Introduccion a la historia.
Enviado por geourbina • 7 de Marzo de 2017 • Apuntes • 2.838 Palabras (12 Páginas) • 260 Visitas
INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA
UNIDAD I
“Papa explícame para qué sirve la historia”, es la premisa con que empiezan los textos de la unidad 1, donde abordaremos conceptos preliminares acerca del papel de la historia, su significado, su importancia, su trascendencia y de su legitimidad. Unos son los criterios conforme a los cuales el saber histórico prueba su legitimidad teórica y otros, de naturaleza diferente, son los rasgos en cuya virtud este saber desempeñar cierta función y resulta útil más allá del plano cognoscitivo.
El texto Introducción a la historia de Marc Bloch nos plantea que el cristianismo es una religión de historiadores, ya que otros sistemas religiosos han fundado sus creencias y ritos en una mitología más o menos exterior al tiempo humano. Por libros sagrados, tienen los cristianos libros de historia, y sus liturgias conmemoran, con los episodios de la vida terrestre de un Dios, los fastos de la iglesia y los santos.
Los historiadores debemos de reflexionar sobre que las civilizaciones pueden cambiar, porque es posible que si no nos ponemos en guardia, la llamada historia mal entendida acabe por desacreditar a la historia mejor comprendida. Cada vez que nuestras estrictas sociedades, que se hallan en perpetua crisis de crecimiento, se ponen a dudar de si mismas, se las ve preguntarse si han tenido razón al interrogar a su pasado o si lo han interrogado bien.
La palabra historia es muy vieja, tan vieja como las civilizaciones antiguas, a veces tan vieja que ha llegado a cansar, los sociólogos de la escuela durkheimiana la delegan al último rincón de las ciencias sociales; sin embargo los historiadores la conservamos en su más amplia significación. Ya que desde que apareció hace más de dos mil años, en los labios de los hombres ha cambiado su contenido.
Comparto el punto de vista de Marc Bloch al decir que considera absurdo definir a la historia como la ciencia del pasado ya que no puede existir objeto de un conocimiento racional sin una delimitación previa, una serie de fenómenos que no tienen otro carácter común que el no ser nuestros contemporáneos.
La obra de una sociedad que modifica según sus necesidades el suelo en que vive es, como se percibe “historia”.
La historia es la ciencia de los hombres en el tiempo. El tiempo de la historia, realidad concreta y viva abandonada a su impulso irrevertible, es el plasma mismo en que se bañan los fenómenos y algo así como el lugar de su inteligibilidad.
Ahora bien, en una palabra, un fenómeno histórico nunca puede ser explicado en su totalidad fuera del estudio de su momento. Esto es cierto de todas las etapas de la evolución. De la etapa en que vivimos como de todas las demás.
La eficacia del discurso histórico no se reduce a su función de conocimiento, posee también una función social cuyas modalidades no son exclusiva ni primordialmente de carácter teórico. No hay discurso histórico cuya eficacia sea puramente cognoscitiva; todo discurso histórico interviene en una determinada realidad social donde es más o menos útil para las distintas fuerzas en pugna.
La tendencia a identificar utilidad y legitimidad del discurso histórico tienen como frecuencia su origen en la idea de que la historia sigue un curso ineluctable. La compresión del pasado otorga pleno manejo de la situación actual; de ahí el peculiar carácter pragmático de la indagación histórica tradicional. Ahora bien, el énfasis requerido para salirle al paso a las actitudes farisaicas inclinadas a elaborar un discurso histórico pretendidamente aislado de la vida social en curso, no tiene por qué conducir al esquema reduccionista según el cual todo el sentido del conocimiento histórico está supeditado a las urgencias ideológico políticas más inmediatas.
El hecho de que el saber histórico está siempre y en todo caso conformado también por la lucha de clases, ya que la ciencia se hace en la vida misma y por gentes que trabajan en ese momento.
Durante largo tiempo la historia fue concebida como si su tarea consistiera apenas en mantener vivo el recuerdo de acontecimientos memorables según criterios que variaron en las distintas formaciones culturales. La función de esta disciplina se limitó primeramente a conservar en la memoria social un conocimiento perdurable de sucesos decisivos para la cohesión de la sociedad, la legitimación de sus gobernantes, el funcionamiento de las instituciones políticas y eclesiásticas asi como los valores y símbolos populares.
El saber histórico no ocupa en la vida social un espacio determinado solo por consideraciones culturales abstractas sino también por el juego concreto de enfrentamientos y antagonismos entre clases y naciones.
El papel de la historia como ideología se eleva como obstáculo formidable para la realización del papel de la historia como ciencia. Aunque todas las formas del saber se desarrollan ligadas a resortes ideológicos que intervienen con vigor en la selección de temas y enfoques como en la utilización posterior de los conocimientos, en el caso de la historia la intervención de esos resortes ha sido decisiva. Así pues es tarea de la investigación histórica recuperar el movimiento global de la sociedad, producir conocimientos que pongan en crisis las versiones ritualizadas del pasado y enriquecer el campo temático incorporando las cuestiones suscitadas desde la perspectiva ideológica del bloque social dominado.
La investigación histórica también se ha despojado cada vez más del lastre que suponía la idea de que su tarea central consiste en dar preceptos prácticos para guiarse en la vida, las formas del discurso histórico se apartan crecientemente de esas pretensiones didácticas y literarias. Son en buena medida los acontecimientos contemporáneos los que permiten profundizar en el conocimiento del pasado. El estudio del movimiento anterior de la sociedad se realiza a través del proceso en el cual están inscritos quienes investigan.
La teoría del presentismo nos indica que toda la historia es historia contemporánea por cuanto cada generación construye la verdad acerca del pasado.
La historia no se desenvuelve exclusivamente en virtud de sus vacíos de conocimiento y de la progresiva afinación de sus hipótesis explicativas, sino también empujada por factores extra teóricos salidos de la lucha social misma.
La función teórica de la historia es explicar el movimiento anterior de la sociedad y su función social es organizar el pasado en función de los requerimientos del presente son complementarias: el saber intelectual recibe sus estímulos más profundos de la matriz social en permanente ebullición y, a la vez los conocimientos producidos en la investigación histórica están en la base de las soluciones que se procuran en cada coyuntura.
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