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Historia de las teorías de la cultura


Enviado por   •  31 de Agosto de 2013  •  3.347 Palabras (14 Páginas)  •  345 Visitas

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Apéndice:

Historia de las teorías de la cultura

Este apéndice sirve como un breve bosquejo de la historia del desarrollo de las teorías antropológicas. Presenta las

principales estrategias de investigación empleadas por los antropólogos contemporáneos y realiza un examen sobre las

pruebas que presenta el determinismo racial.

El impulso que subyace tras el desarrollo de la antropología cultural es probablemente tan antiguo como nuestra especie.

Los miembros de diferentes grupos humanos han tenido siempre curiosidad por las costumbres y tradiciones de los

extraños. El hecho de que la gente que vive en diferentes sociedades construya diferentes tipos de viviendas, lleve diferentes

tipos de ropas, practique diferentes tipos de matrimonio, adore a diferentes espíritus y dioses y hable diferentes lenguas

ha sido siempre una fuente de sorpresa. El enfoque más antiguo, y todavía más común, de estas diferencias consiste en

suponer que las creencias y prácticas que adopta uno mismo son expresiones normales de la verdad o la forma más adecuada

de vivir, justificada por las enseñanzas de nuestros antepasados y los mandatos o instrucciones de seres sobrenaturales.

La mayoría de las culturas tienen mitos sobre el origen que establecen el orden de los acontecimientos que conducen al

comienzo del mundo y de la humanidad y a la adopción del modo de vida que caracteriza al grupo. La incapacidad de otros

grupos de compartir el mismo modo de vida puede atribuirse de esta forma a su incapacidad de convertirse en verdaderos,

reales o normales seres humanos.

La Ilustración

Cuando Europa entró en la era de la exploración y la expansión mercantil, aumentó el interés en describir y explicar la

diversidad cultural. El descubrimiento y exploración de todo un «Nuevo Mundo» —las Américas— abrió los ojos de filósofos,

hombres de Estado, teólogos y científicos a los asombrosos contrastes de la condición humana.

Hacia mediados del siglo XVIII, durante el periodo conocido como la Ilustración, comenzaron a surgir los primeros intentos

sistemáticos de ofrecer teorías científicas de las diferencias culturales.

El tema común de estas teorías era la idea de progreso. Eruditos como Adam Smith, Adam Ferguson, Jean Turgot y Denis

Diderot mantenían que las culturas eran diferentes no debido a que expresaran diferencias innatas en las capacidades o

preferencias humanas, sino debido a que expresaban diferentes niveles de conocimiento y logros racionales. Se creía que la

humanidad, incluyendo a los antepasados europeos, había vivido, en cierto momento, en una situación «no civilizada», al

no existir un conocimiento de la agricultura y de la ganadería, de las leyes y del gobierno. Sin embargo, gradualmente,

guiada por el papel cada vez más importante de la razón en los asuntos humanos, la humanidad progresó desde un «estado

natural» a un estado de civilización ilustrada. Las diferencias culturales eran casi, en buena medida, un resultado de los

diferentes grados de progreso intelectual y moral conseguido por diferentes pueblos.

El evolucionismo del siglo XIX

La idea de progreso cultural fue la precursora del concepto de evolución cultural que dominó las teorías de la cultura

durante el siglo XIX. Las culturas se consideraban generalmente en movimiento a través de diversas etapas de desarrollo,

finalizando con algo que se parecía a los estilos de vida euroamericanos. Auguste Comte postuló una progresión de los

modos de pensamiento desde el teológico al metafísico y al positivo (científico). Hegel trazó un movimiento desde la época

en que sólo había un hombre libre (el tirano asiático), pasando por una época en que había algunos libres (ciudades-estado

griegas) hasta una época en que todos serían libres (monarquías constitucionales europeas). Otros escribieron explicando

una evolución desde el estatus (esclavo, noble o plebeyo) hasta el contrato (empleado y patrono, comprador y vendedor);

desde pequeñas comunidades de gentes que se conocían entre sí hasta sociedades grandes e impersonales; desde sociedades

esclavistas a militaristas e industriales; desde el animismo al politeísmo y al monoteísmo; desde la magia a la ciencia; desde

las sociedades hortícolas, dominadas por el sexo femenino, hasta las sociedades agrícolas dominadas por el sexo masculino,

y desde otras etapas hipotéticas anteriores y más simples a otras más tardías y más complejas. Uno de los esquemas que

tuvo más influencia fue el propuesto por el antropólogo norteamericano Lewis Henry Morgan en su libro Ancient Society.

Morgan dividió la evolución de la cultura en tres etapas principales: salvajismo, barbarie y civilización. Estas etapas habían

figurado en los esquemas evolucionistas ya en el siglo XVI, pero Morgan las subdividió y les confirió un mayor detalle,

haciendo mayor referencia a la evidencia etnográfica que cualquier otro. (El mismo Morgan llevó a cabo durante toda su

vida un estudio sobre los iroqueses que vivían cerca de su ciudad natal de Rochester, Nueva York.) Morgan sostuvo que la subsistencia del «salvajismo inferior» se había basado exclusivamente en recoger alimentos silvestres, que en él las personas

se emparejaban promiscuamente y que la unidad básica de la sociedad era la pequeña «horda» nómada, que tenía propiedad

común sobre sus recursos. Durante «el salvajismo superior», se inventaron el arco y las flechas, estaba prohibido el

matrimonio entre hermanos y la filiación era reconocida principalmente a través de las mujeres. Con la invención de la

cerámica y el comienzo de la agricultura llegó la transición a la barbarie. Las prohibiciones del incesto se ampliaron para

incluir a todos los descendientes por línea femenina, y el clan y la aldea se convirtieron en las unidades básicas.

El desarrollo de la metalurgia marcó la fase superior de la barbarie: la filiación cambió de la línea femenina a la masculina,

los hombres se casaban con varias mujeres a la vez (poliginia) y apareció la propiedad privada. La invención de la

escritura, el desarrollo del gobierno civil y la aparición de la familia monógama marcaron el comienzo de la «civilización».

Darwinismo social

Además de la mayor complejidad y detalle de los esquemas evolucionistas del siglo XIX, hubo una diferencia fundamental

entre éstos y los esquemas del siglo XVIII de progreso universal. Casi todos los esquemas del siglo XIX

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