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INTRODUCCIÓN A LAS CIENCIAS SOCIALES Y MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN II


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2016  •  Ensayo  •  16.596 Palabras (67 Páginas)  •  381 Visitas

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Ortiz Cruz Pablo

Introducción a las Ciencias Sociales y Métodos de Investigación II

SAETI

Turno Vespertino

Fecha de ingreso (Periodo)

Mayo 2010


Partidos políticos.

En el sentido estricto del término, existieron en México hasta después de la revolución de 1910. Partido político (del latín pars, partis, parte o fracción; y del griego polis, ciudad) tiene distintas acepciones cuyo común denominador es la acción que tiende a convertir determinados principios teóricos en un programa de gobierno, de donde se sigue el objetivo de la toma del poder y el control de los aparatos de dirección social, mediante la participación y apoyo de las masas populares o de una parte de ellas, lo cual supone la organización de los ciudadanos.

Antecedentes.

La consigna del virrey marqués de Croix: "deben saber los vasallos del gran monarca que ocupa el trono de España, que nacieron para callar y obedecer y no para discurrir ni opinar en los altos asuntos del gobierno", describe la situación política durante la colonia. Sin embargo, la influencia de la Revolución Francesa y la difusión y discusión clandestinas de los enciclopedistas y de la ilustración fueron temas propicios para la organización política y la expectativa de un cambio estructural a fines del virreinato. Por ejemplo, en la casa del cura Hidalgo había reuniones para conocer y discutir estas ideas, por lo cual era conocido como la "Francia chiquita"; en Mérida se formó la sociedad de San Juan, concebida como un círculo de estudios que terminó siendo una escuela política donde se formaron teóricos ilustradores como Andrés Quintana Roo, Lorenzo de Zavala y Manuel Crescencio Rejón. Tras la lucha armada de 1810, que once años después condujo a la independencia, la antes vedada participación de los mexicanos en los grandes temas sociales empezó a expresarse por medio de tendencias basadas en ideas nuevas, como la libertad de imprenta, o viejas, como la permanencia de los antiguos privilegios. En esa época y en las posteriores, el pensamiento político fue un patrimonio cultural no accesible a las grandes masas. Las tendencias iturbidistas, borbónica y republicana fueron la expresión pública de la actividad secreta de las logias masónicas. Quienes se afiliaron al rito escocés, presidido por Nicolás bravo, creían en la ventaja de conservar una estructura monárquica pero, rechazada es alternativa por el pueblo, orientado su lucha hacia la centralización del poder político. Los miembros del rito yorkino, a su vez, bajo la dirección de Vicente guerrero y Lorenzo de Zavala, propagaron la idea revolucionaria del federalismo y se pronunciaron contra el hispanismo. Los dirigentes de ambos grupos se trabaron e irreconciliables polémicas. Guadalupe Victoria, entonces presidente de la república, simpatizaba con los yorkinos y creyó ventajoso para su caos a organizar su propia logia, la gran legión del águila negra, a pesar de que los yorkinos y el rito nacional mexicano habían apoyado su candidatura. Bajo la presión de los escoceses, derrotados en lo político y en lo militar, se expidieron el plan de Otumba y la ley del 25 de octubre de 1828, "contra toda reunión clandestina que por regla o instrucciones determinadas, formará cuerpo colegio e hicieran profesión de su fe secreta".

Centralistas y federalistas (quienes tomaron más tarde las denominaciones de conservadores y liberales, respectivamente) mantuvieron sus respectivas posiciones en función de sus credos políticos o en torno a caudillos. Valentín Gómez Farías y los federalistas sostuvieron principios como la libertad política y religiosa y la organización de una república federal. Los centralistas, representados por Antonio López de Santana, insistieron en el respeto a las tradiciones religiosas y en la implantación del régimen centralista de gobierno. Mientras los conservadores tenían vínculos con el clero, los federalistas estaban ligados a las logias del rito yorkino. Ya en esa época, sin acusar todavía los rasgos partido según la doctrina moderna, los liberales se dividían en dos grandes corrientes: la pura o progresista y la moderada, ambas agrupadas para hacer frente al ya entonces llamado partido conservador. El intento de ocupar los bienes del clero por el entonces vicepresidente y caudillos de los liberales puros, Gómez Farías, recrudeció la lucha en el seno de la corriente liberal y la pugna de esta, en su conjunto, contra la conservadora, el tal modo que los periódicos se vieron obligados a delimitar cada vez más sus posiciones: Lucas Alaman y otros centralistas fundaron: el tiempo, desde cuyas columnas libraron una batalla ideológica contra el órgano liberal: don Simplicio, fundado por Guillermo Prieto. Posteriormente, la nación y el siglo diez y nueve polemizaron con la voz de México y el conservador.

