Ensayo sobre Venezuela Prehispanica
Enviado por Betzaida Carrasquel Lopez • 22 de Octubre de 2020 • Ensayo • 1.434 Palabras (6 Páginas) • 923 Visitas
República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular para la Educación
Aldea Universitaria La cuchilla “Misión Sucre”
San Felipe. Edo- Yaracuy.
Comunicación Social 1-2.
Venezuela Prehispanica
Estudiante: Heidimar Perez
C.I: 26.429.593
San Felipe, 20 de Octubre del 2020
VENEZUELA PREHISPÁNICA
La historia prehispánica de Venezuela ha sido dividida en cuatro grandes períodos, el Paleoindio (15.000 a 500 años antes de Cristo), Mesoindio (500 / 100 a.C.), Neoindio (1000 a.C. / 1500 después de Cristo) e Indohispano (1500 d.C. hasta el presente). Esta periodización no es precisa ni rígida; es decir, el inicio de un nuevo período no significa necesariamente la finalización de lo anterior, ya que los grupos étnicos que poblaban nuestras tierras antes de la llegada del hombre europeo experimentaron líneas muy diversas de evolución y desarrollo. Sin embargo, se puede hablar de la existencia de dos grandes modos de vida que se diferenciaban entre sí: el de los arawacos y el de los caribes.
Sin duda los cuatro períodos permiten explicar la diversidad de grados de desarrollo de las sociedades indígenas de Venezuela para el momento del contacto con el europeo, cuando se reportan grupos recolectores y grupos agricultores, unos con grandes expresiones de alfarería, otros con ingenioso desarrollo de sus viviendas y algunos, como los timoto-cuica, con un reconocido talento para la agricultura. Suponen los investigadores que en esos momentos de la antigua Venezuela estaba en marcha el inicio de la vida social en nuestro territorio, la gestación de las primeras tradiciones transmitidas oralmente durante los descansos o en los rituales, y la expresión de las primeras inquietudes artísticas pintadas o talladas en huesos y piedras. Con respecto al Período Mesoindio hubo extinción de los grandes animales característicos del Paleoindio, debido principalmente a fuertes cambios climáticos, propicia la adopción de nuevas formas de subsistencia.
No significa esto que dejaran de existir las antiguas prácticas –como parece demostrarlo una industria rudimentaria de piedra tallada que hacia los 5000/4000 años a.C. existió en la península de Paria– sino que habría una situación de convivencia en la que comienzan a predominar las nuevas formas de vida, sustentadas en una aparente abundancia y estabilidad de recursos provenientes del mar. Las evidencias arqueológicas señalan el norte de Venezuela como un área de mayor concentración de comunidades recolectoras. En las costas de Sucre y Anzoátegui y en la isla de Cubagua hay evidencias del abandono de la industria lítica (piedra) y de la adopción de una economía fundamentada en la recolección de productos marinos. Mientras que en el Período Neoindio está determinado esencialmente por la agricultura y la estabilización de los cultivos de asentamiento. Las últimas investigaciones consideran la existencia de un tercer centro de desarrollo cultural tipificado por el Patrón Andino, con relaciones culturales con el altiplano colombiano y los Andes centrales, que se caracterizaría por la existencia de una cerámica simple, arquitectura incipiente y un sistema de subsistencia basado en el cultivo de tubérculos como papa, ruba, cuiba, oca y ulluco, en los llanos occidentales hay evidencias de construcciones artificiales asociadas a la agricultura, que consisten en terraplenes, campos elevados, camellones o calzadas que funcionaban como muros de contención de las aguas en zonas anegadizas y permitían, entre otras cosas, atravesarlas a pie. Hay también indicios de canales de riego en las riberas de los ríos Turbio, Tocuyo, Yaracuy, Güeque, y de agricultura de regadío entre los caquetíos, de quienes se conoce su práctica prehispánica de la represa, o buco, de la que sacaban acequias principalmente para el riego con aguas de la sierra de San Luis (Falcón). También hay indicios de canales en las márgenes del río Mamo y en la zona del Orinoco. Tocante a El período indohispano, como su nombre lo indica, corresponde a lo acontecido en los pueblos prehispánicos desde el momento en que irrumpen los primeros conquistadores hasta el presente. Durante este largo período, las características y el número de su población fueron modificados notablemente, tanto por la política de exterminio puesta en práctica por los conquistadores, como por el proceso de asimilación por parte de la cultura criolla que se fue gestando lentamente con la mezcla de los aportes étnicos europeos, africanos y los específicamente aborígenes. Finalmente sobre el Período Indohispano las fiestas religiosas de nuestro calendario popular contienen en su música, letras, instrumentos, coreografía, vestuario y sentido elementos indígenas. Las Turas y el Maremare ofrecen rasgos de claro origen prehispánico. Algunas músicas autóctonas merideñas, y de otras zonas criollas del país, como la de la Bajada de los Reyes en San Miguel de Boconó, son de origen indígena, así como algunos elementos de nuestras danzas y bailes populares. Algunas deidades y héroes culturales prehispánicos sobreviven, transfigurados, en casi todas las expresiones dancísticas y creencias del pueblo venezolano. Tal es el caso de la fiesta del Espuntón o Parranda de los Caribes, en Caigua (Anzoátegui); el Baile del Mono, en Caicara de Maturín, (Monagas), y el Espuntón de Pueblo Nuevo (Mérida). La fiesta de San Isidro Labrador, en nuestros Andes, es celebrada en vinculación directa con las labores agrícolas, así como la Bajada de Ches. La Candelaria, fin del ciclo de Navidad, es celebrada en varios lugares del país y algunos de sus elementos tienen evidente connotación indígena, sobre todo en lo que se refiere a la reproducción coreográfica de labores agrícolas. Igual ocurre con la fiesta de San Benito, particularmente en las regiones andinas, y algunas de Locos y Locainas, en cuyo vestuario y adornos corporales se recuerdan posibles influencias indígenas, lo que parece reafirmarse con el porte de arcos y flechas. Principalmente en el oriente del país se montan diversiones en cuyos nombres y coreografía y en algunos de sus aditamentos, es indudable el aporte indígena. Han sido consagradas como diversiones orientales El Sebucán o Baile de Cintas, El Carite, El Chiriguare, El Pájaro Guarandol, El Baile de la Culebra. En La Victoria (Aragua) el baile de La Llora, que recuerda costumbres funerarias prehispánicas.
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