El modernismo en México
Enviado por Ana María Guerrero Hernández • 10 de Mayo de 2022 • Ensayo • 1.562 Palabras (7 Páginas) • 352 Visitas
Literatura Mexicana del Siglo XIX
5 de mayo de 2022
El Modernismo en México
“No hay modernismo, sino modernismos” con esta frase inicia la “Antología del Modernismo” (1999) texto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con introducción de José Emilio Pacheco; el modernismo refiere a la corriente artística que buscaba la renovación artística, para México no fue diferente; sin embargo, el contexto político-histórico —de los años 1884 a 1921— dio características particulares a la corriente y la forma en que se manifestó en el país.
Mientras que en movimientos literarios anteriores se buscaba la individualidad y la búsqueda de la identidad como mexicanos, el modernismo se caracterizó por querer evitar las limitaciones de las fronteras nacionales; de esta forma, muchos escritores y periodistas mexicanos formaron diversos lazos con autores de otros países, residieron fuera de México y esto influenció enormemente su trabajo —algunos ejemplos serán mencionados en las siguientes páginas—.
Este ensayo tiene como fin explicar las diferentes manifestaciones del modernismo, con un enfoque en México y cómo afectó a la misma literatura mexicana. Se analizarán diversos textos y artículos con el fin de comprender mejor esta corriente literaria tan amplia y de diversos matices que se dieron en México.
El modernismo mexicano, explica Martha Elisa López Pedraza, es un movimiento que aporta importantes luces a la historia de la estética mexicana y a los modos de construcción de la imagen de "lo mexicano" (Modernismo, pasado-presente. El México de Saturnino Herrán, 2015). Pero ¿cómo explicar que un México con las fronteras de estilística y narrativa cerradas, logró acuñar aspectos de otros países en su propia cultura?
El fin de siglo marcó un antes y un después en la forma de pensar de las personas, se dieron cambios políticos que permitieron a varios autores; la llamada “crisis universal de las letras y del espíritu” que se dio alrededor del año 1885, fue resultado de la rotura de la estructura social y la industrialización, llamado también como un “desencanto” que afectó, no sólo a proletariados, sino a los burgueses por igual.
El arte dio respuesta enfocándose en la naturaleza y los paisajes, como una forma de anteponer la industrialización; los artistas retoman ciertas características románticas, como el estar en contra de los ideales de los padres y más bien perseguir los ideales de sus abuelos, teniendo comportamientos “rebeldes”. Se trata entonces de algo que los filósofos llamaron “irracionalismo”, puesto que las normas establecidas y lógicas dejan de tener sentido para la sociedad.
De esta forma, y poco a poco, se va formando una nueva oleada de ideas que, nuevamente, va en contra de lo antes establecido en movimientos ya vistos, hablamos del realismo; es importante también mencionar que distintas corrientes estéticas se vieron dentro del mismo realismo. Las reacciones estéticas se dieron como respuesta en contra de los cimientos ideológicos que se conocían —nuevamente, respuesta en forma de rebeldía—.
La llegada de estas nuevas estéticas marcó en México una nueva era intelectual. Antes de la partida de Ignacio Manuel Altamirano a España, después de ser nombrado Cónsul, Manuel Gutiérrez Nájera se encargó de decir unas palabras a Altamirano, en la que lo nombraba maestro, reconociendo los enromes logros en la literatura que alcanzó; sin embargo, en este discurso se le daba de igual forma una despedida a las antiguas estéticas, normas y movimientos, que ya se resquebrajaban y empezaban a ser reemplazados por ideas novedosas.
“El país era ya nuestro, también artísticamente, y podíamos por tanto interesarnos con libertad por el mundo entero, antiguo y moderno” (Martínez, José Luis). El mismo Gutiérrez Nájera hablaba de las imitaciones como literatura propia. Es aquí donde las estéticas comienzan a abrirse paso en la literatura mexicana. Son varias las estéticas dadas en este periodo, pero una de las más importantes, o aquella que se dio en México a modo de respuesta a sus propias situaciones históricas-políticas fue el decadentismo.
Daniela Sánchez Chowell explica que el decadentismo “se manifiesta agotamiento y hastío, el spleen frente a un mundo modernizado, materialista y represivo” (2018). Se define por enaltecer el pasado aristocrático, manejar un lenguaje refinado, y por abordar temas como la sexualidad y los vicios. Fue en el porfiriato que esta estética se vio esclarecida, puesto que, gracias a lo ideales del presidente de México se buscó el crecimiento y desarrollo del país imitando ciudades como Francia; sin embargo, al mismo tiempo esta evolución provocó posturas dictatoriales, intolerancia a lo diferente y un rechazo indiscutible hacia todo aquello que se opusiera al orden y el progreso.
Autores como José Juan Tablada, Alberto Leduc, Bernardo Couto, Jesús E. Valenzuela, Efrén Rebolledo, Ciro B. Ceballos, Rubén M. Campos y Amado Nervo acuñaron el decadentismo dentro de sus textos, enfrentándose así a una sociedad altamente conservadora y prejuiciosa. Los autores mostraban en sus textos a un “joven rebelde, reaccionario y precoz, interesado en el arte y en la búsqueda de experiencias hedonistas.” (Chowell, Sánchez Daniela). Uno de los objetivos de los decadentes mexicanos fue usar la literatura como un medio para reflejar y satirizar su entorno.
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