Tras el triunfo de la república y la consolidación de las leyes de reforma, prevaleció el liberalismo, aunque escindido en tres fracciones, dos de ellas civiles, acaudilladas por Juárez y Lerdo, y una militarista, encabezada por el general Porfirio Díaz. La prensa solía agrupar las dos primeras en la corriente ministerial e identificaba a la tercera con la oposición. En 1871 surgieron, entre otros, el partido radical de Tabasco (juarista), presidido por Julio F. Santa Ana, y el partido republicano progresista, organizada la capital para sostener la candidatura presidencial de Lerdo. La reelección de Juárez obligó a los lerdistas a esperar una nueva oportunidad, pero motivó el levantamiento de los porfiristas (plan de la noria) con la bandera de la no reelección. A la muerte de Juárez la corriente lerdista llegó al poder, agrupando a todos los liberales civiles frente a la creciente amenaza de los militares; éstos promovieron, en 1876, la rebelión de Tuxtepec de depuso a Lerdo, imposibilitó a Iglesias y abrió a Porfirio Díaz el camino del poder.

El 5 de abril de 1892, en vísperas de la tercera reelección de Díaz, nació la unión liberal, formada por políticos, latifundistas, negociantes y banqueros, llamados los científicos por su ostensible adhesión al positivismo. A ellos se opusieron dos corriente civiles y una militar: aquellas tenían sus representantes en el mismo gabinete y la tasa encabezada por el general Bernardo Reyes. Las cuatro facciones apoyaban el presidente Díaz y sólo discrepaban en cuanto a su privanza en el gobierno. Al plantearse la reelección de 1896 apareció el círculo nacional porfirista, bajo la dirección de Antonio Tovar y Demetrio Salazar.

Partidos extinguidos.

El Partido Liberal. El 30 de agosto de 1900 camino Arriaga y otras 125 personas formularon una invitación al Partido Liberal y convocaron a quienes se agrupasen en clubes a un congreso para el 5 de febrero de 1901 en San Luis Potosí. Los objetivos serán discutir y resolver los medios para la unificación, "a fin de contener los avances del clericalismo y conseguir, dentro del orden y la ley, la vigencia F. iba de las leyes de reforma". Concurrieron al congreso representantes de 50 clubes, entre ellos Ricardo Flores Magón, delegado del periódico regeneración, y los dirigentes del club liberal Ponciano Arriaga, de San Luis Potosí: Camilo Arriaga (presidente), Antonio Díaz Soto y Gama (vicepresidente) y José María facha, Blas Rodríguez, Moisés García y Genaro Zapata (secretarios). Se aprobaron 51 resoluciones, entre otras: postular como principios la observancia de las leyes, la educación liberal, la honradez de los funcionarios y la abolición de las tendencias personalistas en el gobierno; confiar la coordinación del partido al club Ponciano Arriaga, que sería auxiliado por los de Puebla, Tampico y Pachuca; organizar a los obreros para instruir los acerca de sus derechos; promover la acción popular para denunciar a los violadores de la ley de, inicia campaña de denuncia contra el despotismo y la arbitrariedad de, y luchar por la autonomía del municipio y la libertad de elección. En marzo siguiente se lanzó un manifiesto y a la nueva agrupación se le llamó Partido Liberal constitucionalista. Aún cuando sus actividades nunca abandonaron la vía legal y pacífica, sus miembros fueron perseguidos. Camilo Arriaga y José María facha formularon un temario para el segundo congreso liberal (hacer más efectivo el cumplimiento de las leyes de reforma, luchar por las libertades de imprenta y de sufragio, suprimir a los jefes políticos, y expeditar los medios para mejorar la situación de los campesinos), pero la asamblea, convocada para el 5 de febrero de 1902, no llegó a celebrarse por la represión gubernamental. El enemigo de los liberales ya no era, como antaño el clero, sino el régimen. El 5 de febrero de 1903 en el local del periódico el ahuizote, dirigido por Ricardo Flores Magón, apareció el letrero "la constitución ha muerto". Y el día 23 el reorganizado club liberal Ponciano Arriaga, cuyos dirigentes habían estado en la cárcel, las dos últimos manifiesto: "mexicanos-decía-no os llamamos a la revolución; os llamamos a salvar a la patria ya discutir y poner en práctica inmediatamente los medios esa preciosa salvación; a eso, os pedimos la organización de más clubes liberales".

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