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LA REVOLUCIÓN MARGINALISTA: ENTRE EL PARADIGMA CLÁSICO Y EL NEOCLÁSICO.


Enviado por   •  6 de Noviembre de 2012  •  1.685 Palabras (7 Páginas)  •  1.161 Visitas

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LA REVOLUCIÓN MARGINALISTA: ENTRE EL PARADIGMA CLÁSICO Y EL NEOCLÁSICO.

hace referencia al rápido éxito de la aplicación del principio de la utilidad marginal

decreciente en las décadas de 1880 y 1890 y su descubrimiento simultáneo e independiente por tres autores sin relación alguna previa: el británico W. Stanley Jevons, el austríaco Carl Menger y el francés Léon Walras, que publicaron sus trabajos entre 1871 y 1874. Algunos autores han interpretado el marginalismo en clave de continuidad con la economía política clásica, basándose en la reivindicación marshalliana del descubrimiento de la utilidad marginal y en las importantes similitudes entre paradigma clásico y el marginalismo, que compartirían: una visión del mundo económico caracterizada

por la división del trabajo, la propiedad privada de los medios de producción, los mercados y la ley de Say; el modelo sin Estado, aunque ambos aceptan que el Estado debe tener una serie de funciones esenciales para el funcionamiento de la economía; y, finalmente, el enfoque filosófico utilitarista que identifica la moral con la elección racional de los individuos egoístas. Aquí reside la diferencia con el neoclasicismo de Marshall, para quien el precio de estos bienes sujetos a costes crecientes es el resultado de la interdependencia entre la oferta y la demanda. Los marginalistas, especialmente Jevons y Menger (y tras él toda la

escuela austríaca) se pasaron al extremo contrario y también erraron: su teoría de que los precios dependen exclusivamente de la demanda solo es satisfactoria para los bienes de oferta completamente inelástica, no reconoce el acierto de que los costes de producción determinan el precio de los bienes de oferta completamente elástica y aborda incorrectamente la determinación del precio de los bienes producidos a costes crecientes porque supone que la oferta de los mismos está dada y que la demanda determina su precio. los marginalistas sólo estaban preocupados por el presente y el futuro inmediato y su objetivo principal era el análisis estático de la asignación de recursos en un mercado ideal perfectamente competitivo, en donde ciertos elementos, como el tamaño de la población, los gustos de los consumidores, las existencias de capital y de recursos naturales y la tecnología de la producción, se consideran dados. Por su parte en Alemania, los miembros de la escuela histórica rechazaron la teoría del valor trabajo y tomaron de Steuart la idea de que los precios están determinados por la oferta y la demanda. Independientemente de Cournot, Karl H. Rau usó en 1841 un diagrama de oferta-demanda, siendo el primero en establecer la convención de situar los precios en las ordenadas y las cantidades en las abscisas. Algunas de las hipótesis derivadas del modelo de Marx sobre la evolución del capitalismo parecían encontrar su amenazante concreción inmediata: en 1864 se había constituido la Asociación Internacional de Trabajadores en Londres, la conflictividad social en los principales países desarrollados iba en aumento, con episodios revolucionarios como la Comuna de París, y en 1889 se fundó la II Internacional dominada ya por los seguidores de Marx. En ese contexto, una teoría que no hiciera referencia al trabajo, ni a los medios de producción, que prescindiera de la división de la sociedad en clases estaba destinada a tener un éxito académico seguro, por eso, las teorías del capital, de la producción y de la distribución del marginalismo surgieron, o bien como una ampliación

del conjunto de herramientas analíticas desarrolladas para propósitos completamente diferentes, o bien para contrarrestar las teorías marxistas.

La nueva teoría del valor de Menger y Jevons.

Carl Menger, autor austríaco educado en la tradición alemana del análisis de oferta-demanda, se distinguió de Jevons o Walras en que su objetivo no era convertir la economía en una disciplina más científica, similar a la física, sino descubrir la esencia de los fenómenos económicos siguiendo una aproximación filosófica cercana al planteamiento de Aristóteles. Menger fue quien resolvió de manera más clara la paradoja del agua y los diamantes de Smith. El problema de Smith es que al referirse al valor de uso hablaba en términos de utilidad total cuando lo importante para los consumidores es la utilidad marginal. Menger clasificó los bienes en bienes libres, y bienes económicos. Para maximizar su utilidad el consumidor seguirá el principio de equimarginalidad lo que implica que en su elección sigue la lógica del coste de Oportunidad. Por tanto, los diamantes no se valoran por los costes que implica su producción, sino en función de la utilidad marginal que les conceden los consumidores; el valor no se genera en el pasado, sino que proviene de las utilidades esperadas que se disfrutarán cuando se consuman los bienes. El marginalismo sólo fue revolucionario en Gran Bretaña, donde Jevons se enfrentó abiertamente con la teoría del valor de los clásicos desde la tradición utilitaria. Partiendo del supuesto de que las mercancías son escasas, Jevons introdujo así tres avances fundamentales en el cálculo hedonista de Bentham: la distinción clara entre utilidad total y utilidad marginal, el establecimiento del principio de equimarginalidad y el método gráfico-matemático,

que se convirtió en la marca distintiva de los marginalistas. Jevons trató de aclarar las ambigüedades del término valor

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