Escrituras Y Lenguas En La Hispania Pre Romana
Enviado por dayanaramedrano • 19 de Noviembre de 2012 • 5.312 Palabras (22 Páginas) • 750 Visitas
Escrituras y lenguas en la Hispania prerromana
Xose A. Padilla García
Abstract
This paper looks at the linguistic situation in the Iberian Peninsula before the arrival of the Romans. According to the epigraphic remains and to the classical sources (such as Strabo, Plinius, Polybe, Diodore or Titus-Livius), we can characterize that situation as pluri-linguistic. Before the indo-european invasions (XI-V b. C.), a group of languages whose origin can not be totally established were spoken. Afterwards, there was a coexistence between indo-european (such as Celtiberian or Lusitanian) and non indo-european (such as Iberian or Basque) languages. Some of them left written remains in four different alphabets, connected to those Phoenician and Greek. All these languages finally disappeared, except for Basque.
1. Introducción
Quizás el primer aspecto que debemos señalar sobre la situación lingüística de la Hispania prerromana es que, como señalaron las fuentes clásicas (Estrabón, Herodoto, Polibio, etc.), no se hablaba una única lengua sino varias. La forma más general de clasificar estas lenguas es establecer dos criterios básicos: de un lado, el origen de sus hablantes; de otro, la familia lingüística. Según el origen de sus hablantes, se diferencia entre lenguas autóctonas y lenguas de colonización; y según la familia, se habla de lenguas indoeuropeas y no indoeuropeas. El primer criterio separa, por ejemplo, las lenguas fenicia y griega de las lenguas celtibérica e ibérica; y el segundo criterio, la primera lengua autóctona de la segunda. En realidad, como indica de Hoz (1983: 353), la división entre lenguas autóctonas y de colonización es un poco artificial, pues, los fenicios llevaban en la P. I. desde el siglo IX a. C. y los griegos desde el siglo VIII a. C., por lo tanto, en cierto modo, a la llegada de los romanos (s. III a. C.), podrían considerarse tan autóctonos como los iberos, o al menos como los celtas, que llegan en oleadas sucesivas desde los siglos IX al V a. C.
El segundo aspecto importante tiene que ver con la diferencia entre lenguas y escrituras. En realidad, el repaso de las lenguas prerromanas peninsulares es el estudio de los restos epigráficos (bronces, exvotos, monedas, plomos, vasijas, etc.) que se escriben en varios alfabetos durante un periodo dilatado en el tiempo y en el espacio. Por lo tanto, toda afirmación que hagamos sobre las lenguas realmente habladas es una hipótesis, más o menos cercana a la realidad, que se fundamenta en lo escrito, sea por los habitantes originarios de la P. I., sea por fenicios, griegos y romanos.
2. Indoeuropeos y no indoeuropeos
Basándose en la composición morfológica de los topónimos (-briga e iltir-, ciudad), Humboldt y más tarde Untermann (1875-1980) dividieron la P. I. en dos zonas: la indoeuropea y no indoeuropea, y esta división se mantiene hasta ahora, no sin discusión. La Hispania no indoeuropea a grandes rasgos queda al sudeste (gran parte de Andalucía, Murcia, País Valenciano y Cataluña), penetrando hacia al interior y llegando hasta el sur de Francia; la zona indoeuropea ocuparía el resto. No hemos de pensar, sin embargo, que haya una frontera estricta entre las dos zonas, pues la P. I. estaba poblada por un conjunto de pueblos muy numeroso (astures, cántabros, celtiberos, ceretanos, edetanos, ilergetes, lacetanos, vacceos, vascones, etc.) y tenemos pocos datos para adjudicarlos de forma definitiva a una determinada familia lingüística. En el norte peninsular, en una zona que comprendería la actual Navarra, parte del País Vasco y terrenos colindantes, con una frontera pirenaica no muy claramente delimitada, se hablaba la lengua vasca, aunque seguramente era tan parecida al euskera actual como el castellano lo es al latín coetáneo.
Gráfico (1)
Mapa de los pueblos prerromanos de la P. I. (reformado a partir de del Rincón, 1985:7)
3. Las escrituras peninsulares
Las escrituras autóctonas llegan en su origen del Mediterráneo, y si repasamos mentalmente el mapa que hemos trazado, es lógico que esto sea así, pues al oeste sólo estaban el mar y las Islas Británicas (en donde la escritura es muy posterior). Esto explica que sean los iberos los que trasmitan su escritura a los celtiberos, pueblo indoeuropeo fronterizo con su territorio; y que los lusitanos, pueblo también indoeuropeo pero precelta, sólo escriban su lengua en el siglo II a. C., y ya en caracteres latinos.
Existen diversas teorías sobre el número de lenguas y escrituras prerromanas (véase de Tovar, 1980; de Hoz, 1983; Siles, 1976, 1985; etc.), y, hasta el momento, a pesar de los intentos de varios autores (véase Gómez-Moreno, 1949; Maluquer de Motes, 1968; de Hoz, 1983; Siles, 1985; Román del Cerro, 1990), no hemos podido traducir ninguna (a excepción de parte del celtibero). Podría decirse que en este sentido estamos todavía en una fase similar, salvando las distancias, a la del alumno de ruso que sabe leer el alfabeto cirílico pero no tiene idea de lo que significan las palabras. Es normal que esto sea así, porque los restos que poseemos son pocos y fragmentarios.
El nacimiento de las escrituras peninsulares está estrechamente relacionado con importantes hechos históricos acontecidos en el mundo antiguo, por lo tanto, antes de seguir adelante, debemos detenernos brevemente en el contexto histórico de este periodo para describir más claramente las circunstancias que rodearon la llegada de la escritura a la Península.
3.1. La escritura y el comercio
Las grandes potencias de la época (fenicios y griegos, primero; púnicos y romanos, después) arribaron a las costas de la Península para obtener materias primas (principalmente oro y plata) y mercenarios para sus contiendas. Este hecho determinó que los primeros documentos hispánicos que se conservan fueran en realidad inscripciones foráneas escritas en babilónico y egipcio (jeroglíficos) en objetos traídos por los fenicios. La inscripción más antigua señalada por Estrabón en el Templo de Melkart en Gadir (Cádiz) se remontaría nada menos al siglo XI a. C. (véase Guadán, 1985: 27). Que la escritura hispánica fue importada por estos colonos parece estar fuera de toda duda. Un dato importante, como indica Guadán (1985: 27), es que no hemos hallado en la P. I. (al menos hasta la fecha) las etapas primitivas de la escritura que se encuentran en otros lugares, como un estadio pictográfico primitivo o una escritura jeroglífica propia (véase Goldwasser, 2005). La escritura nace, pues, como consecuencia del contacto entre los nativos y los comerciantes. Las tribus preindoeuropeas peninsulares debieron de aprender los primeros signos en estos
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