Historia De Las Artes Plasticas En Bolivia
Enviado por sergiorn • 14 de Mayo de 2015 • 6.387 Palabras (26 Páginas) • 668 Visitas
HISTORIA DE LAS ARTES PLASTICAS
La plástica boliviana del siglo XIX, influida todavía por el barroco tardío y el neoclasicismo, pasó a fines del siglo al eclecticismo. Los pintores bolivianos no recibieron la influencia de los ismos que revolucionaron la pintura europea, sino hasta fines Je los años cuarenta. Los artistas más destacados de ese momento (1880-1920) fueron José García Mesa, autor de algunas obras de inspiración francesa (Ingres), paisaje urbano y obras épicas (La Muerte de Murillo). Ángel Dávalos fue autor de naturalezas muertas y retratista expresivo. Avelino Nogales buscó algunos temas de la mitología y otros de corte cívico, además de cultivar el retrato con gran asiduidad y categoría.
Pero sin duda los dos grandes artistas plásticos que cubren la primera mitad del siglo XX, son Cecilio Guzmán de Rojas y Arturo Borda.
Las artes plásticas en Bolivia son tan diversas como sus paisajes, lo que hace que sea difícil establecer categorizaciones bien delimitadas y, a pocos años de comenzado un nuevo siglo, lo clásico y lo contemporáneo conviven como una muestra de esa diversidad. A continuación se presenta un breve panorama de la configuración de las artes plásticas en el país, yendo de lo clásico a lo contemporáneo, con una revisión de la obra de los artistas bolivianos más destacados desde el siglo XX a la fecha. Pintura, escultura, muralismo, dibujo, fotografía, caricatura y otras artes plásticas están representados en una selección de los artistas más representativos.
En la primera mitad del siglo XX, uno de los más sobresalientes es el potosino Cecilio Guzmán de Rojas (1899-1950), verdadero precursor de la corriente del indigenismo, no sólo en Bolivia, sino también en América Latina, otorgando al indio el estatus de elemento plástico protagónico en una obra de arte. Como obras maestras de su producción artística destacan los lienzos "Cristo Aymara" (1939) "Ñusta" (1936), "Autorretrato" (1918), "El mendigo" (1919), "El beso del ídolo (1926) "El Illimani negro" (1937) y "El triunfo de la naturaleza" (1928). En la vereda de enfrente, por las diferencias en cuanto a los planteamientos estéticos, no se puede dejar de mencionar (más por fama adquirida que por mérito propio) al paceño Arturo Borda (1883-1953), más cercano a una corriente clásica, conservadora. A decir verdad, la obra de Borda es más de carácter ilustrativo, bastante anecdótico y cargado de un exagerado discurso literario. De toda su producción sólo sobresalen dos obras: "El retrato de mis padres" (1920) y "El Yatiri" (1918), magníficas piezas, aunque el resto de su producción adolece de notorios altibajos.
La figura del eximio pintor lituano Juan Rimsa (1903-1978), activo en nuestro país entre 1935 y 1950, es fundamental en el escenario artístico de la época. Abrió un sendero para posteriores generaciones de artistas en La Paz y Sucre, dejando destacados discípulos. Por otro lado, la calidad de su obra está fuera de discusión. Aventajado dibujante y colorista, resolvía su obra con una figuración estilizada y elegante. Su pincelada es gruesa, rica en materia y brillante en cuanto al tratamiento cromático, con un uso magistral del claroscuro.
Entre los retratistas, destaca el cochabambino Avelino Nogales (1870-1930) quien inmortalizó a importantes personalidades de la época.
Por otro lado, el más destacado paisajista boliviano fue Raúl Prada, (1900-1991) quien deslumbra con sus bellas estampas del valle cochabambino. En cuanto a la calidad de su pintura denota gran maestría en el tratamiento de las diversas tonalidades del color verde y en el manejo de la luz.
En el arte abstracto, sobresalen las figuras de la paceña María Luisa Pacheco, (1918-1982), el orureño Óscar Pantoja (1925-2009) y el potosino Alfredo La Placa (1929).La primera realiza una obra de gran calidad plástica y magistral uso de la composición al vertebrar, mediante el uso del collage, exquisitas formas abstractas. El segundo, más colorista, cautiva con un abstraccionismo de carácter lírico.
La Placa sorprende en los años 70 con una impactante serie de mutantes y, posteriormente, con sus bellos minerales abstractos que transportan a los socavones de su natal Potosí. Su pintura se inscribe en la línea de la abstracción de naturaleza expresionista, comparable al alquimista que transforma un material inerte en elementos de la materia que alcanzarán una dimensión onírica y simbólica.
La recientemente desaparecida Inés Córdova (1927-2010) fue pionera en el manejo del collage con metales y textiles en Bolivia. Consagrada como una de las artistas más sobresalientes, prolíficas y completas en la historia del arte nacional, destacó además por ser una eximia pintora, ceramista, orfebre, grabadora y muralista.
La escultura boliviana llega a su sitial más alto con la figura de Marina Núñez del Prado (1908-1995), quien desarrolla una obra brillante en cuanto a su manejo técnico, con gran dominio en cuanto a la síntesis y volumen de las formas escultóricas. Brillan sus series de Montañas y Mujeres al viento. En cuanto a la producción escultórica de los artistas relativamente más emergentes, tenemos al también vitalista León Saavedra Geuer, quien sorprende con sus esculturas metálicas de notable calidad técnica y formatos de grandes dimensiones. No se puede decir lo mismo de la obra del yungueño Juan Bustillos, que es bastante irregular y de carácter artesanal. Además, suele repetirse en cuanto a las temáticas (las figuras partidas ya fueron realizadas por la argentina Martha Minujín). Por otro lado, los torsos y traseros femeninos (con sendos insectos y otros bichos extraños incrustados), realizados últimamente en bronce, son, estéticamente hablando, de muy mal gusto y es común encontrar esta interminable serie de piezas en las casas de decoración y mueblerías de Santa Cruz, como las obras de su colega Ejti Stih.
En la escultura monumental es pionero Emiliano Luján (1910-1973) al realizar las primeras esculturas públicas en el país. Destacan "El Cristo" (1961, Santa Cruz) y "El soldado desconocido" (1972, La Paz), entre otras importantes obras.
En el muralismo boliviano, destaca la presencia de Miguel Alandia Pantoja (1914-1975), quien no tenía reparos en manifestar a través de su obra sus posturas políticas. Paralelamente, en Sucre desarrolla una importante producción Walter Solón Romero (1925-1999), fundador del grupo cultural Anteo, movimiento contestatario a los cambio políticos y sociales que vive Bolivia en aquel tiempo y que tenía como premisa llevar el arte a las calles. Solón Romero realiza además otros murales en la ciudad de La Paz. También sobresale la figura de Gil Imaná, (1933) muralista
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