El Zorrito Abandonado
Enviado por bragonwii • 28 de Mayo de 2015 • 1.691 Palabras (7 Páginas) • 423 Visitas
el zorrito temblaba de miedo entre
los matorrales; se había quedado solo,
completamente solo.Estaba esperan
do
a su madre, pero ella jamás volver
ia.
un cazador la había matado.
Pasa
ron muchas horas, y comenzó a llo
ver.
El zorrito, cada vez más atemo
rizado,
sentía frío y hambre.
Una zorra que pasaba
por ahí al
canzó a oír los
gemidos del cachorro.
«Sera mejor que siga de largo», se
dijo. «Mis hijos me esperan en la ma
driguera». Pero los sollozos del zo
rrito la conmovieron tanto que ter
minó por meterse entre los matorrales
para ver qué pasaba.
—Qué tienes, pequeño? —preuntó
la zorra, acariciando la cabeza
del cachorro con una pata.
El zorrito comenzó a chillar todavía
mas fuerte, como hacen los zorros
chiquitos cuando tienen hambre.
—por qué estás tan solo en medio
del bosque? le preguntó la zorra,
asombrada. ¿Dónde está tu ¡madre?:
o es que no tienes madre?
La zorra se inclinó sobre el zorrito y
lo olfateó. Olía como huele cualquier
zorrito, y era suave y peludo, como
todos los zorrito.
—Pobre bebé —exclamó, y volvió
a acariciarlo con una pata.
El cachorrito dejó de llorar. La zorra
olía como su madre y despedía tanto
calor como ella. No podría darle un
poco de leche? El zorrito se metió bajo
el pecho suave de la zorra y comenzó
a mamar. ¡Qué hambre tenía,
La zorra retrocedió, haciendo a un
lado al cachorro. este pequeño no es
hijo mio; no lo traje al mundo», pensó.
Ademas, debo velar por mis tres hijos
y eso es ya suficiente responsabilidad».
—Sigue durmiendo, pobrecito —le
dijo al cachorro y se levantó.
Antes de irse lo miró por última
vez. iQué solo iba a quedarse... Ella le
habia dado su calor y su leche.
Cómo dejarlo ahora?», se pregunt.
Con mucho cuidado lo alzó. El zorrito
se despertó y comenzó a lloriquear.
La zorra lo puso suavemente
sobre la hierba y lo lamió.
—No tengas miedo, hijito. Ya nos
vamos a casa —le dijo, volviendo a to
marlo entre los dientes y poniéndose
en camino a Ia madriguera. Era me
diodía y el bosque parecía tranquilo
El cachorro comenzó a llorar de
nuevo y a tiritar de frío,
—Está bien, te daré de comer —-dijo
la zorra, y se acostó a su lado para
calentarlo.
EI zorrito se acurrucó junto a ella y
comenzó a mamar. Chasqueaba la
lengua de puro contento y no paraba de chupar.
—Come, come, hasta que estés llenito —le decia ia zorra.
el perro
Cuando el zorrito terminó de comer
todo lo que le cupo, y un poquito más,
se quedó profundamente dormido. La
zorra permaneció un rato junto a él,, fe
liz de verlo contento y satisfecho. «Ya
vendrá a buscarlo su madre», pensó.
Sin embargo, el tiempo pasó y la ma
dre del zorrito no apareció. La zorra
comenzó a preocuparse; debía volver
a la madriguera, donde sus hijos la
esperaban.
De repente se detuvo, asustada. Es
cuchaba ladridos. Era, sin duda, el
perro del cazador, ese malvado perro
que rastreaba las huellas de los zorros
y los perseguía para matarlos
—Zorra, zorra, zorra! —ladraba el
perro, acercandose—. Zorra, zorra,
zorra!
La zorra, despavorida, trató de alejarse,
pero como llevaba cargado al
zorrito, no podía correr tan rapido
como de costumbre. Mientras tanto, el
perro se acercaba más y mas.
La zorra pensó con horror en los
afilados dientes del perro; pensó con
todos los zorros y zorras que ese perro
había matado, y pensó que si abando
naba al zorrito, salvaría su propia
vida. Pero no lo hizo. Lo sostuvo entre
los dientes con todas lus fuerzas ,
siguió corriendo en zig-zag por la es
pesura, tratando de engañar al perro.
- Jadeaba tanto que casi no podía respirar
pero siguió adelante con su preciosa carga.
Saltó por encina de una rama caida.
Su olfato le decía que habia agua
cerca. Pronto encontró un ancho
arroyo y de un salto se metió en el
agua. Nadó hasta la otra orilla y se
escondió detrás de unos matorrales.
No podia mas. Era incapaz de se
guir. Se tendió sobre Ia hierba y esperó a su perseguidor.
Al otro lado del arroyo el perro
rastreaba el olor de la zorra, gruñía
furioso, ladraba y volvía a olfatear la
tierra, pero no encontraba nada. El
agua había borrado todo rastro de la
zorra. .
El perro corrió un par de veces más
a lo largo de la orilla y. finalmente,
dando media vuelta, se fue por donde
había venido.
Quieta, muy quieta, la zorra escucho
los ladridos qué se alejaban, hasta
que desaparecieron.
—Nos salvamos, pequeño —dijo,
todavía jadeante, y dejó caer al cachorro sobre la hierba.
El zorrito se acomodó al lado de su
nueva madre y comenzó a alimentarse.
La zorra extendió las patas y
agachó La cabeza. Descansaría . un
poco antes de seguir su camino.
Al rato se levantó y le dijo al zorrito:
—Ven. Ahora sí nos vamos a casa.
EL TEJON
Había anochecido. La zorra corria
por el bosque con el pequeño en el
hocico. Se había alejado demasiado de
su madriguera.
De repente apareció un tejón.
—Qué traes ahí? —le pregunto,
mirándola fijamente. .
La zorra no contestó y quiso seguir
su camino, pero el tejón le cerró el
paso.
—Quiero saber qué llevas ahi — dijo el tejon.
La zorra puso al zorrito en la hierba
y lo protegió con su cuerpo. Levantó
la cabeza y enseño los dientes con
furia:
—Es mi nuevo hijo —dijo.
—Un hijo adoptado! —exclamó el
tejón—. ¿Para qué lo quieres? ¡Ya tienes
tres hijos! Dámelo. ¡Me lo quiero comer!
—Lárgate! —gruñó la
...