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Revolución Marginalista


Enviado por   •  8 de Noviembre de 2015  •  Reseña  •  9.949 Palabras (40 Páginas)  •  489 Visitas

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10. LA REVOLUCIÓN MARGINALISTA: LA TEORÍA SUBJETIVA DEL VALOR

10.1. La «revolución marginalista»: una perspectiva general

El término revolución marginalista se utiliza comúnmente para indi- car un cambio repentino de dirección en la ciencia económica, con el abandono del enfoque clásico —y, dicho con mayor precisión, ricardia- no— y el desplazamiento a un nuevo enfoque basado en una teoría sub- jetiva del valor y la noción analítica de la utilidad marginal.1 El comienzo de la «revolución» se localiza por lo general en los años que van de 1871 a

1874, cuando se publicaron los principales escritos de los líderes de la escuela marginalista austríaca: Carl Menger (1840-1921), de la escuela británica: William Stanley Jevons (1835-1882), y de la escuela francesa (Lausana): Léon Walras (1834-1910). De hecho, en 1871 aparecieron los Grundsätze  der Volkswirtschaftslehre [Principios de economía política] de Menger y The theory of political economy [La teoría de la economía políti- ca] de Jevons, mientras que Walras publicó sus Éléments d’économie politi- que pure en 1874.

Reiteremos, sin embargo, una vez más que la «revolución marginalis- ta» había tenido precursores importantes, como veremos de nuevo más adelante. Además, las diferencias entre el enfoque austríaco de la imputa-[pic 1]

1   Howey (1960), pp. XIII y XXVII, nos informa de que el término marginalista fue introducido por Hobson en Work and wealth [Trabajo y riqueza] (1914), mientras que el término marginal fue utilizado por primera vez por Wicksteed en su Alphabet (1888), y Wieser lo utilizó en sus Grenznutzen en 1884.


ción, el enfoque francés del equilibrio económico general y el enfoque marshalliano de los equilibrios parciales eran bastante importantes en cuanto se refería al método y a la visión básica del funcionamiento de la economía. Entre los economistas ingleses, después, Alfred Marshall (1842-

1924; sus Principles of economics [Principios de economía] aparecieron en

1890) siguió un camino propio, distinguiéndose de la línea radicalmente subjetiva adoptada por el primer autor de una teoría marginalista del valor, Jevons; y la influencia ejercida por las ideas y el poder académico del pri- mero fueron mucho mayores que las del último.

En este capítulo y en los siguientes ilustraremos  las características más notables de las tres corrientes principales de investigación que tradi- cionalmente se incluyen en la rúbrica marginalista; así veremos lo dife- rentes que son entre sí, y lo engañoso que es establecer una separación clara hacia 1870.2  Sin embargo, antes de hacerlo puede ser útil señalar algunos elementos básicos que son comunes a estas diferentes líneas de investigación, comparándolos con el enfoque clásico ilustrado en los capí- tulos anteriores.

Sraffa (1960, p. 93) sintetiza el contraste con dos imágenes: el enfoque clásico consiste en la «presentación del sistema de producción y consumo como un proceso circular», mientras que el enfoque margi- nalista adopta la perspectiva de «una avenida unidireccional que lleva de los “factores de producción” a los “bienes de consumo”».  Así, Sraf- fa esboza las diferencias entre los dos enfoques en lo que atañe a la visión del problema económico y de la estructura del análisis, en par-[pic 2]

2   Sobre la «revolución marginalista», junto con la bibliografía referente a Jevons, Menger y Walras que se citará más adelante, cf. Hutchison (1953), Howey (1960), Kau- der (1965) y los artículos reunidos en Black, Coats y Goodwin (1973). Howey destaca, entre otras cosas, que los historiadores del pensamiento económico de finales del siglo XIX no reconocieron la existencia de una «revolución marginalista». Blaug (1973) titula su tra- bajo «¿Hubo una revolución  marginal?» y concluye (p. 14) que «fue un proceso, no un acontecimiento». Stigler (1973), aunque atribuye a Bentham la «teoría de la utilidad» (una tesis que, como vimos más arriba en § 6.7, es más bien superficial), destaca (p. 312) que la teoría «no desempeñó ningún papel importante en ninguna controversia política hasta la Primera Guerra Mundial». Hutchison (1953), p. 6, sostiene que «la economía “margi- nal” o neoclásica sólo tomó realmente cuerpo en los años noventa» del siglo XIX, mientras que (1973, p. 202) sólo en el segundo cuarto del siglo XX se fundieron  las diferentes «escue- las en un crisol general y cosmopolita, norteamericano y europeo occidental».


ticular en  el campo del valor y de la distribución, que es donde encuentra su más directa expresión la naturaleza básica de los distintos enfoques.

Echemos una ojeada más de cerca, aunque sea de forma resumida, a estas diferencias, que se refieren a la definición del problema económico, la noción de valor, el concepto de equilibrio, el papel de los precios y la teo- ría de la distribución.

Ante todo, dentro del enfoque clásico el problema económico se con- cebía como un análisis de aquellas condiciones que garantizaban el fun- cionamiento continuo de un sistema económico basado en la división del trabajo, y, por lo tanto, un análisis de la producción, distribución, acu- mulación y circulación del producto. En el caso del enfoque marginalista, en cambio, el problema económico se refería a la utilización óptima de recursos escasos para satisfacer las necesidades y el deseo de los agentes eco- nómicos.

En segundo lugar, la visión objetiva del valor que tenían los econo- mistas clásicos, basada en la dificultad de producción, contrasta con la visión subjetiva del enfoque marginalista, basada en la valoración de la uti- lidad de las mercancías por parte de los consumidores.

En tercer lugar, a consecuencia de estas diferencias, la noción de equilibrio ocupaba un papel central en el enfoque marginalista, distin- guiéndolo de nuevo del enfoque clásico: el equilibrio correspondía a las condiciones de utilización óptima de los recursos escasos disponibles,  y, por lo tanto, se identificaba con un conjunto de valores para todas las variables económicas,  precios y cantidades simultáneamente. El enfo- que clásico planteaba el problema de los precios relativos como algo dis- tinto del problema de las decisiones relativas a la acumulación y a los niveles de producción; a lo sumo, podría hablarse de equilibrio con referencia a la nivelación de los tipos de beneficio sectorial derivados de la competencia de capitales, mientras que se prefiere utilizar el término equilibramiento, que no implica una igualdad exacta, cuando se habla de demanda y oferta (como en la expresión  «el equilibrio entre oferta y demanda»).

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