Hitler: el reinado del mal

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Muchas películas han tratado el tema referente a Alemania y el nazismo, pero casi todas se caracterizan por analizar la figura de Hitler una vez en el poder en vez de centrarse en su alzamiento desde prácticamente nadie a alguien que logró un poder absoluto similar al de una figura divina. En esto se diferencia Hitler: el reinado del mal, pues se hace hincapié en su vida desde su infancia hasta su llegada al poder como líder supremo de Alemania.

Por ello, uno de los temas centrales de esta película es el ascenso del Fascismo Totalitario. En ella se plasma claramente esta idea pues, Hitler, gracias a su potente capacidad de persuasión y mediante discursos en una simple cantina, logra paulatinamente convencer a la desesperada e influenciable población de la autoría y las causas de la paupérrima situación de Alemania, acercando a esta a una ideología en cuyos principales objetivos destaca la necesidad de lucha por una nación fuerte, es decir, un poderoso sentimiento nacionalista, y el requerimiento de un control total del Estado, totalitarismo.

Sin embargo, el Fascismo totalitario no debe confundirse con otro tipo de regímenes dictatoriales como los autoritarios ya que presentan diferencias claves:

Por una parte, en el autoritarismo, el gobierno no aspira a controlar la vida privada de la población al punto de convertirlos en personas reeducadas, por lo tanto, existe un “pluralismo” limitado, pero que no desaparece. El Estado restringe libertades sin eliminarlas, ya que no busca intervenir en la mentalidad de los individuos, sino lograr su inacción. Además, En estos regímenes hay sociedad civil, la oposición no necesariamente es eliminada, aunque queda marginada y silenciada, es decir, no se busca el apoyo de las masas, sino su completa sumisión.

En el caso del totalitarismo hay ausencia de diversidad, ya que no hay partidos, y las agrupaciones están sometidas y alineadas con el poder. La libertad de pensamiento no existe, se impulsa un movimiento de masas en el que se pretende encuadrar a toda la sociedad; Si intenta aparecer algún tipo de oposición, es reprimida y destruida.

En conclusión, mientras el autoritarismo busca acallar a los opositores y evitar sus expresiones en público, el totalitarismo en cambio busca no solo eso, sino también eliminar las formas de pensamiento contrarias mediante el adoctrinamiento.

En muchas escenas de esta película se muestra el intento totalitarista de Hitler de ganar el total apoyo de las masas. Desde muy joven exterioriza y pretende convencer a la población de la necesidad de alcanzar el auge de Alemania mostrándole a esta reiteradamente los supuestos causantes de su mísera situación.

Su labia, sus gestos y su extravagante personalidad le llevan a conseguir que varias figuras notables como Ernst y el periodista Fritz Gerlich, entre otros, lo apoyasen y no se perdiesen ni un solo detalle de sus discursos. Hitler fue ganándose la confianza de la población y de importantes personajes para llegar paulatinamente al poder. Sin embargo, en el momento que empezó a prescindir de estos, comenzó a deshacerse de cada uno que él considerase un estorbo.

Por otra parte, en los regímenes totalitaristas se busca la total concentración de poder absoluto en una sola persona o en un grupo muy reducido. En esta obra se plasma claramente el culto desmesurado al líder, considerado incluso como un dios. Con esto también se puede observar el papel de la religión en el nazismo ya que se instrumentalizó a favor de Hitler, quien no se veía solo como un líder o un dictador, sino que se consideraba a sí mismo un mesías capaz de salvar a Alemania.

No sólo la elevación del líder a nivel divino es uno de los elementos básicos del fascismo totalitario que se muestran en la película, sino que otros muchos son plasmados en ella:

En primer lugar, el protagonismo de las élites en esta doctrina fascista es otro de los puntos tratados en muchas escenas. Esto quiere decir que una minoría debe gobernar ya que, el resto de población, considerada meramente un rebaño, necesita uno o varios pastores que la guíen hacia el camino correcto, es decir, Hitler, primordialmente, y su élite.

Para el fascismo la desigualdad no sólo es un hecho necesario, sino un ideal. Hitler desarrolla en su obra su doctrina de la superioridad de la raza aria, la de los hombres a las mujeres, los soldados a los civiles, los miembros del partido a los que no lo son, la propia nación a las demás, los vencedores en la guerra a los vencidos…

También se muestra el ideal de exaltación del jefe carismático. A Hitler se le rinde un culto casi religioso y la propaganda se encarga de que su imagen esté por todo el país, imitando los modelos y los colores de los carteles soviéticos. Este culto a la personalidad del líder es obsesivo, incluso a la hora de saludar se hace con el nombre del líder y, él mismo, como se muestra en la película, exige que se le nombre de “Führer”. Por ello, a los ciudadanos se les exige una fe ciega en él.

La omnipotencia del Estado es otra doctrina expuesta en esta obra, pues no se tolera la separación de los poderes. En el campo político, se suprime toda oposición y, en el intelectual, el Estado monopoliza la verdad al tiempo que se rechaza cualquier crítica.  Es decir, esta concepción del estado lo abarca todo; fuera de él no pueden existir valores humanos o espirituales.

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