Humanismo Y Renacimiento
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Literatura española del Renacimiento
La Lozana andaluza, Venecia, 1528.
Las relaciones políticas, guerreras, religiosas y literarias entre Italia y España desde la mitad del siglo xv, hicieron que existiera un amplio intercambio cultural entre estos dos países. El papado de dos ilustres valencianos, Calixto III y Alejandro VI, sirvió para estrechar las relaciones culturales entre Castilla, el Reino de Aragón, Cataluña y Roma. En Italia se editaban o traducían las obras literarias españolas de mayor relieve, como el Amadís de Gaula, La Celestina, Cárcel de Amor o las composiciones poéticas de Jorge Manrique e Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, así como las compilaciones de producciones populares como los villancicos y los romances. Otro tanto sucedía en España con obras italianas, como la Jerusalén liberada, de Torcuato Tasso.
Estas relaciones hispano-italianas fueron muy importantes, ya que llevaron a la Península las inquietudes y gustos que propiciaron el Renacimiento español.
Índice [ocultar]
1 Ideología
2 El humanismo en España
3 La poesía renacentista
3.1 Orígenes
3.2 Características
3.3 Imitación y originalidad en la poética renacentista
3.4 Poesía amorosa
3.4.1 Garcilaso de la Vega
3.4.2 Castillejo
3.4.3 Juan Boscán
4 Literatura religiosa
4.1 Ascética y mística
4.2 San Juan de la Cruz
5 La prosa renacentista
5.1 El Lazarillo de Tormes
6 El teatro
7 Véase también
8 Enlaces externos
9 Bibliografía
Ideología[editar · editar código]
La mentalidad renacentista responde a la doctrina del humanismo, que se caracteriza por:
La valoración del mundo grecolatino, en el que se busca una nueva escala de valores basada en el individuo.
El antropocentrismo; el hombre es el centro del universo, capaz de dominar el mundo y crear su propio destino.
Se antepone la razón al sentimiento y prevalece el equilibrio, la mesura y la armonía (Aurea mediocritas).
El nuevo ideal del hombre es el de El cortesano de Castiglione, el perfecto caballero hábil como poeta y guerrero.
Un nuevo ideal de belleza; la naturaleza, la mujer, el amor se presentan idealizadas. Se describe el mundo no como es, sino como debería ser.
El humanismo en España[editar · editar código]
A pesar de que en 1492 la Reconquista había finalizado con la toma de Granada, reino musulmán, y los judíos habían sido expulsados de la península Ibérica con el Edicto de Granada, seguían conviviendo las tres religiones; el judaísmo, el islam y el cristianismo, esta última mayoritaria y ostentadora del poder político. Es así como la Inquisición pasa a ser un órgano dependiente del Estado y no sólo de la Iglesia, y ejerce presión para que se termine expulsando a los antes tolerados.
Fachada de la Universidad de Alcalá de Henares.
La situación de España siempre fue muy compleja pero aun así el humanismo logró mantener su carácter innovador, a pesar de las interferencias que limitaron el estudio de los clásicos.
Durante el gobierno de los Reyes Católicos cabe destacar la labor de Antonio de Nebrija (1442-1522), autor de la primera Gramática castellana.
Por otra parte, el gran mecenas durante el humanismo fue el cardenal Gonzalo Jiménez de Cisneros, lo que contrasta en parte con el resto de su prelado por su origen humilde y su carácter austero y el haber puesto su mayor empeño en reformar las costumbres de indisciplina entre las órdenes religiosas. La reforma tenía que ser fruto de una reforma a la educación, y aunque no fuera erudito fue el máximo protector de los nuevos estudios. En 1498 fundó la Universidad de Alcalá de Henares, que superó en prestigio e influencia a todas las demás excepto la de Salamanca, su mayor rival.
La orientación de su reforma coincidía en parte con las ideas de Erasmo en un momento en que el erasmismo era la doctrina pujante en Europa y en España por supuesto, protegida por el rey Carlos I.
También durante la época era común una obra como la de Pedro Mexía, quien recopiló una miscelánea de información científica. Es un ejemplo de la tendencia renacentista a la idealización, pues se tenía la convicción de que la sabiduría puede extraerse de la gente común, cuya pura tradición la ha conservado, porque el pueblo está y siempre estuvo cerca de la naturaleza.
Dentro del idealismo y el humanismo del Renacimiento están muy bien representadas las controversias de la actividad colonial de España en el nuevo mundo. El principal promotor fue el fraile dominico Bartolomé de las Casas (1474-1566), quien tenía como principios básicos: que la guerra es irracional y contraria a la civilización; que no debe emplearse fuerza alguna contra los nativos, pues incluso la conversión forzosa al cristianismo es reprochable; que la irracionalidad y la libertad del hombre exige que la religión y todo lo demás solo se enseñe mediante una suave y amable persuasión.
El resurgimiento del nuevo espíritu se ve encarnado por Francisco de Vitoria (1483-1546), teólogo dominico, profesor de Salamanca, que rechazó toda argumentación basada en puras consideraciones metafísicas por estar a favor del estudio de los problemas reales que planteaba la vida política y social contemporánea. Fue el primero en establecer los conceptos básicos del derecho internacional moderno, basándose en la regla del derecho natural. Afirmaba así las libertades fundamentales como la palabra, de comunicación, comercio y tránsito por los mares, siempre que las naciones y razas no se perjudicaran mutuamente. Pero estas libertades eran inherentes a la sociedad humana, dentro de la cual los indígenas no estaban considerados por pertenecer a comunidades subdesarrolladas, sin organización política ni medios de comercio. En consecuencia Vitoria propugnaba un sistema de mandato donde las etnias inferiores debían ser gobernadas por las superiores, doctrina basada en el servilismo natural, por lo tanto si las naciones incivilizadas se negaban a someterse voluntariamente, la guerra era moralmente legítima.
Con Erasmo en España muere el espíritu de tolerancia, pues no se llegó a ninguna reconciliación ni compromiso entre protestantes y católicos, comenzaba la Contrarreforma; una vez se perseguía la unidad religiosa, solo que ahora dentro del mismo Cristianismo, había terminado el Renacimiento. Sin embargo la religiosidad española mantuvo sus propios parámetros gracias a una nueva orden, la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de Loyola (1491-1556). A España llegó procedente de Italia el neoplatonismo. Platón basó su filosofía
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