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LA PROFESIÓN DE LA FÉ


Enviado por   •  10 de Junio de 2014  •  Examen  •  3.190 Palabras (13 Páginas)  •  276 Visitas

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LA PROFESIÓN DE LA FÉ:

La shahada o profesión de fe (شهادة ], ‘testimonio’) es el primero y más importante de los pilares del islam. Condensa lo esencial de la doctrina islámica en una breve frase (لا إله إلا الله محمد رسول الل -Lā 'ilāha 'illā-llāhu Muhammad rasūlu-llāh-) que aparece, como lema del islam, en multitud de motivos decorativos, enseñas y banderas; y cuya traducción al castellano es habitualmente "No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta"

La profesión de fe propiamente dicha, es decir, la fórmula ritual mediante la que una persona profesa su adhesión al islam es una frase algo más larga, pronunciada siempre en árabe, que incluye la anterior y dice:

اشهد أَنَّ لا إله إلا ألله وأَن محمدا رسول الله

Ašhādu anna lā ilāha illā [A]llâhu wa anna Muhammadan rasūlu l-lâh

‘Doy fe de que no hay más divinidad que Dios y Mohammad es el mensajero de Dios.

La creencia sincera en la shahada basta para ser considerado musulmán. Su pronunciación ante testigos, tras una ablución, constituye todo el ritual necesario para convertirse al islam. Sin embargo, de acuerdo con la doctrina islámica, por sí sola no basta para conducir al creyente al Paraíso: para ello es necesario el cumplimiento de las obligaciones de los otros cuatro pilares.

LA ORACIÓN:

La oración o azalá (صلاة [ṣalāt], ‘plegaria, acto de devoción’) es el segundo pilar del islam. Cada musulmán debe rezar cinco veces al día en dirección a La Meca.

Antes de rezar, el musulmán debe efectuar las abluciones. La ablución menor, que es la habitual, consiste en el lavado de cara, manos, cabeza y pies. La ablución mayor, requerida en algunos casos, consiste en el lavado completo del cuerpo. Las mezquitas tienen un lugar, generalmente un patio, donde realizar este lavado ritual. En caso de no disponer de agua, puede practicarse la llamada «ablución seca», frotándose con arena limpia.

No es necesario efectuar el rezo en la mezquita, pues el islam considera toda la tierra igualmente sagrada. Se acude a la mezquita cuando se quiere realizar la oración colectivamente, sobre todo los viernes y en determinadas fechas señaladas. Para rezar los musulmanes se descalzan y, sobre todo fuera de las mezquitas, se sitúan sobre una alfombrilla especial o un trozo de tela u otro material que la sustituya.

A continuación se describen las oraciones diarias, con las indicaciones tradicionales para saber cuándo deben hacerse. La mayoría de los musulmanes, sin embargo, se guían por las llamadas a la oración que se hacen desde las mezquitas. Suelen editarse también calendarios que indican las horas propicias para efectuar las oraciones cada día del año en función del lugar donde el musulmán se encuentre.

Oración del alba (فجر o صبح faŷr' o subh): se hace en el momento de transición entre la noche y el día.

• Oración del mediodía (ظهر zuhr): se hace antes de que el sol haya recorrido la mitad del camino que separa el cénit del poniente.

• Oración de la tarde (عصر 'asr): en la segunda mitad de la tarde. Se toma como referencia el color del sol: debe hacerse antes de que el astro adquiera un tono anaranjado.

• Oración de la puesta de sol (مغرب magrib): poco después del ocaso.

• Oración de la noche (عشاء isha): durante la noche cerrada, al menos una hora y media después de la puesta de sol.

LA LIMOSNA:

La limosna o azaque (زَكاة [zakāt]; probidad) es el tercer pilar del islam. El Corán se refiere a ella en más de 80 ocasiones.

Los musulmanes deben dar cada año una limosna a las personas más pobres de su comunidad, empezando por familiares y vecinos. El montante del azaque se establece idealmente en una cuarentaava parte de los ahorros (es decir, un 2,5%) siempre y cuando éstos superen determinada cantidad. La limosna puede hacerse en dinero y en especie: no sólo las rentas económicas son computables, sino también el ganado, las mercancías, los minerales extraídos, los frutos y los cereales.

Las finalidades de la limosna son, según la doctrina musulmana, limitar la acumulación de riquezas, purificar el alma de la avaricia y la codicia, ayudar a los pobres y necesitados, crear espíritu de comunidad y ayudar a la creación de obras de utilidad pública como escuelas u hospitales.

Los beneficiarios de la limosna son, en primer lugar, las personas incapaces de asegurar su subsistencia. También se benefician de la misma los recaudadores de la propia limosna, por el trabajo realizado; las personas convertidas recientemente al islam, sobre todo si tienen cierta influencia en su entorno; las personas endeudadas incapaces de hacer frente a sus deudas; los musulmanes que están lejos de sus hogares y no tienen medios para volver y, cuando existía la esclavitud, los esclavos, pues con la limosna se compraba su libertad.

EL AYUNO:

El ayuno o sawm (صَوْم [ṣawm]) del mes de ramadán, es el cuarto pilar del islam y una de las características del islam más conocidas entre los no musulmanes. La palabra «ramadán» designa, fuera de la lengua árabe, más el propio ayuno que el mes.

El ayuno se recomienda durante otros momentos del año, pero durante el ramadán es estrictamente obligatorio para todo el que pueda realizarlo. Se efectúa durante todos los días del mes lunar desde la salida hasta la puesta de sol. Modifica sensiblemente la vida de los musulmanes mientras dura: se vive más de noche y la familia se junta para compartir la ruptura del ayuno. Suele ser el momento de regresar al hogar para los que viven lejos. También cambia la alimentación y se preparan alimentos específicos de gran aporte energético.

Tiene siete condiciones:

1. Estar atento al comienzo del mes siguiendo las fases de la luna. Ramadán empieza con el noveno cuarto creciente (هلال hilāl) del año, y hay que procurar verlo en su primera noche. El mes que precede a ramadán es shaabán. Si la noche del 29 de shaabán es nublada y no se puede saber si ha aparecido o no la luna de ramadán (y lo relevante es verla), se considera que shaabán cumple su día número treinta y no se empieza a ayunar hasta el día siguiente, que será necesariamente primero de ramadán porque ningún mes lunar puede tener más de treinta días. Quien no haya visto personalmente la luna, pero le confirma su salida alguien digno de confianza (عدل ‘adl) que haya sido testigo de la aparición del creciente, está obligado a ayunar al día siguiente. Si la

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