Historia de Coronacion

HISTORIA DE CORONACIÓN

La noche del 18 de mayo de 1822, Agustín de Iturbide fue proclamado emperador por una facción del ejército al que se había incorporado el regimiento de Celaya.

De éste provenía un sargento, Pío Marchá, quien -según Lucas Alamán- hizo tomar las armas a la tropa declarando el nombre de Agustín I en medio del estruendo de las salvas de artillería de todos los cuarteles, de la movilización de la gente de los barrios, y de los repiques de las campanas de catedral.

Pasaron primero por su casa -conocida como el palacio de Moncada, asunto del que muestro una bella imagen que desde ese tiempo intentó recrear la escena como una prueba de legitimidad del hecho- a gritarle vivas, y concluyeron en la noche en el teatro, donde se interrumpió la función para que su ayudante, el coronel Rivero, comunicará la proclamación en medio del aplauso de los concurrentes.

Como por arte de magia, hacia las diez de la noche "estallaron las dianas, los repiques, los balazos, las salvas de cañón, los gritos de los léperos".

Un grupo de generales iturbidistas formó un memorial para el Congreso anunciándose a éste la proclamación.

Que no iba a tomar propiedad de nadie y que respetaría la libertad política de la nación y la de cada individuo.

En el ceremonial de la corte de Iturbide, era el lugar que ocuparía cada uno de los que serían parte del espectáculo, que si bien no había sido definido por sus organizadores, consideraban el lugar donde tendría lugar - la catedral - la "teatro de función augusta ", en la que se hacía entrar a la ciudad el día anterior para ver las decoraciones.

A la procesión que acompañaba a Agustín I se abrió un escuadrón de caballería portando la bandera y la del imperio, en que el antiguo símbolo del nopal es a los ojos de los mexicanos, nacido de una roca que salía de la laguna, sobre la cual ahora se posaba sobre su pie izquierdo un águila coronada con las alas extendidas.

Siguieron los viejos prejuicios de San Juan y el clero, las cortes y los oficios regulares y seculares .

Luego vienen los asistentes ceremoniales con la insignia de la familia real, una comisión de 24 diputados y generales que llevaban la insignia del emperador y que consistía en anillos, coronas - la corona de Iturbide terminó con un mundo y encima una cruz - y escudos, uno para cada uno de los dos, más un cetro el primero.

Recrea a su manera el momento íntimo, legitimando tanto al improvisado monarca como al Congreso elegido por él.

Además de los inevitables líderes de la iglesia y celebrantes, a la izquierda están su anciano padre, la esposa de Iturbide y cuatro de sus hijos.

Cerca de ellos aparecen las damas de honor , ya la derecha era necesaria la presencia de los miembros del Congreso, reafirmando que se trataba de una monarquía constitucional.

Destacan en lo alto tres banderas que simbolizan las tres garantías y los colores de la nueva bandera.

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