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Fascismo Clásico


Enviado por   •  15 de Junio de 2012  •  10.074 Palabras (41 Páginas)  •  503 Visitas

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Nostalgia del futuro. La visión del mundo del Fascismo Clásico en sus textos.

1.-Introducción.

El presente capítulo pretende explicitar los parámetros ideológicos compartidos por las organizaciones fascistas europeas más relevantes y que alcanzaron el poder hasta el fin de la 2ª Guerra Mundial, a partir del análisis comparativo de textos emblemáticos de sus dirigentes. El objetivo es establecer cuáles son los factores –a nivel de pensamiento político-que caracterizan al Fascismo . Partiendo de la convicción de que es válido el concepto de Fascismo Genérico puesto que, en nuestra opinión, los elementos que diferenciaban la visión del mundo y comportamiento político de las diferentes organizaciones fascistas eran de menor relevancia que los factores que los homogenizaban. Localizar, describir y analizar estos factores homogenizadores, por tanto, será nuestro objetivo central.

Los autores escogidos han sido A. Hitler, J. Goebbels y B. Mussolini; y para contrastar y/o confirmar la funcionalidad y rigor del modelo elaborado éste será cotejado con la producción intelectual de otro político inequívocamente fascista J. A. Primo de Rivera.

Se han localizado y comparado en los mencionados textos cuál es su concepción del Hombre, la Naturaleza y la Historia y sus autodefiniciones; su visión de la Nación, del Estado y de la sociedad; a qué profesaban admiración y qué odiaban; qué objetivos políticos tenían y cómo creían que se podían conseguir y, finalmente, cuáles eran los argumentos teóricos utilizados para defender la legitimidad de sus concepciones nucleares o ideas fuerza. La pregunta a resolver sería: ¿Qué factores caracterizan la especificidad ideológico-doctrinal del Fascismo? Se trata de analizar las diferencias en las semejanzas y las semejanzas en las diferencias en los textos escogidos para establecer lo específico del Fascismo Clásico y modelizar las conclusiones desde la perspectiva del pensamiento político. Modelo que nos podrá permitir juzgar la naturaleza fascista o no de un texto de Derecha Radical europea entre 1919 y 1945. Se parte de la hipótesis que el núcleo duro de su pensamiento político, sus ideas-fuerza, se articulan en torno a tres cuestiones: un ultranacionalismo palingenésico, unitarista-totalitario y armonicista; el uso de una violencia racionalizada al máximo y sin límites éticos ni legales y, finalmente, una voluntad colonialista-imperialista legitimada ontológica y axiológicamente por planteamientos socialdarwinistas.

2.- Una Nueva Civilización.

En 1922, en la revista teórica Gerarchia, el Duce escribía que nuestro presente es ya de por sí un futuro respecto de aquellos que nos han precedido (Mussolini.1984:31). Pasado, presente y futuro se unían, circularmente, en la teoría y la práctica de lo que se anunciaba que sería una nueva civilización superior. Una novedosa teoría y forma de vida (Goebbels:81) capaz de solucionar todos los problemas, contradicciones y fracturas sociales existentes . Nacida para salvar a la Patria/Nación/Comunidad Racial de la decadencia y lograr su máximo poderío histórico e imperial mediante la colaboración –activa, pasiva o forzada- de “todos” los elementos de la sociedad en una unitaria sinergia. A partir de un principio político-moral central: subordinar los intereses de los particulares a los intereses de la nación (Mussolini,1984:115); vencer a los intereses particulares y hacer triunfar el interés nacional en palabras del Führer (Hitler,2004:446). Naturalmente esto es propaganda y/o ideología pero sólo si comprendemos los factores motivacionales de sus idearios entenderemos como los fascistas lograron convertirse en amplios movimientos trasversales que alcanzaron el poder en Italia y Alemania. Factores que fueron, en realidad, una respuesta modernizante, como veremos, de la parte más extremista de las Derechas Radicales de la Europa a los angustiosos problemas, políticos y socioeconómicos de la época.

Los fascistas tenían una misión sagrada que legitimaba, según ellos, todas sus actuaciones: la regeneración de la Patria, para ello era necesario una máxima radicalidad de ideas y actos que eliminara todos los factores que impedían dicha regeneración. Tanto de índole interna –oponentes políticos- como externa -potencias extranjeras rivales o futuros súbditos colonizables-. Se trataba de sumar el máximo de fuerzas nacionales “sanas” para la realización de un proyecto político que se presentaba como revolucionario y rupturista y, a la vez, como conservador y continuista. De ahí que los profundos cambios planteados tuvieran lugar en los planos político y cultural, no en el social y económico y que la armonía de los contrarios (que afirmaban haber conseguido) fuera uno de los máximos motivos de orgullo para los fascistas.

Los líderes del Fascismo europeo se veían a si mismos como demiurgos de la Historia, portaestandartes de una Nueva Civilización que, simultáneamente, alumbraría a un Hombre Nuevo, lanzaría a la basura todo lo viejo y decadente y salvaría a la vieja civilización europea de los inmensos peligros que la asediaban. Hitler, por ejemplo, se veía a sí mismo como un instrumento del destino (Hitler,2004:55). Y como punto nodal de todos sus idearios el ultranacionalismo regeneracionista o palingenésico.

El propio Hitler se definía reiteradamente en sus escritos como un nacionalista alemán y afirmaba que para todos los verdaderos nacionalsocialistas no existe más que una doctrina: la de la nacionalidad y Patria (Hitler s.f.:78). Por su parte Mussolini, al respecto, afirmaba que los fascistas habían creado un mito de fe y pasión, el de la grandeza de la Nación y a ese mito, a esa pasión que querían traducirlo en realidad, lo subordinaban todo (Mussolini,1984:32), puesto que, continuaba exponiendo el Duce, la Patria no es una ilusión, sino la más grande y pura de las realidades y por ello una sola voluntad movía a los fascistas e inflamaba su pasión: contribuir a la salvación y a la grandeza de la Patria. (Mussolini,1984:52-171).

Los líderes fascistas compartían un mismo diagnóstico sobre la realidad de sus respectivas patrias: una visión extremadamente pesimista concretada en el término decadencia. El diagnóstico y su voluntad política de actuación comportaba una consecuencia: la imperiosa e ineludible necesidad, como misión sagrada, de regenerar a la Patria. La situación histórica requería –coincidían en el análisis- un amplio movimiento de masas, conducido por un partido de militantes-soldados y por un líder carismático, que alcanzara el poder (combinando métodos legales e ilegales) para realizar una “revolución” ultranacionalista. Con un predominio de

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