Ensayo de Hitler y la estética griega

La antigua Grecia. Origen del arte más clásico y reconocido durante siglos, las figuras humanas logradas por los antiguos escultores hasta el día de hoy son difíciles de superar en realismo y sensación de movimiento. Esta energía contenida que encontramos en una imagen humana puede ser tan poderosa que trasciende los siglos, las edades y las culturas humanas.

Muchos pueblos se vieron influenciados por el arte clásico de la Grecia. Unos por el aspecto estético simplemente, por la belleza del canon estético fundado por los griegos. Sin embargo hubo personas que sintieron que estas imágenes eran más que solo una copia de la anatomía y de la cara humana. No es difícil sentir un flujo de energía que cautivó a mentes con delirios de grandeza, como lo fueron algunos líderes, especialmente del siglo XX.

El Discóbolo es una de las esculturas clásicas más famosas de la historia de Grecia y de todo el mundo, su autor es el artista Mirón quien la realizó en el año 460 AC para ser colocada en una calle de Atenas.

Hay que tener en cuenta el contexto histórico en el cual fue concebida la obra, época de gran auge en Grecia y en pleno dominio sobre los persas que intentaban invadir estas tierras sin lograr el éxito, este periodo de tiempo también fue conocido como la “Edad de oro” griega. P ero más que solo una escultura, esta pieza artística representa la cosmovisión de una sociedad: el ideal griego, que proponía que el hombre podía llegar a ser perfecto, un ser superior, hermoso e imponente.

Por esto, no llama la atención que Hitler, una de las figuras políticas que más ha marcado la historia de la humanidad, se haya obsesionado tanto con la mencionada escultura, al punto de buscarla hasta conseguir una copia de ella. El Führer quería imponer los valores que él creía que la escultura encarnaba, así como ideales de armonía, vigor atlético y belleza, quería transformar la sociedad en lo que él veía en el discóbolo, perfección del ser humano.

Es interesante notar que si bien, Hitler estaba obsesionado con los ideales de belleza griegos, no fue capaz de aprovechar el gran legado que dejó la cultura Griega a la humanidad: la democracia. Llevando su liderazgo hasta el otro extremo, una tiranía. Si bien la democracia Griega no es exactamente lo que entendemos como “el gobierno de todos”, ya que para tener derecho a voz y a voto había que ser hombre, y tener la categoría de “ciudadano” ­la cual era exclusiva de la elite intelectual y económica de la época­ sentó las bases de la mayoría de los gobiernos de occidente en la Postguerra.

Hitler esquivó hábilmente este tremendo legado, rescatando únicamente lo más superficial de la cultura griega, lo cual probablemente contribuyó a que el Tercer Reich, un reino destinado a durar mil años, no alcanzara a durar más de 11 años.

Otros líderes del siglo XX también se basaron negativamente en el

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