Historia Del Arte
Enviado por gustavocuevas • 27 de Febrero de 2013 • 1.277 Palabras (6 Páginas) • 279 Visitas
LA ESCULTURA ESPAÑOLA DEL RENACIMIENTO
CARACTERÍSTICAS GENERALES.
El carácter pagano que llegó a tener la escultura renacentista italiana, tomando como base los fundamentos estéticos de la antigüedad, no se acomodó bien a las exigencias de nuestras artes plásticas. Todo lo que supusiera una exaltación de las formas humanas, en detrimento de la expresión, era rechazado como contrario a los principios de la escultura cristiana. Se admiten los principios clásicos en la escultura decorativa y en la funeraria, pero no en las obras de marcado carácter religioso, que es lo que demandan los clientes españoles y a lo que se ven abocados a realizar los artistas en nuestro país. Lo que interesa, como ocurría, en los tiempos medievales, es que la obra exprese una idea religiosa, aunque no complazca a los sentidos. La justificación de esta escultura religiosa en los templos, está en función de su carácter docente y expresivo. No es decoración de altares, sino expresión de una devoción popular o exigencia del adoctrinamiento cristiano. Estos criterios estéticos se reafirmarán tras el Concilio de Trento, cuando España se convierta en el paladín de la Contrarreforma Católica.
LA IMAGINERIA Y LA TALLA POLICROMADA
Formados los talleres españoles por excelentes tallistas en madera, e inclusive reforzados por la presencia de escultores europeos, que han quedado sin trabajo por la difusión de las ideas iconoclastas del protestantismo, es lógico que el material medieval para la imaginaría, la madera policromada, sea el preferido. Si la piedra, el mármol o el alabastro se utilizan, es en proporción muy escasa respecto a la madera, considerada como el vehículo idóneo para la expresión o fomento de la devoción.
El material empleado es, preferentemente, la madera de pino. Dispuesto el material, el escultor talla en el bloque de madera. Acabada su labor queda una “escultura en blanco”, esto es, sin policromar. Para la policromía se apareja la escultura; seguidamente se plastece con yeso fino, sin ocultar la calidad de la talla. Sobre esta capa de yeso se aplicaba en las zonas de carne y en las de vestido, una arcilla rojiza muy fina. Sobre estas superficies se aplicaban panes de oro sobre los que, una vez bruñidos, se aplicaban los colores lisos mediante el estofado (la acción de estofar) En las zonas correspondientes a las carnes se procedía al encarnado. El resultado era una escultura esplendente, irreal de acuerdo con el brillo de los retablos, en la que se pretende acusar el intelectualismo de la representaci6n teológica con la devoción popular.
Esta disparidad de criterios respecto al arte escultórico italiano y la interpretación española del renacimiento no conduce, sin embargo, al mantenimiento de formas arcaizantes. Muy al contrario, lo que interesa es no romper la tradición medieval, esencialmente cristiana, e incorporar a aquella las novedades técnicas e iconográficas que puedan ser asimiladas y asumidas, de modo que puedan contribuir a una mejor expresión de la fe cristiana.
EVOLUCIÓN DE LA ESCULTURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVI
Los iniciosLa presencia de artistas italianos en tierras españolas, así como la constante importación de obras de aquel país, es decisiva para la difusión del nuevo gusto estético. En la labor de difundir el nuevo estilo ocupan un importante lugar los italianos Fancelli (1469-1519) y Pietro Torrigiano. Al primero debemos obras como el Sepulcro de don Diego Hurtado de Mendoza, arzobispo de Sevilla, y el sepulcro de los Reyes Católicos, en la capilla real de Granada; al segundo corresponde la muy conocida obra de San Jerónimo, del Museo de Sevilla, que es una verdadera lección de anatomía. En cuanto a las obras de importación hay que señalar el deseo de los magnates de proveerse de grandes sepulcros de mármol.
A los autores señalados y en orden a una mayor progresión hacia formas cada vez más renacentistas hay que añadir nombres como Vasco de la Zarza (Sepulcro del Tostado, en Ávila); Felipe Vigarny (Sillería del coro de la Catedral de Toledo) y Damián Forment (Retablo del altar mayor de Poblet). Entre los autores
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