El Porfiriato

El Porfiriato.

1887-1911 se llama el Porfiriato porque la figura de Porfirio Díaz la domina. El 15 de julio de 1867 Juárez entra en la capital a recibir el aplauso popular que celebra la victoria republicana. Porfirio se retira del ejército, declarando que se dedicara a la agricultura en su finca la Noria, cercana a la ciudad de Oaxaca. Fue un claro presagio de la firmeza con que Díaz se lanzaba a la vida política. No vacila en anunciar su propósito de escalar de un solo brinco la posición más alta del país, Juárez gano las elecciones, Porfiro pretende ser electo gobernador de Morelos y de México, así como diputado federal. Fracasa en los primeros dos empeños, el tercero vence y llega a un puesto de elección popular, Hombre de escasa ilustración, carente de ideas generales, torpe para hablar, resulta un pigmeo al lado de los mas grandes parlamentarios que el país había tenido en su historia. Tarda en ocupar su escaño; Tarada mas todavía en prenunciar su primer discurso, y le sale tan pobre que decide no volver a la Cámara de Diputados. Porfirio Díaz en las siguientes elecciones presidenciales, de 1871, figura nuevamente como candidato. Votaciones más altas Juárez. Porfirio fue desafortunado por que Juárez murió a los siete meses de iniciar su nueva presidencia. Porfirio resolvió adelantarse a todos esos acontecimientos, convencido de que Juárez buscaría la relección se sublevo para conseguir con las armas el poder. El presidente interino expide una ley de amnistía para acoger a los rebeldes sin más pena que las perdidas de sus grados y honores militares. Porfirio se niega a acogerse a ella. Tres años después, presintiendo que el presidente Lerdo de Tejada pretendiera relegirse en julio de 1876, Porfirio vuelve a levantarse en armas, solo que por esta vez la buena suerte lo acompaña, ya que triunfa sobre las fuerzas leales en la batalla de Tecoac, en noviembre de ese año. Tras diez años de forcejeo, se hace del poder, el 15 de Mayo de 1877 en presidente constitucional mediante unas elecciones que tienen todos los visos de legalidad, el gobierno de Estados Unidos se niega a reconocerlo, no todas la calamidades procedían del extranjero; también eran internas. El país se lleno de horror al ver actuar a los “tuxtepectos”, nombre dado. A los partidarios de Díaz porque la revuelta se amparó con el plan de Tuxtepec. Los colaboradores inmediatos de Porfiro no dejaban de tener buenas apariencias. Protacio Tagle fue el secretario de gobernación; Ignacio L. Vallarta de Relaciones Exteriores; Justo Benítez de Hacienda, Ignacio Ramírez, de Justicia; Vicente Riva Palacio, de fomento, y Pedro Garzón, de guerra. Porfirio y estos colaboradores suyos estaban ligados solo por una sensación vaga de que las cosas del país no andaban bien y de que en alguna forma debían enderezarse. La revuelta de Tuxtepec había traído dos consecuencias decisivas: la desaparición de una generación de gobernantes experimentados y patriotas, y su sustitución por una generación de advenedizos. La falta de ideas condujo a sustituirlas

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