El entusiasmo por la independencia
Enviado por MARTHA ANGELICA QUINTERO BARRIGA • 13 de Diciembre de 2017 • Resumen • 1.695 Palabras (7 Páginas) • 789 Visitas
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Quintero Barriga Martha Angélica Historia de la Educación en México Fabiola Durán |
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El entusiasmo por la independencia
“Sin instrucción no hay libertad”
-Alamán-
Alamán deseaba conservar lo que había funcionado mejor, antes de la independencia, la religiosidad del pueblo, y combinarlo con la búsqueda del progreso material. No rechazaba la idea de una educación liberal que haría hincapié en el aprendizaje de idiomas modernos.
Una de las consecuencias de la independencia fue tener a quien echar la culpa del atraso del país.
Las denuncias hechas a las autoridades peninsulares por sus corruptelas, mal querencias, falta de voluntad, desprecio hacia lo novohispano y deseos de perpetuar la ignorancia de la población fueron apenas unos de los cargos lanzados a los realistas durante la independencia.
La constitución de Cádiz no impedía el ejercicio de los derechos de ciudadanía a los varones ya mayores, ni a los analfabetas, no se permitía que jóvenes que nacidos en 1812 cumpliendo los 18 años no hubieran aprendido a leer y escribir.
En las cortes se promovió una ampliación de la educación secundaria y superior. En 1821 se autorizó 16 nuevas universidades, además de las dos ya existentes. En cada una había una “biblioteca pública, escuela de dibujo, laboratorio químico y un gabinete de física, otro de historia natural y productos industriales, modelos de máquinas, jardín botánico y un terreno destinado a la agricultura práctica”. Sin embargo, casi nada de esto se llevó a cabo. La herencia española fue innovadora y apropiada al momento, que el país no pudo aprovechar.
Enfrentarse a la cruda realidad
Las pocas escuelas de primeras letras estuvieron bajo la admiración del ayuntamiento, el cual desempeño un papel en la creación de escuelas municipales, locales, financiar y vigilar su funcionamiento, examinar, contratar y despedir a los maestros. El estado no tenía injerencia en la educación primaria.
EN 1822 se estableció la compañía lancasteriana, una sociedad de beneficencia que logró reunir a un buen número de políticos, escritores y clérigos ansiosos de reducir los índices de analfabetismo.
Había 3 temas que inquietaban:
- Transferir el sentimiento de lealtad.
- Convertir a los jóvenes en buenos ciudadanos, conscientes de sus obligaciones y formar obreros calificados y responsables.
- La enseñanza mutua (niños más avanzados instruían a los demás)
El sistema lancasteriano logró aumentar el número de inscritos en zonas urbanas, estableció normales, promovió clases de dibujo, dominicales, nocturnas y difundió la cartilla lancasteriana.
Las primeras escuelas normales se establecieron bajo el sistema lancasterianos en Zacatecas y Oaxaca curso que duraba de 4 a 6 meses. No se daba un solo curso de pedagogía.
A los actores pasivos se les obligaba o se les prohibía asistir a la escuela, según el criterio de los padres y se le sometía a un método cuyo lema era “La letra con sangre entra”. La escuela mantenía la disciplina utilizando miedo a un maestro equipado con un látigo, palmeta o varilla, lo que hacía un lugar de fastidio, aburrimiento y humillación, lágrimas y dolor para los niños que no tenían buena memoria.
Los comienzos difíciles de la vida independiente
El estado sería la supervisora y unificadora de la educación, incluyendo la impartida por la iglesia, intentaron introducir nuevas materias y libro de texto en español para remplazar el latín.
La idea de permitir a una mujer instruirse pasada la pubertad era muy criticada. Desentender la casa, marido e hijos para asistir a clases contravenía el esquema tradicional. La soltera dependía de la patria potestad del padre y la casada de su marido.
Se tenía que reorganizar la educación. Había cátedras de teología, en varios colegios, pero se matriculaban pocos alumnos.
Las ramas científicas se especializaban en física y química, en vez de estar agrupadas bajo la etiqueta de filosofía. Había que equipar laboratorio con el fin de acostumbrar a los alumnos a confiar en su propio juicio y no recurrir a los textos de Aristóteles.
La primera década
Las instituciones educativas sufrieron un deterioro severo durante la guerra de independencia.
Algunos frailes tenían colegios de primeras letras para varones y maestros, daban clases en su casa o a domicilio, había 1,310 primarias en el país, con asistencia de 58,744 alumnos.
El número de escuelas, maestros y alumnos aumentó en zonas urbanas. No se puede afirmar lo mismo para las zonas rurales sobre todo indígenas o pequeñas localidades incorporadas a los ayuntamientos, cuyos regidores no alcanzaron a estirar el presupuesto para que les tocara un maestro a los pueblos sujetos de la cabecera.
En 1820 apareció 4 institutos literarios, los primeros 3 tuvieron planes de estudio muy ambiciosos. Se trataba de formar abogados, matemáticos, médicos e ingenieros, entre otros, se quiso ofrecer al estudiante un ambiente más secular que el de los seminarios diocesanos, otra opción educativa en sedes de obispados. A pesar de la amplitud de materias ofrecidas terminarían como escuelas secundarias, que a veces cubrían los primeros años de la carrera de medicina o la carrera completa de derecho.
Los siguientes intentos
La década de 1830 vio la entrada al poder de otra generación de hombres. A pesar de tantos planes y proyectos, los problemas no se resolvían, mejoraba la economía, la sociedad no era ordenada ni más culta.
Iturbide perdió la vida y México tuvo que repeler el intento de reconquista por parte de la corona española.
Detrás de Gómez Farías había un congreso dispuesto a darle poderes excepcionales, Mora ansioso de reorganizar los establecimientos educativos. Este culparía a Gómez por haber hecho reformas demasiado aprisa, pero eran las mismas que Mora y Alamán habían propuesto. Con el poder en la mano Gómez Farías no esperó más y de un plumazo cerró la venerable Universidad que desde hace tiempo ya no daba clases.
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