El Pleno Empleo
Enviado por Floooorcita • 4 de Febrero de 2015 • 1.445 Palabras (6 Páginas) • 186 Visitas
El pleno empleo
Si se suma la cantidad de desempleados y subempleados, los datos de 1989 se duplicaron, y más, en 1999 en relación con la cantidad de personas con dificultad de empleo.
Un aspecto relevante es el del empleo pleno. Este dato, que se refiere a los trabajadores que se desempeñan en plena legalidad y formalidad, con jornada completa, ha sido experimentado, como el resto de los indicadores, una evolución muy cambiante. Entre 1990 y 1995 luego de un tramo de ascenso, fruto de la expansión productiva ya comentada a principios de la década e incremento de la construcción de viviendas, prácticamente no varió. El nuevo proceso recesivo de fines de 1998 y de todo 1999 volvió a provocar un descenso de dicho valor.
La apertura extrema indiscriminada, que provoco el cierre de centenares de miles de establecimientos; el tipo de cambio favorable a la importación de bienes que sustituyeron a los que se producían internamente, en particular bienes de capital; la política crediticia, que castigo a las PyMES con sus inusitadas tasas de interés; la cesantía sin compensación por fuentes de trabajo alternativas de trabajadores del estado, con o sin privatizaciones; la desregulación estatal, que dejo al desamparo numerosas actividades destinadas al mercado interno; la caída del salario real y el desempleo que redujeron el consumo de las capas populares y el fuerte proceso de concentración económica en desmedro de actividades pequeñas y medianas, del campo y la ciudad, que absorbía empleo, son las causas fundamentales de este proceso de “hiperdesempleo”.
La agudización del problema de la pobreza
El método para estimar si una familia está o no por debajo de la “línea de pobreza” consiste en determinar el valor de una canasta de consumo de bienes y servicios.
Tal porcentual de la población, diseminada por todo el país, alcanzó las 13.357.000personas que revestían en la insatisfactoria categoría de “pobres por ingreso”, es decir, los habitantes que viven en condiciones precarias o no poseen adecuado nivel educativo.
A su vez el 8,6% de la población vive por debajo de la “línea de la indigencia”, es decir la unidad familiar tipo a la que pertenecen, compuesta por el mismo grupo humano previamente descripto, no logra un ingreso mensual necesario para adquirir una canasta mínima de alimentos para sobrevivir, sin tener en cuenta de recursos para cualquier otro consumo indispensable.
El aumento de la pobreza, marcado de modo explícito por las estadísticas oficiales, se da, con especial énfasis, en la categoría denominada de “nuevos pobres”, es decir aquellos que poseían una situación de bienestar económico y que la emergente política económica les hizo perder ingresos hasta el punto de ubicarlos por debajo de la línea de pobreza. Por el contrario, el segmento de los “pobres estructurales”, solo fue creciendo al ritmo del incremento de la población, conservando su incidencia porcentual sin grandes cambios.
En el ámbito de la nueva pobreza, además, no solamente está afectada una parte importante de la próspera clase media, sino que un segmento significativo de la misma se halla en peligro de caer por debajo de la citada línea de ingresos mínimos, por cuanto su situación laboral es altamente inestable y sus recursos subsistenciales se ubican muy cerca de la referida línea. Estos sectores sociales se hallan muy expuestos a cualquier variación en el mercado de trabajo y son proclives a sufrir la reducción de sus salarios, si trabajan en relación de dependencia, pues es esta una práctica habitual muy extendida en los últimos años entre empresarios con serias dificultades para competir.
A nivel macroeconómico, esta información, de fuente oficial, indica una gravísima herencia para las futuras generaciones. Todos los años es preciso obtener, por parte del Estado nacional y de los estados provinciales, préstamos bancarios –en general, en el mercado financiero internacional- por montos muy significativos y crecientes.
Como todos los prestamistas, quienes financian los saldos negativos de la economía argentina imponen condicionamientos explícitos para asegurarse que el deudor pague la deuda externa. Los acreedores ahora son muy numerosos. Esto ocurre desde que la adhesión argentina al Plan Brady atomizo a los citados acreedores. Los condicionamientos que implica un fuerte endeudamiento externo limitan la capacidad de maniobra del gobierno argentino en términos de su política económica. El análisis global de la economía argentina durante los noventa muestra claroscuros en su balance final con un dato adicional desalentador: el producto bruto por habitante, en 1999 resultó aproximadamente
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