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Evolucion Y Transformismo


Enviado por   •  4 de Febrero de 2015  •  7.980 Palabras (32 Páginas)  •  407 Visitas

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El asunto más trascendente del parágrafo citado es

aquel por el cual se oponen creación y mecanicismo.

Y con él nos remontamos a la disputa que mantiene Aristó

teles

un Aristóteles sin contaminaciones idealistas

platónicas

con las ideas materialistas de Empédocles de Agrimento. La polémica entre el hile

morfismo y el

hilozoísmo acerca de si la materia posee o no una capaci

dad ínsita para engendrar la vida, y de si la forma se

reduce a la materia. Aristóteles sostuvo que la materia carece de capacidad generadora; que el sustrato material

se especifica por

su forma sustancial; que si la materia puede recibir diversas formas sustanciales es porque

está en potencia respecto de ellas, que son su acto, y que la sustancia existente en la naturaleza se produce por

la unión de esos dos principios del ser, que, por

sí, no son capaces de existir en los entes vivientes. Que esto es

muy claro en el hombre, ya que un cuerpo muerto no es un organismo, sino una corrupción, porque le falta el

alma que lo informa. Por lo tanto, la sola materia no puede engendrar descend

enci

as en el orden específico.

No reparó

dice

Empédocles en que el germen que da lugar al animal debe desde el comienzo poseer el

carácter específico, y que el agente productor es preexis

tente: es cronológicamente anterior, así como lógica

-

mente anterior;

en otras palabras, el hombre es generado por el hombre, y por eso el proceso de formación del

niño es lo que es porque su

progenitor fue un hombre

2

.

Seres vivos con sustrato material y no materia viva fue pues la gran respuesta clásica al materialismo. A

continuación debería colocarse la cuestión existencial, dinámica, de los seres. También aquí, como es sabido,

Aristóteles procede a distinguir la esencia de sus accidentes, lau

dando entre el monismo del ser de Parménides

y el monismo del deveni

r de Herácl

ito.

Permanencia y cam

bio, conservación y evolución que, trasladados al campo de lo biológico, podríamos

relacionar con la fijeza y con la variabilidad de las especies vivas. No hay tal movimiento continuo ni

autogenerado, ya que él siempre depende de un

primer motor inmóvil del universo. Sí hay cambio evolutivo en

los seres, cambio que se advier

te precisamente por la permanencia del sujeto del cam

bio; cambio que, a su vez,

requiere una causalidad pro

porcionada, y con ello nos debemos plantear los temas

de la causa eficiente, de la

causa formal y de la causa final. Escuetamente, como cuadra a este introito, diga

mos que queda asentado que

lo superior no puede pro

venir de lo inferior, ni lo más de lo menos, es decir, que ningún agente puede producir

un e

fecto que exceda a su capacidad ontológica. Asimismo, todo proceso causal es respetuoso de las formas y

de los órdenes naturales a sus respectivos fines.

En consecuencia, ya para Aristóteles ni la materia es razón de generación ni el movimiento es

excluyen

te o explicativo de sí mismo. O, lo que es lo mismo: el materialismo mecanicista que concebía al cos

-

mos como un gigantesco reloj material autopropulsado era un enorme error lógico y ontológico. La concluyente

crítica aristotélica prácticamente lo eliminó

(a salvo cier

tos desvarios de Lucrecio y de Epicuro) del orden de

l

día de nuestra civilización.

Lo que sí vio Aristóteles

y con él su discípulo Teofrasto

fue la disposición gradual con una cierta

conti

nuidad estructural en el plan de los seres vivos, l

o que denominó

la gran cadena de los seres

o

Scala

naturae

. Esto no en

sentido filogenético, evolutivo, sino en el sentido puramente formal en que se basa la idea

de la «Scala naturae» o «gran cadena de seres», como se llama

rá más adelante esta orden

ación lineal de los

distintos grupos de organismos

3

. Eso en cuanto a la filogenia, de orden espacial, no temporal; en lo referente a

la ontoge

nia, sí Aristóteles planteó el tópico evolutivo preciso. Esto apunta al tema de la embriología moderna,

es

decir, al desarrollo del viviente desde la fecundación del hue

vo hast

a alcanzar su forma específica.

Y Aristóteles pos

tuló una explicación, denominada epigénesis, con la que sostenía que en la célula

original hay una fuerza oculta, un poder latente, dist

into de las partes del organismo celular, que, con el

tiempo, se desenvuelve. Este

vita

lismo

aristotélico, comprobado por las modernas obser

vaciones

microscópicas, es el que nos lleva a la cuestión de la

evo

lución”

en su acepción clásica.

En una magní

fica tesis doctoral, Federico Mihura Seeber ha rastreado el origen latino del vocablo que

nos ocupa. Indica que él se relaciona con

evolutio

,

envol

vere

y

evolutus

, y, en consecuencia, con

“volveré”

,

dar vuelta, al volumen, a la voluta y al contenido

de una imagen circula

r. Con el añadido del prefijo, “

e

-

volutio

y “

e

-

volvere

, señalan el des

-

envolver, la explicitación de aquellos contenidos. El despliegue de lo antes plega

do

es la acepción semántica primigenia. Idea que con

cuerda con la de

proceso

o principio interno oculto que se

torna manifiesto. También existe una acepción posterior que le agrega la noción de

transformación

, lenta y

progresiva, con o sin dirección, que consigue o no una diferenciación. Además está la acepción moderna, de

deri

vación de las especies, pero ésta

la postergamos por

...

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