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Guerra Del Opio


Enviado por   •  6 de Septiembre de 2011  •  1.923 Palabras (8 Páginas)  •  1.539 Visitas

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El comercio con China era muy rentable, pero el Gobierno chino rechazaba cualquier influencia «bárbara». Los europeos buscaron otras formas de comerciar.

En el siglo XVIII, la seda, el algodón, el té, la porcelana y los objetos esmaltados chinos eran sumamente apreciados en Europa, pero resultaban muy caros y escasos, además, esto significaba un gran esfuerzo para las ya apretadas finanzas europeas provocadas por las guerras napoleónicas. Los comerciantes de Portugal, Gran Bretaña, Italia y los Países Bajos intentaron ampliar el comercio con China. Pero los poderosos emperadores chinos, que controlaban cualquier contacto entre su pueblo y los extranjeros, no estaban interesados.

Qianlong, emperador durante sesenta años, era un erudito y un tradicionalista que no tenía tiempo para los «bárbaros». El problema de los europeos era que tenían que pagar todos los productos en plata, ya que los comerciantes chinos no tenían permitido intercambiar productos extranjeros por artículos chinos. Además, los europeos sólo tenían permiso para comerciar en Cantón (Guangzhou), donde eran encerrados en las llamadas factorías (una especie de almacenes fortificados) y comerciaban a través de intermediarios chinos.

Los comerciantes europeos eran muy competitivos y se peleaban por conseguir los mejores artículos chinos y por llevarlos luego a Europa lo más rápidamente posible para conseguir establecer los precios más altos.

EL COMERCIO DEL OPIO

Los europeos buscaron otras formas de comerciar. El opio era una droga que tradicionalmente se usaba masivamente (mezclado con tabaco) en China desde el siglo XV con fines medicinales; los europeos entablaron relaciones con los traficantes de droga chinos, a quienes vendían grandes cantidades de opio (5.000 barriles por año en la década de 1820) desde países como Birmania.

A cambio recibían lujosos artículos chinos. El comercio creció a finales del siglo XVIII y, aunque el Gobierno Qing intentó detenerlo, en la década de 1830 el opio se consumía ampliamente en China: hacía perezosas a las personas, dañaba la sociedad y la economía, y causaba ingentes gastos al país.

China alcanzó su mayor extensión durante el reinado de Qianlong, extendiendo su poder a Asia Central y el Tibet. Esta expansión fue muy costosa y aportó muy pocos beneficios, salvo mantener alejados a los británicos y los rusos.

Qianlong (1711-1795) gobernó China durante sesenta años desde 1735.

Fue un emperador-filósofo que fomentaba las artes, escribía poesía y fundaba bibliotecas.

LA DINASTIA QING

Los emperadores Qing no estaban interesados en desarrollar el comercio porque tenían urgentes asuntos internos que solucionar. Los años de paz y prosperidad habían conducido a un excesivo crecimiento de la población (400 millones en 1800) y había escasez de alimentos. Los impuestos eran elevados, la corrupción estaba creciendo y la población se desplazaba de un lugar a otro en busca de mejores oportunidades.

Los Qing eran muy conservadores y testarudos. Como resultado de esta actitud, hubo protestas y levantamientos, organizados con frecuencia por sociedades secretas con ambiciones políticas. La secta del Loto Blanco provocó una rebelión campesina que duró de 1795 a 1804. El objetivo de esta guerra era debilitar el respeto del pueblo por la dinastía Qing. Los extranjeros (japoneses, rusos, tibetanos y otras minorías étnicas, así como los europeos en sus clípers y sus cañoneros) también acechaban las costas de China.

LA INTERVENCIÓN EUROPEA

Los emperadores Qing creían que China era el centro del mundo. Describían su país como «el Reino Medio, rodeado de bárbaros». Cuando un embajador británico, lord Macartney, viajó a Pekín (Beijing) en 1793, el emperador Qianlong se negó a tratar asuntos comerciales. Desde entonces, los extranjeros decidieron hacer las cosas a su manera y el lucrativo comercio del opio aumentó.

A comienzos del siglo XIX, muchos chinos se sentían oprimidos en ciertos aspectos de su vida y el opio, que se fumaba como el tabaco, les proporcionaba una vía de escape. Cuando en 1839 los chinos intentaron detener el comercio, los británicos les declararon la guerra. También el control del suministro mundial de té por parte de China estaba a punto de venirse abajo: durante la década de 1830, el inglés Robert Fortune robó varias plantas de té mientras viajaba por China; las llevó a la India y estableció allí plantaciones que competirían con las chinas.

El Templo del Cielo fue reconstruido en 1751 durante el reinado de Qianlong. La inmensa sala de oración de madera estaba profusamente decorada y el tejado estaba cubierto con azulejos de cerámica azul.

Situado en Pekín, es uno de los centros más visitados del país.Construído en 1420, fue usado por los emperadores Ming y Ching para ofrecer sacrificios al cielo pidiéndole abundantes cosechas. Su forma geométrica lo convierte en una de las obras más originales de la arquitectura china.

Presidiendo la plaza de Tien An Men- cuya traducción literal significa "paz celestial" – la puerta del mismo nombre da entrada a la Ciudad Prohibida. Como en todos los grandes edificios chinos, un retrato de Mao figura en primer plano

LAS GUERRAS DEL OPIO: El opio, introducido por inescrupulosos comerciantes, llegó a ser un artículo indispensable para el chino corriente. Serían muchos, sin embargo, los que se opondrían tenazmente a su distribución y empleo, conociendo sus peligros.

Los comerciantes europeos utilizaron el adictivo poder del opio para establecer fuertes vínculos comerciales con China, que deseaba permanecer aislada de los extranjeros.

Los chinos apenas habían tenido contacto con el resto del mundo durante siglos. Muchos comerciantes europeos estaban muy interesados en los productos chinos, sobre todo en las sedas y porcelanas, que tan populares en Europa. Sin embargo, el Gobierno chino sólo les autorizó a comerciar en un puerto, Cantón (Guangzhou), lo que le permitía controlar mejor las transacciones.

Para solventar este problema, los comerciantes extranjeros comenzaron a introducir opio de contrabando en el país, de tal forma

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