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El Rabinal Achi


Enviado por   •  12 de Agosto de 2014  •  2.638 Palabras (11 Páginas)  •  384 Visitas

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Libros Mayas en PDF: "Rabinal Achi" (El Varón de Rabinal)

Rabinal Achi: "El Varón de Rabinal"

Libro Rabinal Achí

El Rabinal Achí es pues, un ballet de una plasticidad extraordinaria y si bien glorifica los sacrificios sangrientos, es un documento notable para descargar en formato .pdf, e investigar el alma del hombre maya primitivo, sus costumbres, sus creencias religiosas, su sentido duro y heroico de la vida.

Dondequiera que busquemos el origen del teatro en alguna cultura autóctona, en este caso la cultura maya, siempre lo encontramos como un hijo aventajado del baile y la danza. El hombre primitivo y salvaje, así como el "civilizado" de hoy, clamó danzando a sus dioses, el triunfo sobre la tribu enemiga, y danzando también les dio gracias por una victoria que hubiera creído imposible sin la omnipotente intervención de sus deidades, airadas u hostiles. Lloró, danzando, la muerte de alguno de sus jefes; rió, con exteriorización de baile, en los días de regocijo y júbilo de su pueblo festejó, al ritmo de tambores o flautas, en la estación propicia, el amor, deificado en todas sus manifestaciones, desde las fuerzas que hincha las semillas y rompe los brotes, hasta la que da a la vida humana un sentido más profundo y trascendente.

En Centroamérica, innumerables y antiguos fueron -y lo son aún- los bailes con que los indígenas han manifestado, desde antaño, su gusto por el movimiento, por el sonido de armonía bárbara y por el color, que parece robado a la luz de su cielo cálido y límpido. Pero de mayor valor que el "areyto" antillano cuya forma relata Oviedo o que aquel de contenido más pedagógico que interesó al humanista italiano Pedro Mártir de Angleria -imbuídas sus recitaciones de las enseñanzas de los "boicios" o sabios- es el "mitote", o mejor aún, "mitoteliztli" -la palabra es náhuatl- que desarrollaron los pueblos de cultura azteca o maya, como una alta manifestación estética, y en el que pusieron de relieve una teoría de la vida, de contenido religioso y heroico. El P. Acosta cuenta que en el templo de Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, célebre adoratorio de Cholula, se hacían grandes bailes y no sólo de contenido trágico, sino , aún mismo, cómico.

Describe cómo en el patio de dicho templo había un teatro de unos treinta pies de cuadro, bien encalado, al que se adornaba con ramas y arcos de flores y de plumería. En los pequeños entremeses burlescos los actores se fingían sordos y con sus respuestas, maliciosamente equivocadas, zaherían cuanto quedaba al alcance de su ingenio -base, éste, de la ironía prehispánica, que ha supervivido en el "Güegüence", comedia híbrida en náhuatl y español. Otros actores fingían ser sordos, ciegos o rengos; otros más, disfrazados de animales, bailaban la danza de la lagartija, del sapo o del escarabajo.

En un pasaje del "Popol Vuh", libro sagrado de los maya quiché de Guatemala, se narra que, cuando los mensajeros del Xibalba -país de la muerte y de la oscuridad- van en busca de los héroes solares, Hunahpú e Ixbalanqué, éstos, para ocultar su identidad, se habían convertido en una especie de juglares y disfrazados de hombres-peces. Luego los vemos, transformados por sus artes mágicas, en ancianos cubiertos de harapos; tal vez arcaica alusión literaria al típico "baile de viejitos". Tras ésto, el autor anónimo del Popol Vuh nos dice que "se ocupaban de bailar el baile del Puhuy (lechuza o chotacabra), el baile del Cux (comadreja), el del Iboy (armadillo), el del Ixtzul (ciempiés) y el del Chitic (el que anda sobre zancos).

Pero no todos los "mitotes" eran de regocijo; había otros de contenido heroico, religioso y trágico, que precisamente por eso y por las persecuciones de que eran objeto de parte de las autoridades coloniales, los actores de México y Guatemala representaban de modo clandestino, ante un público absolutamente adicto a sus creencias. Y había también verdaderas tragedias danzadas, con coros de bailarinas, diálogos -más bien largos parlamentos- con partes recitadas y partes cantadas, acción trágica y máscaras y vestiduras adecuadas.

La única pieza fundamentalmente indígena que ha llegado, por lo menos hasta el momento, a nosotros, es la que se conoce con el nombre de "Rabinal Achí", que podría traducirse como "El varón (o guerrero) de Rabinal". No obstante, dicho título, puesto por el descubridor de esta obra trágica, abate Brasseur de Bourbourg, es bastante impropio, pues el protagonista no es el varón o guerrero de la aldea de Rabinal, sino el de una nación enemiga, la de los quiché y que, habiendo sido hecho cautivo, se dramatizan sus viscisitudes las que culminan con la muerte. Así, Francisco Monterde propone, como título sustitutivo, "El vencido en Rabinal".

¿De qué manera ha llegado esta pieza a nosotros? Como otras de la misma índole, los indios las danzaban ocultamente durante el período del coloniaje; pueblos de cultura fuerte, los nahuas y los mayas no se resignaron a adoptar la que los españoles les imponían, ya por la persuación, ya por la violencia. Sin embargo, fue un sacerdote, el sabio mayista, Brasseur de Bourbourg, cura francés, tolerante y de criterio amplio quien descubrió esta pieza trágica en el pequeño lugar llamado Rabinal, donde la vigilancia de las autoridades políticas y eclesiásticas se ejercía de modo más intermitente, lo que daba a sus habitantes mayor libertad para practicar sus ritos y mantener sus formas literarias prehispánicas.

Brasseur, enamorado de la cultura maya, autor de una gramática quiché, tradurctor a la lengua francesa del "Popol Vuh", sabía la existencia de la pieza trágica, pero no lograba vencer la resistencia de los indios, temerosos de castigos que, como señala Arriaga en su libro "Extirpación de la idolatría", eran de una severidad poco común. Un acontecimiento casual auxilió al célebre investigador en su búsqueda. Ocurrió que un actor indígena, de apellido Zis,fue ayudado en el restablecimiento de una enfermedad por el abate y así el convalesciente, ganada la confianza, recitó a Brasseur, casi íntegro, el texto del "Rabinal Achí" drama que le era familiar -agrega David Vela- "por haberlo representado muchísimas veces y en los tiempos últimos dirigido la representación".

Zis dictó luego a Brasseur la pieza y el abate la transcribió en el idioma quiché e hizo una primera traducción del Rabinal Achí al francés. Los indios, al ver que Zis no era castigado, perdieron temor, y representaron para Brasseur Bourbourg toda la obra, con el acompañamiento

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