de dólares, el 90% de los cuales se concentró en las industrias químicas, petroquímicas, metalúrgicas y de maquinarias eléctricas y no eléctricas.
El mayor efecto de esta modernización fue la consolidación de un nuevo actor político: el capital extranjero radicado en la industria. La burguesía industrial nacional debió, desde
entonces, amoldarse a sus decisiones y la tradicional burguesía pampeana fue desplazada de su posición de liderazgo, recuperándola a medias en los momentos de crisis.
Otras de las consecuencias de este plan fue la concentración de las inversiones en la Capital Federal, la provincia de Santa Fe y principalmente la ciudad de Córdoba, que experimentó un meteórico desarrollo industrial. Por otro lado, las variaciones en la distribución de los ingresos beneficiaron a los sectores medio y medio-alto,
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