Hobsbawm , Eric - La Era Del Imperio 1875-1914 (resumen)
Enviado por Caligari70 • 19 de Julio de 2014 • 23.566 Palabras (95 Páginas) • 1.011 Visitas
Hobsbawm , Eric, La era del imperio (1875-1914). Barcelona, Editorial Labor, 1987.
1. La revolución centenaria
1. Los centenarios son una invención de finales del siglo XIX.
En primer lugar, se conocían todas las regiones del mundo. Gracias al ferrocarril y a los barcos de vapor, los viajes intercontinentales y transcontinentales se habían reducido a cuestión de semanas en lugar de meses excepto en África, Asia continental y algunas zonas del interior de Sudamérica. El telégrafo eléctrico permitía el intercambio de información por todo el planeta en sólo unas pocas horas. En consecuencia un numero mucho mayor de hombres se vieron en situación de poder viajar y comunicarse en largas distancias con mucho mayor facilidad.
Al mismo tiempo, era un mundo mucho más densamente poblado. El núcleo más importante de la población mundial estaba formado por asiáticos, el siguiente núcleo formado por los europeos.
Ahora bien, mientras que el mundo se ampliaba demográficamente, se reducía desde el punto de vista geográfico y al mismo tiempo sufría una división. En el decenio de 1780, existían regiones ricas y pobres, un abismo importante separaba a la gran zona donde se habían asentado tradicionalmente las sociedades de clase, de las regiones situadas al norte y al sur de aquélla, en el seno de esa zona que se extendía desde Japón hasta América las disparidades no parecían insuperables.
En el siglo XIX se amplió la distancia entre los países occidentales, base de la revolución económica y el resto, primero lentamente y luego con creciente rapidez.
La tecnología era una de las causas fundamentales de ese abismo. Era cada vez más evidente que los países más pobres y atrasados podían ser fácilmente derrotados y conquistados, debido a la inferioridad técnica de su armamento. La revolución industrial, que afectó al arte de la guerra inclinó todavía más la balanza a favor del mundo “avanzado” con la aparición de los explosivos, las ametralladoras y el transporte en barcos de vapor. Así pues, en 1880 no nos encontramos ante un mundo único sino frente a dos sectores distintos: los desarrollados y los atrasados, los dominantes y los dependientes, los ricos y los pobres. El primero de esos mundos se hallaba unido por la historia y por ser el centro de desarrollo capitalista, el segundo sector del mundo no estaba unido ni por la historia ni por la cultura.
Si era innegable la existencia de dos sectores diferentes en el mundo, las fronteras entre ambos no eran definidas. “Europa” incluía las regiones meridionales, pero que desde el siglo XVI estaban estancadas, en especial las penínsulas italiana e ibérica. Incluía también una amplia zona fronteriza oriental.
En consecuencia, amplias zonas de “Europa” se hallaban en los límites del núcleo de desarrollo capitalista y de la sociedad burguesa. En Rusia la cuestión era mucho más profunda, pues prácticamente toda la zona situada entre Bielorrusia y Ucrania y la costa de Pacífico estaba plenamente alejada de la sociedad burguesa.
Rusia era un país atrasado, aunque sus gobernantes miraban sistemáticamente hacia Occidente desde hacia dos siglos y habían adquirido el control sobre Finlandia, los Países del Báltico y algunas zonas de Polonia. Pero desde el punto de vista económico, Rusia formaba parte de “Occidente”. En el otro extremo de Europa, Portugal era un país reducido, débil y atrasado, una semicolonia inglesa con muy escaso desarrollo económico. Era meramente un gran imperio colonial en virtud de su historia. Conservaba su imperio africano.
En el decenio de 1880, Europa no solo era el núcleo original del desarrollo capitalista que estaba dominando y transformando el mundo, sino con mucho el componente más importante de la economía mundial y de la sociedad burguesa. El Viejo Continente, a pesar de los millones de personas que de él salieron hacia otros nuevos mundos, creció más rápidamente y atrasó, prácticamente a todo el “segundo mundo” inmerso en su zona de independencia a excepción de Japón. Esa dependencia, la imposibilidad de mantenerse al margen del comercio y la tecnología de Occidente, situó a unas sociedades víctimas de la historia del siglo XIX.
Básicamente, todos esos países estaban a merced de los barcos procedentes del extranjero frente a los cuales se hallaban indefensos y que transformaba su universo.
El mundo “desarrollado” seguía siendo agrícola. Sólo en seis países europeos la agricultura no empleaba a la mayoría: Bélgica, el Reino Unido, Francia, Alemania, los Países Bajos y Suiza.
Por el contrario la industria no existía únicamente en el primer mundo. Una parte de la industria del siglo XIX de tipo occidental tendió a desarrollarse modestamente en países dependientes como la India. Se trataba fundamentalmente de una industria textil y de procesado de alimentos. Mientras tanto, la pequeña producción a cargo de familias de artesanos siguió siendo característica tanto del mundo “desarrollado” como de una gran parte del mundo dependiente. Esa industria no tardaría en entrar en un período de crisis, al enfrentarse con la competencia de las fábricas y de la distribución moderna.
Podemos afirmar también que el mundo “avanzado” era un mundo en rápido proceso de urbanización y en algunos casos era un mundo de ciudadanos a una escala sin precedentes. En 1890, el conjunto de la población se había multiplicado por seis. Tres nuevas ciudades se habían añadido a Londres en la lista de las urbes que sobrepasaban el millón de habitantes (París, Berlín y Viena).
2. Si es difícil resumir las diferencias económicas entre los dos sectores del mundo no lo es menos resumir las diferencias políticas que existían entre ambos. Un país “avanzado” tenía que ser un Estado territorial más o menos homogéneo, soberano y los bastante extenso como para proveer la base de un desarrollo económico nacional. Tenía que poseer un conjunto de instituciones políticas y legales de carácter liberal y representativo, tenía que poseer un grado suficiente de autonomía e iniciativa local. Debía estar formado por “ciudadanos” que disfrutaban de una serie de derechos legales y políticos básicos. Sus relaciones con el Gobierno nacional tenían que ser directas. En una gran parte del mundo no desarrollado no existían. Estados de este tipo ni de ningún otro. Se extendían las posesiones de las potencias europeas. Otros sectores de ese mundo no desarrollado estaban formados por imperios muy antiguos como el chino, el persa y el turco.
Hacia 1875 sólo había 17 Estados soberanos en Europa (incluyendo las seis “potencias”), el Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia, Austria-Hungría e Italia, 19 en el continente americano (incluyendo una “gran
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