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Imperio Romano


Enviado por   •  15 de Julio de 2013  •  3.852 Palabras (16 Páginas)  •  330 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder popular para la Educación

U.E. Felix Adams

Semestre 12

Alumno

Yenny Pacheco

C.I. 25.047.700

Valencia, 26 de junio de 2013

Introducción

Sin lugar a dudas que uno de los gigantes de la historia de la humanidad y que fue conocido por todos fue el emplazamiento del Imperio Romano, que marcó un antes y un después en la época de la Antigüedad Clásica y que significó además la unión de una gran cantidad de culturas, a medida que sus fronteras iban expandiéndose y adoptando las costumbres de los nuevos suelos que iban agregándose a esta vasta forma de gobierno.

El eje de su crecimiento giraba en torno a la ciudad de Roma, famosa por su maravilla del Coliseo Romano y sumándose una gran cantidad de edificaciones y edificaciones que hoy en día son parte de las Visitas Guiadas y museos que reciben turistas de todas partes del mundo, teniendo ellos en sus épocas doradas el mando de Octavio, hijo del republicano Julio César, quien dejó de lado la forma de gobierno de República Romana y decidió levantar el Imperio de Roma, que comenzó a forjarse en el año 27 Antes de Cristo, con el comienzo del mando de César Augusto.

Es hasta el día de hoy que se enaltecen las figuras del Ejército Romano, que era organizado con una estrategia bélica perpetuada por las Legiones Romanas, siendo un grupo de elite de soldados que separaban ejércitos de 80 guerreros que formaban parte de centurias y podían alcanzar inclusive un ejército de hasta 6.000 combatientes, por lo que sin lugar a dudas una de las más fuertes de la historia ha sido la Armada Romana.

Comenzaron a sucederse distintas dinastías hasta que finalmente se produjo en el año 476 la caída del Imperio Romano de Occidente, en aquel entonces bajo el mando de Rómulo Augusto, lo que llevó a un período de decadencia que se estima haber comenzado en el año 395, considerándose hoy en día distintas Causas y Factores que propiciaron su hundimiento, pero sobre todo por la Complejidad de Sociedad que caracterizaba a este gigante de la historia.

El Imperio romano (en latín: IMPERIVM ROMANVM /imperium rōmānum/) fue una etapa de la civilización romana en la Antigüedad clásica, posterior a la República romana y caracterizada por una forma de gobierno autocrática. El nacimiento del Imperio viene precedido por la expansión de su capital, Roma, que extendió su control en torno al mar Mediterráneo. Bajo la etapa imperial los dominios de Roma siguieron aumentando hasta llegar a su máxima extensión durante el reinado de Trajano, momento en que abarcaba desde el océano Atlántico al oeste hasta las orillas del mar Caspio, el mar Rojo y el golfo Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia al norte. Su superficie máxima estimada sería de unos 6,5 millones de km².

El término es la traducción de la expresión latina Imperium Romanum, que significa literalmente «El Dominio de Roma». Polibio fue uno de los primeros hombres en documentar la expansión de Roma aún como República. Durante los casi tres siglos anteriores al gobierno del primer emperador, César Augusto, Roma había adquirido mediante numerosos conflictos bélicos grandes extensiones de territorio que fueron divididos en provincias gobernadas directamente por propretores y procónsules, elegidos anualmente por sorteo entre los senadores que habían sido pretores o cónsules el año anterior.

Durante la etapa republicana de Roma su principal competidora fue la ciudad púnica de Cartago, cuya expansión por la cuenca sur y oeste del Mediterráneo occidental rivalizaba con la de Roma y que tras las tres Guerras Púnicas se convirtió en la primera gran víctima de la República. Las Guerras Púnicas llevaron a Roma a salir de sus fronteras naturales en la península Itálica y a adquirir poco a poco nuevos dominios que debía administrar, como Sicilia, Cerdeña, Córcega, Hispania, Iliria, etc.

Los dominios de Roma se hicieron tan extensos que pronto fueron difícilmente gobernables por un Senado incapaz de moverse de la capital ni de tomar decisiones con rapidez. Asimismo, un ejército creciente reveló la importancia que tenía poseer la autoridad sobre las tropas para obtener réditos políticos. Así fue como surgieron personajes ambiciosos cuyo objetivo principal era el poder. Este fue el caso de Julio César, quien no solo amplió los dominios de Roma conquistando la Galia, sino que desafió la autoridad del Senado romano.

El Imperio Romano como sistema político surgió tras las guerras civiles que siguieron a la muerte de Julio César, en los momentos finales de la República romana. Tras la guerra civil que lo enfrentó a Pompeyo y al Senado, César se había erigido en mandatario absoluto de Roma y se había hecho nombrar Dictator perpetuus (dictador vitalicio). Tal osadía no agradó a los miembros más conservadores del Senado romano, que conspiraron contra él y lo asesinaron durante los Idus de marzo dentro del propio Senado, lo que suponía el restablecimiento de la República, cuyo retorno, sin embargo, sería efímero. El precedente no pasó desapercibido para el joven hijo adoptivo de César, Octavio, quien se convirtió años más tarde en el primer emperador de Roma, tras derrotar en el campo de batalla, primero a los asesinos de César, y más tarde a su antiguo aliado, Marco Antonio, unido a la reina Cleopatra VII de Egipto en una ambiciosa alianza para conquistar Roma.

A su regreso triunfal de Egipto, convertido desde ese momento en provincia romana, la implantación del sistema político imperial sobre los dominios de Roma deviene imparable, aún manteniendo las formas republicanas. Augusto aseguró el poder imperial con importantes reformas y una unidad política y cultural (civilización grecorromana) centrada en los países mediterráneos, que mantendrían su vigencia hasta la llegada de Diocleciano, quien trató de salvar un Imperio que caía hacia el abismo. Fue éste último quien, por primera vez, dividió el vasto Imperio para facilitar su gestión. El Imperio se volvió a unir y a separar en diversas ocasiones siguiendo el ritmo de guerras civiles, usurpadores y repartos entre herederos al trono hasta que, a la muerte de Teodosio I el Grande en el año 395, quedó definitivamente dividido.

Finalmente en 476 el hérulo Odoacro depuso al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo. El Senado envió las insignias imperiales a Constantinopla, la capital de Oriente, formalizándose así la capitulación del Imperio

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