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El Positivismo


Enviado por   •  16 de Enero de 2013  •  2.313 Palabras (10 Páginas)  •  319 Visitas

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EL POSITIVISMO EN AMÉRICA LATINA.

A mediados del siglo XIX la sociedad y la educación en América Latina seguían presentando esquemas coloniales, a pesar de la dura critica surgida a partir de la ilustración. Por tanto, sé hacia necesario un pensamiento que atacara esas viejas formas coloniales y que propusiera un nuevo camino para llegar a la verdad, distinto del método escolástico.

Una novedosa corriente filosófica, el positivismo, proporciono entonces a los pensadores latinoamericanos los fundamentos teóricos para hallar la verdad de las cosas en los hechos y en los fenómenos.

Los pensadores latinoamericanos asimilaron la doctrina positivista, creada por Comte, y la aplicaron a nuestra realidad. Con el positivismo se lograron superar los rezagos coloniales y se creo una conciencia empírica.

El país que recibió más influencia del positivismo fue México. Allí marcó la vida política, educativa y social, al punto que Gabino Barreda, discípulo de Comte, organizo la educación del país por encargo del gobierno.

EL IRRACIONALISMO EN AMÉRICA LATINA

La evolución de las especies es algo tan probado como la esfericidad de la Tierra, y solo desde la ignorancia más supina y el irracionalismo más obtuso (ingredientes básicos del fundamentalismo judeocristiano) se puede negarla o pretender que hay otras explicaciones de la biodiversidad y del origen de los hombres igualmente verosímiles. Proponer el "diseño inteligente" como alternativa a la evolución equivale a decir que el modelo copernicano es solo una de las posibles interpretaciones del Sistema Solar, y que el modelo geocéntrico de Ptolomeo tiene el mismo derecho a ser enseñado en las escuelas.

Que Bush no destaca precisamente por su inteligencia preclara, es algo que él mismo se encarga de demostrar todos los días; pero no es posible que todos sus asesores sean tan estúpidos como él. Algo tan grave como el cuestionamiento oficial del darwinismo no puede ser una mera torpeza.

El pensamiento latinoamericano en su trayectoria ha evidenciado una marcada tendencia progresiva de contenido humanista. Ese humanismo se ha hecho mucho más patente en momentos en que las circunstancias históricas lo han demandado en mayor medida. Esto pudo apreciarse desde sus orígenes en aquellos primeros momentos en que se debatió tanto la condición humana de los aborígenes de esta región, los argumentos en favor del respeto a sus derechos, así como la justeza o no de la importación de esclavos africanos o asiáticos. Posteriormente la recepción y desarrollo del marxismo en estas tierras se explicaría no sólo por la continuidad de aquellas ideas sino porque las nuevas condiciones sociales los engendraban.

Los países latinoamericanos en su mayoría recién emergentes en su relativa independencia política aspiraban de alguna forma a reproducir las vías y modelos de desarrollo provenientes de aquellos centros del capitalismo mundial, sin percatarse fácilmente de tal imposibilidad por constituir precisamente ellos una de las condiciones básicas de la prosperidad de estos últimos.

Por tal motivo era lógico que el liberalismo, y no el socialismo, constituyese el paradigma preferente de la mayor parte de los pensadores latinoamericanos que honestamente añoraban la plena realización de las consignas aún etéreas de libertad, fraternidad e igualdad que desde el siglo anterior alimentaban el humanismo burgués.

Los presupuestos del socialista aun cuando eran comprendidos filantrópicamente por un sector muy reducido de la intelectualidad latinoamericana, por lo general no eran compartidos por considerarse no solamente ilusos, sino ante todo distantes de los criterios de lo que se consideraba -y aún hoy en día con el derrumbe del «socialismo real» se realimentan- la naturaleza individualista y no colectivista del hombre.

Irracionalismo

La evolución de las especies es algo tan probado como la esfericidad de la Tierra, y solo desde la ignorancia más supina y el irracionalismo más obtuso (ingredientes básicos del fundamentalismo judeocristiano) se puede negarla o pretender que hay otras explicaciones de la biodiversidad y del origen del hombre igualmente verosímiles. Proponer el "diseño inteligente" como alternativa a la evolución equivale a decir que el modelo copernicano es solo una de las posibles interpretaciones del Sistema Solar, y que el modelo geocéntrico de Ptolomeo tiene el mismo derecho a ser enseñado en las escuelas.

Que Bush no destaca precisamente por su inteligencia preclara, es algo que él mismo se encarga de demostrar todos los días; pero no es posible que todos sus asesores sean tan estúpidos como él. Algo tan grave como el cuestionamiento oficial del darwinismo no puede ser una mera torpeza. Es algo mucho peor: es una deliberada apuesta por el irracionalismo. Y una apuesta muy fuerte, un auténtico órdago contra la razón, como cuando Millán Astray, expresando mejor que nadie la esencia del fascismo, gritó "Muera la inteligencia, viva la muerte". Un grito de terror y desesperación (al fin y al cabo, un fascista no es más que un burgués asustado), un graznido de pájaro necrófilo, como dijo Unamuno; porque la razón es la muerte del fascismo, y la muerte es su única razón.

Si las evidentes cadenas darwinianas son cuestionables, la evidente cadena de causas y efectos que conecta el cambio climático (cuyo principal responsable es Estados Unidos) con la proliferación de huracanes también se puede cuestionar.

Hay un Dios bondadoso que ha hecho que las flores huelan bien y las manzanas sean comestibles. Hay unas fuerzas del mal inspiradas por el diablo que es necesario combatir arrasando países enteros, expoliando, asesinando, torturando, violando... Y hay huracanes cada vez más violentos y devastadores porque los designios del Señor son inescrutables.

La verdad es revolucionaria, y por eso los fascistas (al igual que los socialdemócratas, los posmodernos, los relativistas...) no la toleran. Para el poder,la ciencia es imprescindible como instrumento de dominación, pero tiene un inconveniente: busca siempre la verdad (y a veces la encuentra), desenmascara los errores y las falacias, descubre las relaciones entre causas y efectos... Por eso el fascismo tiene hacia las ciencias la misma actitud que hacia las masas: las necesita y las cultiva, pero a la vez las teme y las desprecia. Y cuando no puede manipularlas, intenta silenciarlas.

El fascismo es, en última instancia, la ideología de la fuerza (que, hoy más que nunca, es ante todo la fuerza bruta del capital: por eso ahora el fascismo se autodenomina neoliberalismo). El dominio y la supervivencia del más fuerte, es decir, del más rico.

Paradójicamente, el neofascismo estadounidense, que cuestiona

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