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LA CAIDA DEL LIBERALISMO


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2013  •  2.817 Palabras (12 Páginas)  •  490 Visitas

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Hobsbawm

La caída del liberalismo

De todos los acontecimientos de la era de las catástrofes el más impresionante fue el hundimiento de los valores e instituciones de la civilización liberal. Estos valores implicaban el rechazo de la dictadura y del gobierno autoritario, el respeto del sistema constitucional con gobiernos elegidos, un conjunto de derechos y libertades de los ciudadanos (libertad de expresión, de opinión). Los valores que debían imperar eran la razón, el debate público, la educación, la ciencia y el perfeccionamiento de la condición humana. Estos valores eran también defendidos por el movimiento obrero socialista, y por eso, entrañaba el peligro más inmediato a los regímenes liberales.

La gran mayoría de los regímenes de posguerra eran régimenes parlamentarios representativos. Sin embargo, desde los años 20 hasta la segunda Guerra Mundial se registró un retroceso de las instituciones políticas liberales. Esto se aceleró notablemente cuando Hitler asumió el cargo de canciller en 1933.

En este período la amenaza para las instituciones liberales venía de la derecha. La Rusia soviética estaba aislada y no podía extender el comunismo: los movimientos socialdemócratas ya no eran fuerzas subersivas, sino que sustentaban el Estado, su compromiso con la democracia estaba más allá de toda duda. El peligro provenía de la derecha, que no sólo era amenaza para el gobierno constitucional y representativo, sino una amenaza ideológica para la civilización liberal como tal, un movimiento de posible alcance mundial, para el cual la etiqueta de fascismo es adecuada, pero insuficiente. Es insuficiente porque no todas las fuerzas que derrocaron regímenes liberales eran fascistas. Es adecuada porque el fascismo inspiró a otras fuerzas antiliberales y las apoyó.

Las fuerzas que derrocaron regímenes liberales eran de tres tipos:

Todas ellas tenían en común que eran contrarias a la revolución social, en la raíz de todas estaba una reacción contra la subversión del viejo orden social operada en 1917-1920. Todas ellas eran autoritarias y hostiles a las instituciones políticas liberales, tendían a favorecer al ejército y a la policía o a otros cuerpos capaces de ejercer la coerción física y tendían a ser nacionalistas.

1. Los autoritarios o conservadores de viejo cuño carecían de una ideología concreta, más allá del anticomunismo y los prejuicios de clase. Si se aliaron con Hitler fue porque en la coyuntura de entreguerras la alianza natural era la de todos los sectores de la derecha. Naturalmente, las consideraciones de carácter nacional podía interponerse en ese tipo alianzas.

2. Los estados orgánicos eran regímenes conservadores que recreaban los principios del orden tradicional, como una forma de resistencia al individualismo liberal y al desafío que planteaban el movimiento obrero y el socialismo. Se movían por una nostalgía ideológica de una Edad Media o sociedad feudal imaginadas. EL peligro de la lucha de clases se conjuraba mediante la aceptación de la jerarquía social, y el reconocimiento de que cada grupo social o estamento desempeñaba una función en la socieda orgánica formada por todos y debía ser reconocido como una entidad colectiva.

Aunque los orígenes y las inspiraciones de este tipo de regímenes reaccionarios fuesen más antiguos que los del fascismo, no había una línea de separación entre ellos, porque compartían los mismos enemigos, si no los mismos objetivos. El nexo de unión entre la Iglesia, los reaccionarios de viejo cuño y los fascistas era el odio común a la Ilustración del SXVIII, a la Revolución Francesa y a todo lo que consideraban furto de ella: la democracia, el liberalismo y el comunismo.

En el período que se produjo la caída del liberalismo, la Iglesia se complació en esa caída, expecto raras excepciones.

3. Los movimientos que pueden llamarse fascistas. El primero es el italiano, creación de Benito Mussolini (que toma su nombre de pila de Benito Juárez, porque simbolizaba el antipapismo). Hitler se inspiró en el caso italiano. Mussolini tomó de Hitler el antisemitismo, que había estado ausente hasta 1938 en su movimiento. De no haber mediado Hitler en Alemania, el fascismo no se habría convertido en un movimiento general. Sin el triunfo de Hitler no se habría desarrollado la idea del fascismo como movimiento universal, como una suerte de equivalente en la derecha del comunismo internacional, con Berlín como su Moscú. Sin embargo, muchos ultraderechistas tradicionales se negaron a cooperar con Hitler, porque eran nacionalistas.

Las corrientes del fascismo tenían pocas cosas en común: la aceptación de la hegemonía alemana, la idea de que la razón y el racionalismo eran insuficientes (de allí su desinterés por lo teórico), y la superioridad del instinto y de la voluntad. No es posible identificar al fascismo con una forma concreta de organización del Estado, el estado corporativo. El fascismo compartía muchos de sus elementos con otros elementos no fascistas de la derecha: el nacionalismo, el anticomunismo, el antiliberalismo, etc.

La principal diferencia entre la derecha fascista y la no fascista era que la primera movilizaba a las masas desde abajo. Pertenecía a la era de la política democrática y popular que los reaccionarios tradicionales rechazaban. Los fascistas eran los revolucionarios de la contrarrevolución: en su retórica, en su atractivo para quienes se consideraban víctimas de la sociedad, en su llamamiento a transformarla radicalmente, en su deliberada adaptación de los símbolos y nombres de los revolucionarios sociales (Partido Obrero Nacionalsocialista).

El fascismo no era un movimiento tradicionalista, en cambio, propugnaba muchos valores tradicionales. Denunciaba la emancipación liberal -el rol de la mujer- y los efectos de la cultura y el arte modernos. Sin embargo, no recurrieron a los guardianes históricos del orden conservador -la Iglesia y la monarquía- sino que los suplantaron por un principio de liderazgo totalmente nuevo, encarnado en el hombre hecho a sí mismo y legitimado por el apoyo de las masas, y por ideologías de carácter laico. El pasado al que apelaban era un artificio; sus tradiciones eran inventadas. El racismo de Hitler era una creación posdarwiniana, que se valía de la nueva ciencia de la genética, que soñaba con crear una superraza humana mediante la reproducción selectiva y la eliminación de los menos aptos. Como era hostil a la Ilustración y a la Revolución Francesa, el fascismo no podía creer formalmente en la modernidad y el progreso, pero combinaba un conjunto absudo de creencias con la modernización tecnológica en la práctica.

En el fascismo se dan, por lo tanto, una combinación de valores conservadores, técnicas

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