El Pueblo Mapuche

La Raza Mapuche

Los mapuches fueron una raza indómita que habitaron el centro sur de Chile y suroeste de Argentina.

A la llegada de los españoles en el siglo XVI los mapuches se dedicaban a la caza, ganadería y agricultura. Las mujeres ejercían labores textiles.

Sin embargo, el acecho invasor de los hispanos los convirtió en un pueblo de fieros y audaces guerreros. No sólo pudieron contener el avance del enemigo sino que avasallaron a sus oponentes, incluso destruyendo las ciudades, fuertes y plantaciones recién establecidas. Muchos soldados y civiles de las huestes conquistadoras sufrieron el rigor del guerrero araucano.

Los nombres de Lautaro, Caupolicán, Galvarino, Pelantaru y Colo-Colo se quedaron escritos en nuestra historia como el ejemplo de los grandes líderes y caudillos que con su valentía dieron dignidad y fama a los indígenas de estas australes tierras.

El pueblo araucano no sucumbió a la influencia invasora y su amplio legado cultural perdura hasta nuestros días en muchos ámbitos de nuestro quehacer nacional.

Se les reconoce una gran tradición de tejidos expresada en chamales, mantos, vinchas y cintas para la cabeza y cintura.

A lo anterior se agrega su música orientada a los ritos religiosos y que se manifiesta en el kultrún, pifilca y trutruca. Sus actividades religiosas las constituían el nguillatún (rogaban para que lloviera), el machitún (ritual de sanación) y el wetripantu (celebración del año nuevo).

Adoraban al Pillán (dador de la vida y de la muerte), a los tótemes del sol, agua, río y piedras. El canelo era su árbol sagrado al que adoraban atribuyéndole propiedades mágicas. Especial mención cabe para el agua por la que imploraban la vitalidad de la esencia y espíritu de vida.

Eran diestros en el arte de la pesca y caza, eximios cabalgadores y domadores de caballos y grades cultores de la chueca.

Esta raza, a través de los siglos, ha transmitido como un bastión sagrado su lengua, el mapudungún (el hablar de la tierra), idioma que las nuevas generaciones asimilan con orgullo y compromiso y que es impartido en muchas escuelas y liceos de la zonas de la Araucanía.

Eran diestros en el arte de la pesca y caza, eximios cabalgadores y domadores de caballos y grandes cultores de la chueca.

Una raza, una cultura, un pueblo….que con legítimo orgullo eleva al cielo sus sones de esperanza para ser valorados y reconocidos como se lo merece la estirpe de luchadores que con espíritu y entereza marcan un hito en nuestra historia.

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