LA AGRICULTURA DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Enviado por 01carAldo • 26 de Octubre de 2018 • Ensayo • 2.400 Palabras (10 Páginas) • 140 Visitas
La Agricultura de la Revolución Industrial
La Agricultura y la Revolución Industrial.
La expresión “revolución industrial” se aplica al periodo que se inicia a mediados del s. XVIII y en el que se da una gradual transición de la tradicionales sociedades agrícolas a un tipo de economía en el que predomina la industria, y que ha sido criticado sobre la base de que la idea de revolución contradice a la de “transición gradual”. Pero el término está abierto a un objeción mucho más justificable, pues la Revolución Industrial fue en realidad primero y sobretodo una revolución agrícola que, en la ciudades en las que se presentó, permitió y fomentó un desarrollo sin precedentes de los sectores industrial y minero.
En términos generales, podríamos decir que en las sociedades tradicionales cada trabajador agrícola producía por término medio una cantidad de alimentos que excedía en un veinte o treinta por ciento contando el consumo de alimentos de la mayoría de los demás grupos sociales que con seguridad era más alto. Los profundos cambios en el sistema de producción agrícola precedieron a la revolución industrial significaron el final de aquel punto muerto en la evolución del agro. El consiguiente aumento de productividad llevó en el transcurso de cuarenta a sesenta años al tránsito de unos excedentes medios del orden de veinticinco por ciento a algo más de cincuenta por ciento, sobrepasando así –por primera vez en la historia de la humanidad- por lo que podría ser llamado el límite del “peligro del hambre”; en otras palabras una cosecha realmente mala ya no significaba, como en el pasado, una seria escasez o hambre real. La Revolución Agrícola –pues así se ha llamado a estos profundos cambios en la vida rural- acabó con el punto muerto anterior y, de este modo, preparó el camino para la Revolución Industrial.
El propósito que nos guía es el de seguir el proceso a través del cual surgió la revolución agrícola y se impuso la revolución industrial que tan profunda e irrevocablemente ha influido en el destino no solo de la Europa en la que tuvo efecto, sino también al resto del mundo.
Además a causa de estas características de irrevocabilidad y profundidad al tiempo que a lo repentino del fenómeno si se le compara con la evolución de las centurias anteriores, el desarrollo de la agricultura moderna y de la industria puede ser llamado con toda propiedad revolucionario.
La Revolución Agrícola
En el estudio de los efectos del desarrollo agrícola sobre la Revolución Industrial, consideremos en primer lugar la naturaleza de lo que ha sido denominado durante más de un siglo la “revolución agrícola”. Esto implica la respuesta a dos cuestiones brevemente apuntadas en la introducción:
- ¿Hubo en realidad un cambio profundo y hasta una ruptura de la vida agrícola en la Europa occidental, y si lo hubo, cuando sucedió?
- ¿Cuáles son los rasgos distintivos de la “Revolución Agrícola”?
Hechos y datos cronológicos
Que hubo una importante ruptura en las condiciones técnicas y, por consiguiente, en la productividad agrícola en la Europa occidental, y en primer lugar en Inglaterra, entre 1600 y 1800, es un hecho establecido. Desde 1800 en adelante, la por trabajador agrícola se incrementó a una tasa anual de cerca del uno por ciento; esta tasa varió según el periodo y el país, pero a largo plazo en ningún país de los que se hallaban empeñados en el desarrollo agrícola estuvo por debajo del 0.5, por ciento o por encima del dos `por ciento. Hasta el año de 1600 los avances a largo plazo en la productividad agrícola fueron casi inexistentes o lentos y conjugados con fases alternas de avance y represión. El nivel de productividad en la Europa occidental a principios del s. XVII no era fundamentalmente distinto al de avance siglos antes, al de la época del Imperio Romano.
Incluso es posible que la agricultura romana hubiera llegado a un nivel técnico y por consiguiente a una productividad más elevada que los correspondientes a buena parte de Europa del s. XVII. Ello no implica que no se realizaran progresos en Europa, `pues no debemos olvidar la deferencia existente a principios de nuestra era entre las que podrían entonces haber sido denominadas regiones desarrolladas del Imperio Romano y las “regiones subdesarrolladas”. Es casi imposible evaluar la diferencia entre la productividad media de la agricultura en la Galia o en la Bretaña a principios del Imperio Romano y de la agricultura de la Francia y la Inglaterra de Luis XIII o Carlos I, pero ciertamente no era superior al cincuenta por ciento –diferencia, que en los ss. XVII y XIX podría haberse producido en cincuenta años y en menos de diez años en la segunda mitad del s. XX-.
Ahora trataremos de situar este profundo cambio en el tiempo con mayor precisión. Existe hoy una tendencia general, a la luz de la investigación reciente a asignar una cronología más temprana que la que anteriormente se consideraba probable tanto a la revolución agrícola como a la mayor parte de las modificaciones significativas en la estructura económica. Si bien la producción agrícola había aumentado desde el comienzo del s. XVII a una tasa media del 0.7 por ciento anual (la tasa del s. XIX será cerca del 1 por ciento), la agricultura inglesa en 1600, con hasta un ochenta por ciento de la población trabajadora dedicada a ella, y sin explotaciones, solo podría haber producido 1,800 calorías y en 1550solo de 1,000. El despegue debe de haberse producido antes de 1750, ya que por aquel entonces, existían importantes excedentes de productos agrícolas. El hecho de que la agricultura en Inglaterra alcanzase hacia 1750 un nivel de producción que le permitiera la exportación del equivalente a un trece por ciento del consumo doméstico de alimentos, prueba en sí mismo los grandes cambios que habían acontecido. La revolución agrícola empezó en Inglaterra hacia 1700 o como máximo un cuarto de siglo antes. Situarla a principios del s. XVII no incluye naturalmente la posibilidad de progreso o la introducción y aplicación de ciertas nuevas técnicas agrícolas en Inglaterra incluso antes de esa época; pero ello no significa que a partir de aquel momento tal progreso estuviera suficientemente extendido como para ejercer una perceptible influencia en toda la economía agrícola inglesa.
En las primeras etapas de la revolución agrícola, Inglaterra se limitó a copiar los métodos flamencos; sin embargo, las innovaciones locales pronto tomaron la delantera, y desde el año 1730, hasta mediados del s. XIX; Inglaterra se convirtió en la Meca de los expertos agrícolas, y su ejemplo fue el modelos para la revolución agrícola en el resto de Europa así como en los Estados Unidos.
Introducción y extensión de nuevos cultivos.
Este aspecto de la revolución agrícola fue en gran parte resultado directo de lo expuesto en el primer apartado, puesto que la rotación continua implica la inclusión de nuevos cultivos en el ciclo. Los principales cultivos de plantas forrajeras y piensos fueron los famosos nabos, el trébol y otros para forraje menos importantes, como la colza, el lúpulo, el alforfón, el maíz, las zanahorias, las coles y las patatas cuya importancia no ha sido suficientemente destacada.
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