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Historia / La Sociedad Indigena Prehitorica


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2014  •  2.213 Palabras (9 Páginas)  •  291 Visitas

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ORGANIZACIÓN ESPACIAL,

MEDIO AMBIENTE Y DEPENDENCIA

Desde el momento en que un grupo humano elige un determinado lugar y se establece en él, se inicia un proceso de interacción mutua mediante el cual lo que se podría denominar el hábitat natural empieza a transformarse por la acción del grupo que trata de adaptarlo a sus necesidades. Al mismo tiempo se va adaptando y organizando de acuerdo con las condiciones del medio natural. De este modo, los asentamientos humanos vienen a ser un tipo especial de hábitat transformado por la acción del hombre y desempeñan funciones específicas dentro del sistema social, económico, político y cultural. Se va gestando así un sistema de organización espacial resultante del proceso histórico de desarrollo del sistema social, en su interrelación con el hábitat natural. En consecuencia, cada forma espacial es el producto de una estructura social específica en su interacción dinámica con un determinado medio ambiente.

Los trabajos e investigaciones disponibles --entre otros de Mumford, Sjöberg, Hauser y Adams-- ubican las primeras aglomeraciones humanas hacia el término del neolítico, asociadas a la aparición de técnicas y formas de organización social que permiten la creación de un excedente de las sociedades agrícolas comunitarias. En la medida en que estas primitivas formas de asentamientos humanos --organizaciones comunitarias básicamente de ocupación de la naturaleza-- sean capaces de desarrollar técnicas y formas de organización social que les permitan la cración de un excedente, se sentarán las bases de lo que hoy son las ciudades.

La ciudad --modo especial de ocupación del espacio-- es la forma residencial adoptada por aquellos miembros de la sociedad cuya presencia no es requerida en el lugar de producción y que pasan a desarrollar funciones específicas más relacionadas con el proceso de absorción del excedente y su realización. Esta función es clara en los sistemas basados en el modo de producción asiático, donde la ciudad está claramente subordinada a la actividad agrícola y tiene sólo una función administrativa o de residencia del rey o emperador y la correspondiente burocracia administrativa y religiosa. Tal sistema social --para el proceso productivo-- sigue dependiendo de la actividad comunitaria característica de las formas primitivas de producción, estructuradas en función de la autarquía de las aldeas, que viene a ser el tipo más simple de asentamientos humanos.

La formación de ciudades está ligada entonces a la creación de un excedente capaz de ser apropiado por un grupo social. El desarrollo de la ciudad como forma de organización y ocupación espacial pone término a la comunidad primitiva estructurada en función de la propiedad colectiva, iniciándose así un proceso de alejamiento del hombre de su medio natural.

El sistema social se transforma y aparecen nuevas funciones y clases sociales. La ciudad será el lugar en que se produce el contacto entre estas nuevas funciones y clases sociales, el lugar propicio para estimular el poceso de división del trabajo y el intercambio. Justamente en la ciudad se inicia el desarrollo de los valores de cambio que permitirán la aparición del capital y la formación de la propiedad privada. Como bien señala Mumford, la ciudad no es --dentro de este esquema-- un lugar de producción, sino el lugar de gestión y dominación ligado a una supremacía social y a los aparatos políticos, administrativos, militares y religiosos. Tal esquema es claro en el imperio romano. Sus ciudades son el centro del poder político, militar y administrativo del imperio y, al mismo tiempo, el lugar de residencia de la clase aristocrática, los militares y los burócratas. La expansión del imperio se va estableciendo a través de la creación de ciudades, que cumplen funciones administrativas y de captación del excedente en los diferentes lugares conquistados. Lo anterior explica por qué la caída del imperio romano marca también la caída de muchas ciudades, ya que al desaparecer el primero, en las segundas terminan las funciones que tenían en materia de control político, administrativo y económico.

El desarrollo de la ciudad medieval se liga con otras funciones y con la aparición de otras clases sociales, utilizando a veces estructuras y organizaciones espaciales heredadas del imperio romano, a veces creando otras nuevas.

Finalmente, la ciudad de hoy está asociada al desarrollo del sistema industrial, que supone un proceso de organización del espacio en función de la dinámica de dos fenómenos sociales específicos: a) la descomposición de la estructura agraria preexistente con la consiguiente migración del campo a la ciudad y b) la transformación del sistema económico, que de estar centrado en la economía agraria, pasa a estructurarse de acuerdo con los requerimientos del sector manufacturero e industrial que está surgiendo.

La estructura y la organización del espacio de los países periféricos están asociadas con su incorporación al sistema mundial. La estructera espacial preexistente, los tipos de productos de exportación, sus características de producción, las concentraciones humanas y de recursos naturales y las condiciones ambientales explican la actual organización espacial de estos países y la forma como afecta al medio ambiente natural.

En esta organización espacial lo primero que llama la atención es el notable fenómeno de desarrollo costero que caracteriza a las formaciones periféricas, en especial la africana y la latinoamericana, y que se traduce en el abandono del espacio interior. Para el caso latinoamericano se dispone de cifras elocuentes: en 1950, 86.5% de la población de América del Sur se concentraba en las zonas costeras, lo que escasamente representa 50% de la superficie de la región. Las funciones que el área desempeña en el sistema mundial contribuyen a explicar este fenómeno. En primer lugar, la dominación española asignaba a las ciudades dos funciones fundamentales: la administrativa y la comercial. La primera tendía a consolidar la dominación política, la segunda a canalizar hacia la metrópoli los productos demandados y los excedentes que se creaban en los países coloniales.

El desarrollo posterior impuso a estas ciudades nuevas funciones. En los casos argentino y uruguayo, las concentraciones en Buenos Aires y Montevideo se acentuarían como consecuencia del desarrollo de actividades terciarias ligadas a las exportaciones de trigo y ganado. En el norte de Chile se construían puertos cuya única función era dar salida a la producción minera de la región. La vida de estas ciudades dependía del recurso minero. Una vez agotado éste se abandonaban la región, el puerto y la ciudad.

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